Marta Dillon expuso sobre crónica, memoria y feminismo en el encuentro “La tibia garra testimonial 2”, que reúne a cronistas de todo el país. La segunda edición del encuentro inició sus actividades junto a la editora del suplemento feminista Las/12, del diario Página/12, y Mónica Bernabé, de la Universidad Nacional de Rosario.
“Hay una columna vertebral no narrada, no reconocida en la cual debemos inscribirnos para poder contar los femicidios ahora”, dijo Dillon. Explicó que esa columna está fundada sobre la violencia sexual desde el propio colonialismo poniendo el foco en la concepción “de los úteros como campo de batallas”. Allí “se cierran alianzas interclasistas” y “colonialistas incluso”, expresó.
Como un hilo conductor de mandato de ocultamiento de la violencia contra las mujeres, la periodista recordó que en la última dictadura cívico militar en Argentina y por muchos años, se silenciaron los delitos sexuales cometidos en los campos de concentración. “El silencio, no porque las mujeres no hablaban, sino porque las callaban”, dijo la hija que en 2012 identificó el cuerpo de su madre, Marta Taboada, abogada salteña desaparecida en el marco del terrorismo de Estado.
En esa no narración, la periodista aseguró que las feministas pueden romper, bajo insistencia, esos mandatos patriarcales. Pero que “realmente el silencio que se tiene que romper es el pacto entre varones”, dijo en el Salón Blanco del Centro Cultural América.
“Hay un pacto que es jurídico” incluso en las democracias, insistió. Por ello, dijo que hoy los femicidios se cuentan bajos tres premisas: los fallos judiciales, la enumeración de los casos que hacen las mismas feministas y los cuerpos en las calles. “Estas son las tres narraciones en donde todas damos por supuesto quienes son los femicidas, y seguramente lo sabemos”, pero instó a que “se necesita hacer más”.
“En este momento, necesitamos saber quiénes son los perpetradores”, exclamó en la sala que reunía a los cronistas.
Dillon agregó que este saber ayudaría a “entender como desde la fundación de esta América blanca y racista, está la razón de esta guerra permanente”. “Y entender la aplicación de esta violencia sexual como método de disciplinamiento constante”.
Periodistas feministas condicionadas
Según Dillon, el feminismo anula la espectacularidad. “Prácticamente hemos eludido la posición del morbo, pero siempre están las voces de las compañeras diciendo ´no repitan porque es morbo´”.
“Siempre estamos condicionadas en nuestras búsquedas narrativas”, sostuvo. Consideró que esto se debe hacer para no alentar el morbo de los varones y para proteger a la víctima, aunque, “hablan de la víctima, bien o mal”.
En la crónica sobre el femicidio “siempre hacen pie en la biografía de la víctima”, dijo Dillon. “Ya sea para culpabilizarla, que es el mecanismo más tradicional de desligarse de la responsabilidad social” o “para hacer un duelo y honrar la memoria de la víctima”.
“En el medio nos queda saber qué es un femicidio”, reclamó. Aseguró que en las narraciones hace falta una trama que refiera a la vida cotidiana. “No se investiga. No hay una pregunta más allá de los que pasó. Los discursos feministas tienden a obstruir esas preguntas y a mí me parece que eso está siendo peligroso en el sentido que hay que despegarse de la mirada de los otros”, sugirió.
“Necesitamos toparnos con lo inmensamente cotidiano de los femicidios y lo inmensamente cercano de los femicidas. Esas narraciones para mi faltan”, concluyó.
La Tibia Garra es organizada por las universidades públicas de Salta y Jujuy y la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de Salta. El encuentro también dispondrá de talleres de formación simultáneos, conversatorios, presentaciones de libros y proyección de documentales durante el 3 y 4 de octubre.