La idea, cuando apareció por primera vez hace tres años, parecía inalcanzable: montar una inmensa exposición alrededor de todos los usos del cannabis en medio de la Ciudad de Buenos Aires. La primera señal que tuvieron fueron las incontables madres que salían a las calles para pedir que se legalice esa medicina que atenuaba y podía sanar el sufrimiento de sus hijos. Luego llegaron los médicos que decidían acompañarlas y necesitaban formarse para hacerlo.
Más allá, aquellos que ofrecían los campos para sembrar la planta y producir ese aceite que tanto se necesitaba a nivel nacional, los investigadores que se preguntaban cuáles eran los alcances de la planta y las dosis para cada patología. Llegaron aquellos que abrían nuevas tiendas de cultivo para ofrecer las herramientas que hacían falta, incluso los que experimentaban para producir desde ropa hasta cerveza. Esa idea inalcanzable fue echando raíces sola. Alrededor del cannabis se abrían caminos inesperados y cada vez más amplios: desde la necesidad imperiosa de paliar el dolor hasta la búsqueda cotidiana de placer.
“Nosotros no inventamos nada, todo lo que va a ocurrir es parte de un fenómeno imparable que ya existe”, asegura Sebastián Basalo, director de la revista de cultura cannábica THC, uno de los principales organizadores de la Expo Cannabis, que tendrá lugar desde mañana hasta el domingo en La Rural (Av. Sarmiento 2704).
Un evento para profesionales, consumidores, curiosos
Previo a la Conferencia Inaugural, habrá un “evento especial para profesionales de la industria”, con el objetivo de nuclear a los productores locales que forman parte de esa “economía cannábica” que se prevé generará, solamente en Estados Unidos y durante los próximos tres años, más de quince mil millones de dólares. “Creíamos, como parte de este desafío en la historia del cannabis en la argentina, que el principal centro de exposiciones del país es el lugar que la planta de cannabis se merece. Por los enormes beneficios que está trayendo a la sociedad. Como parte de legitimar esta cultura, implica una conquista simbólica impresionante”.
La Expo Cannabis se construyó como un catalizador de todas esas experiencias que crecían en simultáneo, planteadas desde la organización en torno a cuatro ordenadores: la salud, la industria, el cultivo y la cultura.
Cada una de las tres jornadas –en las que habrá más de 70 expositores– tendrá espacios abiertos para profundizar en esos ejes. Habrá desde talleres de cultivo y de fabricación de aceite hasta charlas en torno al uso de cannabis para enfermedades como el párkinson, la epilepsia o la fibromialgia, pasando por paneles sobre la creatividad, el uso medicinal en mascotas, los sueños, la tercera edad, el estrés, los usos ancestrales que le daban a la planta los pueblos indígenas y los actuales modelos solidarios de producción.
El abanico es tan grande que, por ejemplo, en un mismo día se podrá escuchar acerca de los usos del cannabis en cuidados paliativos, de cómo se hizo la primera cerveza “Hemp Ipa” en Argentina y luego participar de la charla “Cómo hablar de cannabis con los hijos”. Se trata de una experiencia, podría decirse, caleidoscópica y para toda la familia.
La muestra "surge ante una gigantesca ausencia del Estado"
“No quisimos restringir nada de lo que sucede en torno al cannabis, porque no creemos en la diferencia entre un uso recreativo y un uso medicinal”, dice Basalo sobre la amplitud de la exposición, que cuenta con el apoyo, por ejemplo, del Ministerio Público de la Defensa y la Asociación Argentina de Salud Mental, y para la que ya calculan una concurrencia de treinta mil personas. “Todo uso de cannabis es terapéutico, todos los que usan el cannabis lo hacen para sentirse mejor. Si no se sienten mejor es una consecuencia no deseada. Uno de nuestros objetivos primordiales es informar. Para nosotros informar es empoderar. La gente informada toma las mejores decisiones para su vida”.
Esa información circulará también en los llamados “puntos de encuentro”: en diferentes lugares de la Expo Cannabis los asistentes podrán tener charlas con profesionales de la salud, abogados, científicos y miembros de diferentes ONGs como Mamá Cultiva o el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCa).
“Expo Cannabis surge ante una gigantesca ausencia del Estado”, dice Basalo en relación a estos espacios de consulta y a la dimensión que tomó finalmente la exposición. “El hecho de que tengamos que organizar conferencias por pedidos gigantescos de mujeres embarazadas para saber si pueden fumar o para padres que no saben cómo hablar con sus hijos, habla de una obligación del Estado que no se está cubriendo. Es producto de un cambio cultural muy profundo. Las leyes son muy importantes, pero muchas veces se quedan cortas, o se las vuelve a escribir. Pero los cambios culturales como estos no tienen marcha atrás”.