Adriana Funaro es una militante del uso terapéutico del cannabis. El lunes 20, la policía de Ezeiza allanó su casa tras una denuncia de un vecino, con quien Furaro había tenido un conflicto por una medianera, y la detuvo. Dos días después, en medio de protestas de los activistas por la marihuana medicinal, el juez de Garantías Horacio Hyrb le otorgó prisión domiciliaria, debido al estado de salud de la mujer.
Desde la casa de su hija, donde está detenida, Furaro dialogó con Página/12 sobre la situación que tocó atravesar. “Mi vecino me dijo en la cara que me iba a denunciar y yo seguí cultivando igual porque si no, no camino”, indicó.
- ¿Qué siente luego del violento allanamiento del que fue víctima?
- Estoy más aliviada, fue una experiencia muy rara y difícil, me trataron como a una delincuente y narcotraficante. Se puso en evidencia un sistema judicial y policial explotado, que se maneja de una manera increíble. No hicieron la más mínima investigación: todo el mundo sabe quién soy, qué defiendo, he estado hasta en el Congreso Nacional explicando los alcances terapéuticos de la marihuana medicinal. Mi vecino, el que me hizo la denuncia, sabía que era cannabis para uso médico, incluso había ayudado a su familia. Ahora por un problema por una pared en común, desató esta locura. Estamos hablando de algo que se está discutiendo como una ley en el Congreso, no de narcotráfico.
- ¿Cómo fue el momento en que llegó la policía?
- Esperaron a que llegara mi parquero, a las 9 de la mañana. Entraron, nos esposaron, me revolvieron toda la casa… no encontraron nada que yo haya ocultado: las jeringas para el aceite y las 22 plantas que uso para mí, para mi nietita Delfina de tres años que tiene microcefalia y para otras pacientes. Rompieron todas las plantas que eran sólo hojas y las pusieron en bolsas. Anotaron que tenía 15 kilos… ¡no saben nada! Ni siquiera están las flores, que aparecen en abril, que son las únicas con componentes cannabinoides. Ni una mínima investigación… nada. Hace 17 años que vivo en esa casa, ¿por qué me hicieron esto? ¿Sabés lo que es que te rompan todo en la cara? Fue realmente muy doloroso.
- ¿Siente que es un retroceso con respecto a la discusión que se abrió en el Congreso para legalizar el cannabis medicinal?
- Nunca creí que esto iba a cambiar del todo. Hay cosas que dependen de la mirada de la Justicia. Mi vecino me dijo en la cara que me iba a denunciar y yo seguí cultivando igual porque si no, no camino. Es simple. Tengo 46 años y una artrosis hereditaria, que no me deja caminar del dolor. El aceite de cannabis me cambió la vida: lo tomo hace tres años. Quizá este caso sirve, no lo sé. A pesar de lo espantoso que me tocó vivir, lo volvería a hacer. No sólo por mí, sino por mi nieta y todos los que pelean. A Delfina, el aceite le cambió la vida: nos dijeron que ni siquiera iba a gatear, y ahora está más conectada, se sienta, gatea. Es muy fuerte lo que ocurre con la gente que padece alguna patología, cuyos dolores se pueden paliar con el cannabis. Es una planta medicinal, muy amplia.
- Justamente su caso pone en evidencia que el proyecto que tiene media sanción de Diputados, no abarca la cuestión del autocultivo, una de las exigencias de las organizaciones. ¿Cree que la visibilización de su caso podría modificar esta cuestión?
- No lo sé. Ojalá. La repercusión que tuvo mi detención fue una sorpresa, jamás lo imaginé. Es una emoción muy grande recibir tantos gestos de solidaridad, de los compañeros, incluso de gente de la Justicia, donde hay miradas distintas. Pero también es cierto que muchas personas que padecen este tipo de persecuciones no tienen la misma suerte que yo, no tienen la posibilidad de que su caso sea visible, y pasan meses y hasta años adentro de la cárcel cuando lo único que están buscando es tener acceso a una mejor calidad de vida.
- ¿De qué la acusa la Justicia?
- La causa es por la infracción a la Ley 23737. El juez Hyrb se puso necio y no otorgó la excarcelación, sino la prisión domiciliaria por mi estado de salud. No quiere entender. Sin el apoyo de los compañeros ya me hubiera derrumbado. Hubo situaciones feas, pero esto pasa y hay que seguir peleando. Hoy me siento fuerte y quiero que esta causa siente un precedente para que se modifique esta ley que es muy injusta.