Los Pumas hicieron lo que estaban obligados a hacer: ganar. Superaron a Tonga, consiguieron el punto bonus (por cuatro tries), pero al revés de lo que pasó en el partido con Francia, fueron de mayor a menor. Les bastaron 26 minutos para sacar la diferencia necesaria, tranquilizadora (28 a 0), y comenzaron a derrapar. Hubo un anuncio de declive sobre el final del primer tiempo. Cuando Lavanini salvó un try sobre la bandera que pudo ser el segundo de los tonganos. Los rivales ya habían descontado y empezaban a animarse. Tanto, que la segunda parte terminó con un parcial favorable de 5 a 0 para esos muchachos excedidos en kilos, pero entusiastas y frontales. La selección jugó muy bien el primer tercio del partido, regular el segundo y mal el tercero. Incluso, así como pudo llegar a los 40 puntos – dilapidó jugadas imposibles, hasta en el ingoal ajeno -, también estuvo cerca de comprometer el resultado en los 10 minutos finales. El objetivo se cumplió: seguir en carrera en el Mundial. Aunque el próximo rival será Inglaterra y para saltar esa vara hará falta mucho más que un rendimiento poco confiable como el que Los Pumas tuvieron en Osaka.
Podrá argumentarse como descargo que la térmica a las 13.45 en Japón era de 45 grados. Un horario que si se daba en un Mundial de fútbol, hubiera despertado la ira de Diego Maradona. En México 86 denunció a la FIFA por las altas temperaturas en que los hacían jugar. Aunque el calor les jugó en contra a los dos, a Los Pumas pareció no afectarlos por casi media hora. Habían salido a la cancha recibidos a puro golpe de taiko (el tambor japonés). Como si fueran a la guerra. También llegaron después otros condimentos muy típicos de cada Mundial. Música de Soda Stereo para acompañar alguno de los tres tries de Julián Montoya, la figura del equipo. El colorido de los rostros pintados de cada hincha en las tribunas y por supuesto, el himno cantado a viva voz por los jugadores argentinos. Los tonganos le pusieron condimento a la previa con el Sipi Tau (el haka de ellos) que es un ritual de los pueblos de la Polinesia como Samoa, Fiji y su propio reino. Tonga es una monarquía parlamentaria.
En ese entorno había mayoría de hinchas vestidos o pintados de celeste y blanco. Se hicieron notar en las tribunas. También se fueron tranquilizando con el sólido rendimiento del equipo. Las fórmulas del line o el maul les siguieron dando resultados a Los Pumas como en el choque con Francia. Montoya marcó el primero de sus tries ingresando por el lado ciego. Petti ganó en la hilera a 5 metros del ingoal, Lezana hizo de receptor y su pase al hueco para el hooker le permitió al seleccionado sacar una ventaja alentadora a los 6 minutos. El segundo de Montoya fue producto de un maul. El tercero lo provocó la defensa alta que generó un error de manejo en los tonganos y Carreras lo aprovechó lanzándose en carrera para apoyar debajo de los palos. El cuarto y tercero en la cuenta personal de Montoya llegó después de que los forwards repiquetearan cerca del ingoal, metiéndoles presión a sus rivales. Fue ese try el del punto bonus. Se consiguió muy temprano. Urdapilleta había embocado las cuatro conversiones. El equipo jugaba sereno, elegía las mejores opciones para atacar, no les daba margen para correr a los isleños y controlaba el partido casi sin despeinarse. Pero a partir de ahí empezó a cambiar el desarrollo y Argentina a desdibujarse.
Tonga descontó con un try convertido y casi apoya otro que salvó Lavanini cuando la sirena del primer tiempo ya había sonado. Fue un aviso. Los Pumas comenzaron a decaer en el juego. Ya no tomaban las mejores decisiones para romper la línea de ventaja. Se pasaban la pelota mal, sobre todo los centros De la Fuente y Orlando, machacaban con los forwards y esa táctica no era negocio con el calor que jugaba en contra. Los tonganos leyeron lo que pasaba y empezaron a contraatacar – perdidos por perdidos como estaban – desde cualquier lado. El partido se desordenó y Argentina también. Por eso en el segundo tiempo se vio la peor cara de Los Pumas en el Mundial. Incluso, una versión más floja que la demostrada en la etapa inicial contra Francia. Un try muy vistoso con pase de faja incluido, le permitió a Tonga descontar más. Faltaba un cuarto de hora y Argentina se hundía en sus dudas, provocadas por el cansancio que nubla la mente, los tackles errados y un rival que se le venía encima.
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Pudo ser peor el final. Quedó esa sensación de que si Los Pumas no mejoran su juego, se irán antes de tiempo del Mundial. Inglaterra es el líder del grupo, el candidato a salir primero y el de mejores antecedentes. Argentina no había ganado un solo partido de los últimos diez. Contra Tonga se rompió esa racha negativa, una estadística que sin embargo no proyecta certezas saludables en el futuro inmediato. El equipo tuvo un alto porcentaje de tackles errados, cometió demasiadas imprecisiones en el juego de manos y se complicó teniendo un amplio resultado a favor. Le faltó inteligencia para manejar los momentos desfavorables del partido y esta vez no aparecieron soluciones desde el banco. Contra los ingleses, el 5 de octubre y de nuevo de madrugada, se verá hasta dónde llega el seleccionado. Por lo demostrado hasta ahora, no parece que será demasiado lejos.