A mediados de año, Diego Coatz, director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), señaló que la gestión de Mauricio Macri "no ha sido buena para la industria, pues cayó 8,5 por ciento en los últimos cuatro años, más que el nivel general de la economía". Esta cifra no contabilizaban el último informe de esta entidad, en el que señalaba que en los últimos ocho meses la actividad manufacturera cayó otro 7,6 por ciento.

No debería ser sorpresa que un programa desindutrializador y favorable a la valorización financiera llevara a estos resultados, pero lo cierto es que Héctor Mendez, quien revestía como titular de la UIA en 2015, consideró al entonces candidato presidencial Mauricio Macri, como “más preciso y sólido” que a Daniel Scioli, mientras que el vicepresidente de esta entidad Daniel Funes de Rioja, expresó oportunamente que no había “visiones contrapuestas” con el macrismo. Incluso, la presentación del gabinete económico de Cambiemos, liderado por cuadros provenientes del mundo financiero, fue realizada en la 21° Conferencia Industrial Argentina de la UIA.

Pasaron solo tres años y medio, y la contundencia de la realidad, exhibe otra UIA. Por caso, Macri no asistió a la última celebración de esta entidad por el Día de la Industria, mientras que Méndez manifestó su “dolor” por haber sido “complice silencioso de Macri”, en tanto que su actual titular, Miguel Acevedo, lo acusó de falta de sensibilidad para escuchar la sociedad. Incluso, uno de sus vicepresidentes, Guillermo Moretti, afirmó que “llevamos 15 meses de caída industrial con porcentajes tremendos y quieren que paguemos un bono. Viven desencajados de lo que pasa".

Pero posiblemente, el mayor desplante de la UIA al macrismo haya sido aceptar la convocatoria de Alberto Fernandez para, junto a la CGT, ir delineando un Pacto Social que pueda volver a poner de pie a la industria en base a una recomposición salarial que vigorice el mercado interno. De esta forma, la UIA estaría considerando formar parte de un proyecto peronista que desestime la imposición de un modelo de libre mercado para dar lugar a otro basado en acuerdos corporativos. Sin embargo, esto no sería un giro a su postura de hace solo tres años y medio, sino a su perfil histórico, pues la UIA siempre se opuso al modelo peronista de concertación de clases.

Peronismo

De hecho, su oposición a Perón fue antes que este asumiera la presidencia, pues revistiendo como Jefe del Departamento Nacional de Trabajo de Edelmiro Farell, Perón estableció escalas salariales, la supresión del trabajo a destajo, la reglamentación horaria en los comercios y promulgó el decreto 33.302 que establecía una “Convención Nacional Salarial” para establecer un salario mínimo e imponer el aguinaldo, con lo que la UIA catalogó estas medidas como “políticas propias de un modelo totalitario” y manifestó su oposición alegando la defensa de la democracia.

Así, ante las elecciones de 1945, la UIA financió la campaña de la Unión Democrática, pero al perder la elección, optó por realizarle al ya presidente Perón un lockout patronal de tres días. La respuesta peronista no se hizo esperar, pues intervino la entidad en mayo de 1946 para crear la Asociación Argentina de la Producción, la Industria, y el Comercio (AAPIC) con un minoritario sector de la UIA que veía con buenos ojos la política industrialista y proclive al desarrollo del mercado interno que promulgaba de Perón.

No fue casualidad que tras el golpe de Estado a Perón en 1955, la UIA recobrara su personería jurídica, para pocos años más tarde, en 1958, impulsar la primera agrupación intersectorial, denominada Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres (ACIEL) junto a la Sociedad Rural Argentina, la Cámara Argentina de Comercio y la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, entre cuyos postulados se encontraban “la necesidad de reducir la presencia del Estado en el plano económico y social”; “la importancia de basar el desarrollo sobre una asignación de recursos guiada por el libre juego de las fuerzas de mercado y no en una dinámica de negociación entre corporaciones”, y “otorgar un papel relevante del capital multinacional en el desarrollo”.

Al ver como inminente regreso del peronismo, en 1972 y por iniciativa de los industriales nucleados en la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), la UIA se retiró de ACIEL para tender puentes con la organización empresaria que siempre había apoyado al proyecto justicialista, la CGE, pues tal como lo sostuvo el periodista Eugenio Rey en las crónicas de aquella época, “luego del triunfo peronista, en la UIA peso, sin dudas, la conveniencia de maniobrar con un gobierno popular, francamente hostil a su tradición liberal y a sus simpatías por el capital externo”.

El golpe cívico militar de 1976, encontró de todas formas a las principales cámaras de la UIA dando una “cálida bienvenida” al gobierno de facto, el cual le devolvió la personería jurídica que se había autodisuelto durante el tercer peronismo, luego de lo cual siguió su derrotero sin exhibir grandes reparos al modelo neoliberal que se implantaría con el menemismo pocos años después.

El último capítulo, su apoyo en 2015 a un gobierno orientado a la valorización financiera en detrimento de la industria, parece haber llegado a su fin. Resta saber si se esta a las puertas de una Unión Industrial verdaderamente preocupada por el desarrollo industrial o se trata de un comportamiento pragmático y temporal hasta regresar a los planteos libremercadistas tradicionales. 

@Jblejmar