El juez federal Federico Villena realizará el miércoles próximo una reconstrucción del accidente que se produjo en el aeropuerto de Ezeiza. En principio, está claro que no hubo ninguna grúa que haya tocado la estructura que colapsó y produjo la muerte del capataz, José Bulacio, y heridas graves y leves en otros 13 trabajadores
. La estructura, a 20 metros de altura, colapsó seguramente por exceso de peso y tal vez por el apuro y la presión que se ejerció para avanzar en la obra y terminar una especie de pequeña isla del aeropuerto. La idea era hacer una inauguración muy parcial este lunes 30 de septiembre, con algo parecido a un showroom, o sea con un sector armado con durlock, vidrios, televisores, que luego se desmontaría. Eso llevó a que trabaje mucha gente en espacios reducidos. Todo esto lo está investigando el magistrado y las conclusiones surgirán de tres peritajes que ordenó el juez, la reconstrucción del miércoles, la documentación obtenida en siete allanamientos
y seis requerimientos de información.
Quienes trabajan en la obra monumental del Zeppelin (así llaman a la nueva terminal por la forma arquitectónica), declararon en la causa judicial que se vivía un clima de urgencia por el simulacro de inauguración prevista para el lunes próximo. En ese marco, se habría cargado demasiado la estructura en la que se ubicaron operarios que colocaban una especie de tela que actuaría como cielo raso. Lo que colapsó fue la plataforma, sostenida por cuatro torres, y en la que se trabajaba a 20 metros de altura.
El juez, que dispuso el secreto de sumario, está esperando los tres peritajes que ordenó y luego permitirá que siga la obra. Seguramente eso ocurrirá después del miércoles, cuando se haga la reconstrucción, una medida que no será fácil porque en el lugar trabajaban 30 gremios distintos. Aunque por ahora la carátula del expediente es "muerte por causa dudosa", lo más probable es que termine en homicidio culposo y lesiones graves y gravísimas culposas. Una buena noticia que circulaba ayer es que el operario con heridas graves y varios traumatismos de cráne, evolucionaba bien y su vida ya no corre peligro. En este tipo de investigación, lo central es determinar exactamente por qué se produjo el colapso de la estructura, quién tomó las decisiones equivocadas y cuánto pesó el apuro.
En forma paralela, Villena tendrá que analizar a los organismos públicos que tuvieron relación con la obra y debieron controlarla. En primer lugar, el ORSNA (Organismo de Regulación del Sistema Nacional de Aeropuertos), que lidera Patricio Di Stefano, un funcionario que proviene del gobierno de la Ciudad. El ORSNA tiene una oficina de Fiscalización de Obras, a cargo de una ejecutiva ex Techint. Ante esa oficina se presentan los planos, todos los detalles de las obras, se identifica al personal, los horarios de trabajo y se supone que hay inspecciones permanentes. Los trabajadores sostienen que había una enorme desorganización, con personal sin identificar, demasiada gente y estructuras superponiéndose. Habrá que ver qué dice la ORSNA sobre eso.
Responsabilidad en las inspecciones también tenían el Ministerio de Trabajo bonaerense, la UOCRA, Aeropuertos Argentina 2000, que es la titular de la obra, pero que contrató a una consultora de Seguridad e Higiene que era la que tenía que supervisar ese aspecto. La UOCRA afirma que denunció irregularidades y el ministerio sostiene que hizo una inspección el 13 de septiembre encontrando problemas menores, que no ameritaban una clausura. Lo cierto es la estructura que se derrumbó recién se empezó a armar el 20 de septiembre, o sea que no fue parte de la inspección del 13.
En algún caso el juez ordenó allanamientos y se llevó la documentación, mientras que también libró pedidos de información que los organismos y las empresas, AA2000 y las contratistas, debieron responder al instante. Tane SRL estaba a cargo de la estructura que colapsó, pero gran parte de la obra estaba en manos TGLT, una empresa que absorbió una porción de la constructora de Nicky Caputo, el amigo de la vida del presidente Macri. Todo el material recolectado por el juez le servirá para evaluar qué falló en el control que debía existir sobre la construcción del Zeppelin.
En las testimoniales hubo quienes alegaron que lo que se iba a inaugurar era relativamente chico en superficie --porque a la terminal le falta más o menos un año para terminarse--, pero entonces sucedió que en ese espacio reducido trabajaban al mismo tiempo varias subcontratistas distintas. De manera que cada uno quería terminar su parte sin importarle lo que hacían las otras subcontratistas. O sea, no había una única conducción, sino un enorme desorden.
El apuro tenía que ver con que el gobierno de Mauricio Macri tiene poco por inaugurar en la campaña electoral. Eso hizo que existiera una enorme presión y se diseñó un plan para hacer 30 cortes de cintas antes de que empiece la veda electoral. La obra del Zeppelin, y en general las de los aeropuertos, se hacen con fondos de AA2000 y no del Estado, por lo que son de las pocas que siguen avanzando. Y la de Ezeiza es la obra más espectacular. Por eso la desesperación por exhibirla como sea, aunque hubiera que armar un showroom, casi una escenografía de cartón, que luego se desarmaría, pero que tendría como marco la estructura inmensa del Zeppelin.
Lo que afronta el juez tiene tres aspectos. Primero, investigar la causa exacta del accidente, es decir por qué colapsó la estructura en la que se trabajaba a 20 metros de altura. Segundo, cuánto influyó el apuro para que se tomaran decisiones equivocadas que llevaron al colapso. Tercero, por qué fallaron los controles e inspecciones.