I
Imprescindible, mirando a través de las ventanas.
¡Salud, señoras y señores!
¡Gracias, señores y señoras!
¡Perdón, damas y caballeros!
¡Hasta pronto!
Imprescindible.
Cuando es de día hay noche, y cuando es de noche hay día.
Mientras repite el mismo estribillo imprescindible, un motochorro pasa y a toda velocidad se sube al avión que lo deja en la otra cuadra.
Imprescindible.
Las ráfagas de smog golpean el postigo de las ventanas y el silencio cede minuto a minuto. Incapaz de letras, el silencio se pasea como un ser humano a través de los cristales.
Lo cual no es fácil.
II
Nada más seguro que un sangrado de nariz para conocer el espíritu de un hombre.
Pero el cuerpo es lo que primero se ve y los sangrados son esporádicos.
Ese es el problema del cuerpo: su intemperie.
Pocos saben que el cuerpo y el interior del cuerpo son dos valvas indivisibles.
Nadie mejor que yo para confirmarlo: creí ver un hombre cuando era un desguace.
El hombre‑desarmadero, siempre con el brevísimo respeto y la cabeza nunca terminada.
De la guantera sacaba un deseo o una lástima.
Con la marcha atrás recorría el ir y venir del camino que no se deja atrás, por temor a ir hacia adelante.
III
Entonces han existido siempre.
Sufriendo por la luz que salía de la noche oscura,
sin saber lo que es ahora
o sabiendo.
Entonces entraban en atasco pero no contaban con ello demasiado, porque apenas bajaban los ojos de la luna rápidamente les sobrevenía un amor atlántico
de tiempos patagónicos
y selva negra de frutos patológicos.
Los Entonces se veían a menudo en la imposibilidad de hacer algo ahora, por cosas de la liberación tardía que nunca les llegaba o por culpa de una reputación que viene de atrás para adelante.
IV
El cuerpo es un pájaro que vuela a ras de suelo.
Ese es otro problema del cuerpo: su transparencia y su ronroneo de pez. Pero un cuerpo también tiene sus trucos: el collar dibujado alrededor del cuello de una botella.
V
Hablan con el acento‑nunca, que proyecta las figuras en una sintaxis lineal, corriente, inanimada, sobre las manos de la poesía desparramada en la imposibilidad de hacer cucú‑cucú y paf, paf‑paf‑paf.
Más allá de los planetas, que hacen frente a las más crudas interpretaciones, la poesía‑nunca, con sus ojos correctos, ve la imposibilidad de sentir la palabra y se estrella en el umbral de la metafísica
del hombre (poema)
del poema (hombre)
expresando terror y asombro‑nunca,
indecible.
VI
Canto.
Con notas a pie de página.
El canto rodado mide por estrellas a la noche.
¿Es para siempre?
¿No fue nunca?
¿Entonces?
Imprescindible canto se hace hipando de sollozos ficticios
causados por dolores reales.
VII
Unas cosas y otras hacen que la vida cotidiana se revierta.
La vida cotidiana con su cuerpo de pájaro hembra que se empluma.
El pájaro hembra se alza y el hombre, con su cuello de simio, separa las rodillas.
Unas cosas y otras hacen que la vida cotidiana se revierta.
Hay una luz que tiene sombras.
Hay un muerto que tiene vida.
El cuerpo hace eso: reúne criaturas separadas por el tiempo.