Es imposible ocultar lo que uno fue. Tarde o temprano, la verdad emerge a los ojos de los otros. Y convive siempre con uno. Ya lo dijo alguna vez William Faulkner: “El pasado nunca está muerto, y ni siquiera es pasado”. Bien lo sabe Juan Robles (Pablo Echarri), un ladrón de guante blanco, retirado, apodado “El gato”, que intenta sepultar su pasado delictivo para rearmar su vida en España, donde se casa con Lola Garay (Alexandra Jiménez), una agente de policía. Sin embargo, ese plan entra en peligro cuando una década después de su último golpe aparece en escena un ladrón que se hace pasar por él, volviéndolo a la primeras planas de los medios. Esa situación lo llevará a intentar develar la identidad al impostor para poder demostrar su inocencia y salvar -si todavía es posible- su reciente matrimonio. Así es la trama de Atrapa a un ladrón, la coproducción internacional de Viacom International Studios (VIS) y Cablevisión, que esta noche se estrena en la pantalla de Telefe (miércoles a las 23.15) y que desde mañana estará disponible en forma completa en Cablevisión Flow.

Atrapa a un ladrón no es una serie más. En realidad, se trata de la adaptación televisiva de To Catch A Thief, la clásica película que Alfred Hitchcock filmó a mediados de la década del '50, con Cary Grant y Grace Kelly como protagonistas. Toda una rareza convertirla en serie de diez episodios. “Nunca había soñado hacer una de Hitchcock”, reconoce Echarri. “Tenía registro de su obra, siempre lo admiré como el gran maestro de suspenso. Cuando vino el ofrecimiento de Viacom y Telefe, me sorprendió y me alegró, porque tenía entre manos un proyecto que no llega usualmente, como es una versión de una película de Hitchcock, con un standard de calidad alto. Es una serie que forma parte del nuevo exponente de producción mundial, de alto impacto y gran nivel”, subraya Echarri sobre Atrapa a un ladrón. El showrunner de la serie es Javier Olivares, el mismo que estuvo detrás de producciones españolas de recorrido internacional como El ministerio del tiempo e Isabel, entre otras.

-¿Volvió a ver la película original?

-No la vi. Cuando te viene algún material para un formato que tiene su referencia en otro formato trato de sumergirme en este nuevo contenido. Si bien la versión cinematográfica de Atrapa a un ladrón es un exponente del género policial y de suspenso, con dosis de romántico, la serie tiene un aggiornamiento a lo argentino. No porque tenga costumbrismo, lejos de eso, sino porque se sostiene el policial de suspenso, que es un género bien americano, pero con un tono y colores que son más nuestros. Siempre trato de sumergirme de lleno en lo que estoy haciendo. Si veía la película original, se me iba a volver una referencia permanente, que tal vez me iba a limitar en mi composición actoral.

-¿No ver la original fue una decisión pensada, entonces, para que no lo afectara artísticamente?

-Cuando adaptamos para Telefe El conde de Montecristo, leí la obra previamente y después noté que mi cabeza estaba muy anclada en la original. Cuando empezamos a grabar, me di cuenta después de querer involucrarme mucho con la adaptación de que no iba por ahí. Esta vez, al no ser parte de la producción, pude estar desprovisto de esas cosas. Soy bastante obsesivo y me gusta meterme de lleno en todo el proceso. Entonces, me ha pasado que a veces me pongo a pelear mas de la cuenta. En estas nuevas posiciones que tomo, cuando tengo incidencia en todo, siendo productor, meto mano. Pero cuando me contratan para actuar, me limito a construir el personaje. No necesito trabajar el guión. No necesito tomar otras decisiones que la que requieren mi personaje.

-¿Cómo es Juan, su personaje?

-Es un personaje muy reconocible. Es un ladrón de guante blanco, en el sentido de que es un profesional sofisticado. Atrapa a un ladrón tiene una trama fácil de leer, es la antítesis del melodrama. El interés del espectador esta puesta en la trama del suspenso. La historia de amor cumple un papel, porque ella descubre la historia de ese pasado que él intenta ocultar. Es un atractivo, porque parte de la intriga es saber si el amor de Juan y Lola va a poder sobrevivir a ese ocultamiento del pasado que se descubre. Pero la historia que empuja la trama es el suspenso. Tuve que hacer lo contrario a lo que venía haciendo. Desde el guión y de los vínculos interpersonales, el desafío fue otro. Tanto el creador Javier Olivares como el director Pablo Vázquez trabajaron mucho con la idea de quitarnos de encima las herramientas del melodrama. Cuando veían que una escena se volcaba mucho hacia el melodrama, nos paraba no sólo para rehacerla sino también para darnos indicaciones e insistiéndonos en el registro actoral y dramático.

-¿En esta producción sintió lo naturalizado que estaba en su mente y cuerpo el registro del melodrama?

-Si bien en su momento, y fundamentalmente desde mi producción, pude encarar distintos formatos en televisión, el melodrama me marcó. No sólo en mi vida profesional sino también en una forma de actuar y hasta de pensar los proyectos. Eso es innegable. Cuando pienso proyectos nuevos, historias posibles, el melodrama me surge casi naturalmente. Fui formateado por el melodrama. La telenovela es puro melodrama. Por suerte, algunos trabajos cinematográficos y televisivos me dijeron la herramientas de poder tocar otras cuerdas. En Atrapa a un ladrón, por ejemplo, una escena que es un cuarto de página, en una melodrama puede tener un arco dramático de tres páginas para contar lo mismo. Porque en la telenovela hay que trabajar con mayor el sentimiento del espectador, amasarlo con dedicación. Acá, el deseo y el interés está puesto en el suspenso.

-Atrapa a un ladrón es una coproducción internacional, filmada en el extranjero, con el objetivo de tener un largo recorrido por el mundo. ¿Cómo fue grabar la serie? ¿Es muy diferente a cómo se graba una ficción en Argentina?

-La estructura de este tipo de series de alto estándar se asemeja mucho a la de un equipo cinematográfico. Con la presencia de un director de fotografía, de una continuista, con values de producción, escenas específicas, con una inversión mayor a la media. Se parece mucho más a la realización de una película. En cierta manera, fueron 10 películas las que llevamos adelante. El standard de realización de Telefe es alto en este tipo de series. Tal vez lo único que necesita la TV argentina es un mayor rodaje en estas producciones, mayor continuidad de trabajo para poder estar a la altura del nivel de calidad.

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Una experiencia en Bolivia

A Echarri se lo podrá ver también en pantalla grande, con el estreno de mañana de Muralla, la película boliviana que fue la más taquillera de la historia, dirigida por Gory Patiño. "Fue una experiencia que tampoco esperaba recibir. En principio, iba a hacer una serie sobre la trata de personas. La grabamos y me sorprendí de la calidad artística en una industria no muy desarrollada. Con todo ese material, después decidieron hacer una película, que fue la más exitosa de la historia de Bolivia", cuenta Echarri. "Es una película muy cruda y natural. Encarnó a un médico argentino que está en una instancia sin retorno, como parte del entramado de la red de trata de personas. La trama cuenta la historia de Coco 'Muralla' Rivera, un exarquero devenido el chofer de colectivo, que ante la necesidad de dinero para costear la operación de su hijo, vende a una niña a esa red de trata y luego se arrepiente, pero tal vez demasiado tarde", detalla.