La obsesión de una gran parte del establishment mediático por instalar, literalmente, cualquier tema que desvíe la catástrofe económica como aspecto central, revela hasta dónde llega el desconcierto del aparato oficialista.
También se trata de eludir información sobre el cerco judicial que, en forma inevitable, habrá de precipitarse sobre los administradores macristas una vez que dejen el poder.
Son actos reflejo, muestran cierta desesperación y se volverá sobre ellos dentro de unas líneas.
Están los continuos indicadores, mayormente “financieros” si es por atención periodística, relativos a la sangría de reservas monetarias. Y la decisión fondomonetarista -mal disimulada- de no negociar una sola cosa más con el gobierno que se va. Acerca esto último, hay un forzoso carácter transitivo.
Si la Casa Blanca determina finalmente las grandes decisiones del FMI y fue la que, por razones geopolíticas, impulsó al organismo a otorgar el crédito más impresionante de su existencia contra la opinión del resto del board, también es Trump el que ahora le bajó el pulgar a quien imaginó como un bandido no tan opa para conducir políticamente sus intereses, en el patio traserísimo.
Está que la economía cotidiana, no la de “la macro”, presenta un escenario fantasmagórico del que la cotización del dólar y el riesgo-país no dan cuenta.
El hambre en la franja más baja de la pirámide es un oprobio supremo y bastaría con detenerse allí. Eso abarca la pregunta sobre los tiempos de implementación de la emergencia alimentaria, sancionada hace unos días.
Varios escalones por debajo de tal urgencia, hay cadenas de pago completamente cortadas. El estudio de la consultora Focus Market, publicado el viernes en PáginaI12, detectó variaciones de hasta el 80 por ciento para un mismo producto en el mismo barrio. “No se sabe cuál es el valor de las cosas que uno consume. Se perdió el concepto de lo caro y lo barato”. Los precios de la harina y de la leche vuelan hasta límites desconocidos, y el consumo de la segunda cayó a los niveles de 2003. Los comercios están vacíos. El crédito murió hace rato salvo por tasas de interés que no tienen antecedentes en la historia usuraria mundial, como tampoco los tiene la cantidad de pymes cerradas por día según toda estadística que quiera tomarse.
Hay un vacío de poder significado por un gobierno saliente que ya no da pie con bola ni para emprolijar la instrumentación de un bono de 5 mil pesos, que en verdad tampoco es un bono, y que sólo pueden afrontar las grandes empresas del sector privado. Para abajo no hay forma y, aun para las compañías que no tienen inconvenientes, resulta que podrá ser en cuotas y a cuenta de paritarias. En otras palabras, para las patronales es un adelanto reembolsable. Un desquicio que, al margen de lo exiguo de un monto que encima se otorgará en tramos, hizo incurrir en sucesivas contradicciones a algún funcionario que todavía pone la cara.
Y está que, mientras Macri inició su tour de despedida con un montaje que sirvió para evitar el papelón numérico pero no la falta de entusiasmo entre los adultos mayores concurrentes, se suman los indicios de ese futuro judicial complicadísimo que aguarda al equipazo desde el 10 de diciembre. Quizá, antes.
La Corte rechazó el recurso que pretendía dormir el expediente del Curreo Argentino: data de 2002 y compromete al Grupo Macri a nivel de toda la familia, Presidente incluido. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y el ex titular de Vialidad Javier Iguacel ya fueron imputados por haber permitido que varias empresas de peaje siguieran operando aunque sus concesiones estaban vencidas. La Oficina Anticorrupción, que encabeza Laura Alonso, fue condenada a entregar en 15 días todos los registros que hace un año viene ocultándole a la Auditoría General de la Nación. Sólo por citar las novedades más recientes…
¿Cómo se le contesta a ese acumulado tétrico desde las vocerías mediáticas del oficialismo?
Pues tan obscenamente fácil como lo indica el manual de las distracciones básicas en (el intento de la) construcción de sentidos.
Todo dicho de referentes opositores, sean o no representativos del futuro equipo de gobierno, es y será manipulado para agitar la idea de que con el Frente de Todos llegan unos pogromos ideológicos, susceptibles de perseguir a indefensos ciudadanos republicanistas.
Es todo lo que le queda al macrismo para publicitarse. Por lo menos, hasta que la prédica del individualismo auténticamente salvaje vuelva a hacer de las suyas en la construcción política.
Puede incluir que de una extensa nota periodística a uno de los intelectuales más célebres de nuestro tiempo, Horacio González, se extraiga un concepto provocativo para colegir, poco menos, que el retorno de la guerrilla sería perfectamente factible.
Comparemos los mares infinitos de artículos y peroratas dedicados al asunto con cuánto se les dedica a las bestialidades, incluyendo las graciosas, que increpan a la sociedad desde el propio Presidente. El que dijo que su desastre conmina a la autocrítica de quienes no lo votaron.
Las cosas cambiarán cuando parte del electorado macrista retorne de esquiar en el verano europeo. O si no hay trampas, por las que Argentina produciría el único episodio universal en que el fraude lo organiza la oposición.
Este espectáculo del monstruo kirchnerista que ya muestra su verdadero rostro sirve para comidilla del panelismo televisivo y voces cargadas de un resentimiento incrementado. Carece de interés masivo allí donde las urnas ya dijeron lo que tenían que decir y, por tanto, sólo se lo cita por razones descriptivas de la decadencia (provisoria) del armazón político gorila.
Si hubiera que resumir lo que sí importa a las grandes mayorías, cabría parte del título con que el colega Leandro Renou encabeza su muy buena nota en Letra P: de dónde saldrá el dinero para el bolsillo de la gente.
El texto reseña que los técnicos de Alberto Fernández -entre los cuales Matías Kulfas asoma como “el ministro de la economía real”- ya trabajan en la sintonía fina de los primeros meses.
Un eje es la renegociación de la deuda con el FMI para conseguir aire. La salida “a la uruguaya” sería una opción y el mandatario entrante la mencionó ante los empresarios de la Fundación Mediterránea, bien que otros especialistas advierten que no alcanzaría si no hay quita para los acreedores.
Otra clave es financiar el encendido de la economía quitando el torniquete al sistema de créditos y depósitos, porque hoy los pesos que ingresan van al Banco Central y a la timba.
Un tercer punto es generar un shock inicial que reduzca la inflación, baje las tasas para arrancar el andamiaje productivo, reactive la economía y aumente los ingresos por recaudación impositiva.
El artículo de Renou también indica que, a fines prácticos, “los Callao” ya piensan que el acuerdo de precios y salarios debe incluir, por primera vez tras larguísimo rato, una mesa con supermercadistas y fabricantes de alimentos (de ser así, estará bueno saber si acaso no se contemplará además a los actores de la economía popular: ¿sólo se piensa en el acuerdo con las corporaciones que también nos trajeron hasta acá?).
Y todavía no está claro “si la idea es endurecer el cepo o lo que muchos consideran central: desdoblar el tipo de cambio”.
Sí lo está que, cualesquiera sean las disposiciones metodológicas, siempre importará primero la orientación política.
Del mismo modo en que la derecha macrista no vaciló jamás en torno de sus beneficiados exclusivos, porque para eso llegó a gobernar, el Frente no puede tener ni la más mínima duda acerca de para qué y quiénes ya ganó.