La fuerza se multiplica, el eco se vuelve trueno y la onda expansiva no para de escalar potencia. No por nada uno de los llamados a este Paro Internacional de Mujeres es hacer temblar la tierra, porque ahora que estamos organizadas, la trama se teje a ritmo vertiginoso. Más de 40 países están complotando en este cese de actividades y movilizaciones para el que faltan menos de dos semanas, respaldadas por los antecedentes de Ni Una Menos del 3 de junio de 2015 y 2016, el Paro de Mujeres del 19 de octubre del año pasado y el #BlackMonday que también en octubre de 2016 convocó a miles de mujeres en Polonia para frenar una iniciativa de la derecha que planeaba prohibir y castigar el aborto. El de octubre fue el primer Paro de Mujeres de nuestro país y se replicó rápidamente en la región, generando una cadena que tuvo grandes resultados y alianzas y que ahora se encuentra sincronizando voluntades y deseos: el de hacer oír esta voz colectiva que nos agrupa a mujeres, lesbianas, travestis y trans, cada vez más violentadas por un patriarcado que se resiste a caer pero que claramente está en crisis, y con la potencia del conocimiento, de la unión y la sororidad.
La Internacional Feminista que se viene consolidando con los puntos en el aire de un calendario que nos tiene conectadas y alertas, y que incluye las acciones del último 25 de noviembre, Día internacional de eliminación de toda forma de violencia contra las mujeres, se ancla en la Women´s March del 21 de enero poniendo sobre la mesa la necesidad de postularse contra el capitalismo y todas sus formas de explotación, que tienen a las mujeres como principales blancos de una economía que quedaría detenida sin nuestra fuerza de trabajo. Al muro que Trump llama a levantar y el vuelco a la derecha que en nuestra región se cobró el gobierno democrático de Dilma Rouseff y que tiene a nuestro país envuelto en una trampa de ajuste y recesión, con una líder popular como Milagro Sala presa, el movimiento de mujeres responde con transversalidad y la atención puesta en cada territorio pero sin perder la conciencia global de que las mujeres formamos parte fundamental de la corriente migratoria que se persigue, de la fuerza laboral más invisible de la historia, la que vuelve transparente el trabajo doméstico y excluye su valor de la cadena de bienes que mantiene en pie al sistema neoliberal. Sistema que se cobró la vida de la hondureña Bertha Cáceres por defender la tierra del pueblo Lenca, de la también líder ambientalista Lesbia Janeth Urquía Urquía y de la guatemalteca Laura Leonor Vasquez Pineda en resistencia pacífica contra la minería en Jalapa, tres femicidios territoriales que urden un tejido que exigen nuestra respuesta inmediata. “El Paro Internacional de Mujeres va tomando diferentes formas en el Abya Yala, y nos permite reconocernos como mujeres trabajadoras. En nuestras casas, en empleos públicos y privados las mujeres creamos la vida, transformamos la naturaleza, escribimos y actuamos una nueva historia. Ya no somos invisibles. Y no estamos regateando un lugar subordinado en este sistema de múltiples opresiones. No queremos migajas del capitalismo patriarcal, producto de la colonización de nuestros cuerpos y territorios. Con nuestra indignación frente a los femicidios territoriales de las defensoras de la naturaleza, de los bienes comunes, de nuestros cuerpos, de las semillas, de la vida y de la paz, feministas, mujeres, trans, travestis, lesbianas, estamos tejiendo, sembrando, cociendo en calderos brujeriles una nueva vida” arenga Claudia Korol, activista del equipo de educación popular “Pañuelos en rebeldía” que participa de la articulación de feministas populares del Abya Yala.
En nuestro país, las centrales sindicales apoyan el paro cuando en lo que va del año ya contamos 60 femicidios y el recorte de 67 millones de pesos para el presupuesto del Consejo Nacional de las Mujeres. En Bolivia el llamamiento tiene como primera consigna “cuidarnos entre nosotras”. En Brasil, se pide parar rutas y caminos. En Uruguay, poner el foco en la pobreza como elemento fundamental que vulnera a las niñas y las expone a redes de trata. En Venezuela “contra la episiotomía obligatoria, contra la desidia medica, contra el aborto inseguro, contra la falta de anticonceptivos, contra la cesárea innecesaria”. En México, se llama a parar por el trabajo no remunerado, reproductivo: el trabajo de cuidado, de servicio, del hogar, el apoyo afectivo y psicológico, la labor emocional. Dice Atziri Avila, coordinadora de la Red Nacional de Defensoras de DH México: “Tanto en zonas rurales como en zonas urbanas sentimos impotencia y enojo cuando nos enteramos que una mujer fue abusada sexualmente, asesinada y arrojada al espacio público sin ningún resquemor. Protegemos la vida, el agua, nuestro territorio, el aire y los recursos naturales porque somos dadoras de vida. Saber que tanto nuestro cuerpo como nuestros otros territorios son negativamente afectados por los intereses económicos y políticos de quienes fomentan el sistema patriarcal, racista y capitalista nos hace unir fuerzas y de manera visible protestar y poner un alto a lo que nos violenta. Este 8 de marzo esperamos que las mujeres de México y del mundo se apropien de esta iniciativa latinoamericana y solas o acompañadas manifiesten su descontento a través de la herramienta que les sea útil y esté a su alcance. Sin duda, las mujeres estamos trazando un nuevo camino y construyendo una nueva humanidad, en la que por encima de los intereses mezquinos prevalezcan nuestros derechos”. Herramientas que van desde hacer uso de las redes sociales con el hashtag #nosotras paramos a frenar las actividades laborales, hacer ruido y movilizarse juntas para que la tierra, más que nunca, tiemble por el salto colectivo, unánime y sincronizado de todas nosotras.