Para Mariela Morante, especialista en Medicina Interna y Tratamientos del Dolor, la Expo Cannabis es un “hecho histórico” comparable a la aprobación de la Ley de Cannabis Medicinal, sancionada por el Congreso de la Nación en marzo de 2017. “Se está escuchando la voz de los y las pacientes que sufren. Es un símbolo de que el cannabis está instaurado socialmente. Habla de una discusión muy avanzada que haya un espacio como esta exposición, abierto incluso para la familia”, dice Mariela Morante desde su pueblo, General La Madrid, en conversación telefónica con Página/12.
“Hoy en el consultorio a quienes más recibimos es a pacientes de la tercera edad, personas de ochenta o noventa años que cultivan porque encontraron una planta que les mejora la calidad de vida y no la quieren soltar. Es una muestra de la gran apertura que hay con respecto a esta medicina”, cuenta.
En su historia personal, el cannabis llegó desde un lugar muy alejado al de su consultorio o a las aulas de la Universidad de La Plata, en las que hoy forma a profesionales de la salud en los usos medicinales de la planta. En 2015, Mariela Morante vivía postrada a causa de las convulsiones que le producía un neurolupus para el que no encontraba ninguna solución. Su hermano Marcelo, también médico, viajó a Canadá para formarse y poder tratarla con ese aceite del que apenas se hablaba en nuestro país.
“Haber sido paciente me permitió empatizar muchísimo con el dolor de las personas que hoy llegan al consultorio”, asegura Morante, que además de participar en los “puntos de consulta” de la Expo Cannabis dará una charla sobre fibromialgia. “Me parece imprescindible que se abran estos lugares de consulta, donde vamos a hablar con personas de todas las provincias. Es una manera de que las personas puedan escuchar de primera mano sobre esta medicina”.
Luego de encontrar un freno a sus convulsiones, Mariela Morante se formó junto a su hermano en los usos medicinales del cannabis. “La Expo Cannabis es el puntapié para que se termine de reglamentar la ley, que es lo que hoy hace falta, que no tengamos pacientes con el miedo de ir presos por cultivar, o que corran riesgos para conseguir cannabis. El Estado es el que debe proveerlos”, explica.
--¿Cómo es visto hoy el cannabis medicinal dentro de la comunidad médica?
--Los médicos ya no tienen la resistencia que tenían, incluso te derivan a sus pacientes. Había una resistencia total al principio, se exigía una evidencia muy grande. Frente a eso, lo que se terminó imponiendo es lo que llamamos la "evidencia paciente": el relato vivo de cómo funciona el cannabis medicinal. En el recorrido de esta medicina, primero se impuso social y culturalmente, y luego se instaló en la comunidad científica.
--¿El cannabis sirve para todos los casos vinculados al dolor?
--Hay que ser muy cuidadosos en este sentido, porque la gente muchas veces le cuesta cuando le decimos que no hay una indicación en su caso. Llegan con mucha expectativa, esperando algo mágico. En la fibromialgia y los cuidados paliativos es una herramienta muy poderosa y versátil, pero hay que entender que no es exclusiva. En la mayoría de los casos se complementa con otras medicaciones. Nosotros creemos que la mejor estrategia es la de educar. Formar a los nuevos profesionales para no darle al cannabis un valor más grande ni más chico del que tiene, porque en esos dos casos se pierde la herramienta.
--¿Sobre qué cuestiones se hace más necesario modificar la formación de médicos en torno al cannabis?
--El cannabis medicinal implica un cambio muy fuerte de paradigma. Se necesita una visión más humana, una relevancia mucho mayor de la humanidad que permita escuchar al paciente. Cuando educamos a otros médicos nos enfocamos en cómo transformar esa visión hacia los pacientes, porque es a partir de su experiencia personal que uno puede ir por un camino o por otro. No se trata de cerrarse y simplemente indicarles qué tienen que hacer, sino de escuchar y acompañar, de trabajar de forma más contemplativa y empática. Estamos atravesando una transformación del modelo médico hegemónico hacia uno mucho más humano.