Desde Lima
El presidente Martín Vizcarra consolida su victoria política sobre el ultraderechista partido fujimorista Fuerza Popular y sus aliados luego que el lunes disolviera constitucionalmente el Congreso que el fujimorismo dominaba. Ayer, Vizcarra juramentó un nuevo gabinete ministerial, mientras los congresistas de la ex mayoría que perdieron sus bancas le exigían su renuncia inmediata. Una demanda sin fuerza alguna. El gobierno ya descartó esa posibilidad. En las calles continuaron las movilizaciones en repudio a la clase política que controlaba el Parlamento y en respaldo a su cierre. La última batalla de esta guerra política, que ya parece definida, se jugará en el Tribunal Constitucional (TC), donde podría verse una demanda para declarar inconstitucional el cierre del Congreso. Una posibilidad que parece tener poco futuro. La vicepresidenta Mercedes Aráoz, que intentó reemplazar a Vizcarra en medio de la crisis y duró uno día en el cargo de “presidente en funciones” que le dio el disuelto Congreso, cargo que nunca ejerció, estaba desaparecida de escena. Su frustrado intento de reemplazar a Vizcarra terminó siendo un suicidio político. La crisis política no ha tenido impacto en la economía.
Inmediatamente después de disolver constitucionalmente el Congreso, Vizcarra designó al abogado Vicente Zeballos como su jefe de gabinete. Zeballos fue antes ministro de Justicia y desde ese cargo estuvo en primera fila en la defensa de las reformas políticas y judiciales impulsadas por el gobierno, que agudizaron su enfrentamiento con el ahora ex Congreso fujimorista. Ayer el presidente completó su gabinete.
De los 19 ministros, siete repiten. Los cambios más importantes se han dado en Economía, donde asuma la joven economista de 34 años María Antonieta Alva, y en Relaciones Exteriores, donde ingresa el diplomático Gustavo Meza Cuadra. Alva viene de la tecnocracia que maneja la política económica neoliberal. Hasta ayer era directora de Presupuesto del Ministerio de Economía. Su designación confirma la continuidad del modelo neoliberal. El embajador Meza Cuadra viene de ser representante del Perú ante las Naciones Unidas. Reemplaza a Néstor Popolizio, un entusiasta promotor del Grupo de Lima que busca sacar del poder al gobierno de Venezuela. El nuevo canciller todavía no se ha pronunciado sobre el tema. En Cultura fue nombrado el hoy ex congresista Francesco Petrozzi, quien ingresó al Congreso con el fujimorismo y después abandonó ese grupo.
En un intento final por revertir su derrota, el fujimorismo busca que el TC declare inconstitucional el cierre del Congreso. Si eso ocurriera, esperan los fujimoristas, recuperarían el poder perdido al volver a tener su mayoría parlamentaria y con esa mayoría destituirían a Vizcarra. Un posible escenario que tiene bases más en el deseo y la imaginación fujimorista que en la realidad. Para avanzar en ese objetivo, los herederos del encarcelado ex dictador Alberto Fujimori pelean ahora para que el magistrado que ellos eligieron el lunes para que se integre al TC, en una votación de escándalo impugnada por graves irregularidades, asuma ese cargo. Esa elección gatilló la crisis que llevó al cierre del Congreso.
Colocando a su hombre en el TC en reemplazo de uno los magistrados incómodos para sus intereses, como es su plan, el fujimorismo espera mover la correlación de fuerzas en ese tribunal a su favor, donde calculan tener las simpatías de tres de sus actuales siete miembros. Pero esa maniobra es complicada por los serios cuestionamientos a la legalidad de esa elección. Si pasara se desataría un escándalo. Si el TC decidiera ver este tema, una resolución tomaría alrededor de cuatro meses. Para entonces, ya podría haber un nuevo Congreso elegido popularmente, elección que será el 26 de enero. Y es dudoso que se declare inconstitucional el cierre del Congreso
En su frustración y desesperación al verse en un escenario que los deja acorralados y que hace una semana no imaginaban, entre las figuras más notorias del fujimorismo se escuchan voces que con el pasar de los días suenan cada vez más delirantes. En cada ocasión que tienen un micro de la prensa al frente, gritan que en el Perú “hay una dictadura comunista”, acusan al centroderechista Vizcarra de ser “un golpista comunista”, un “amigo de los terroristas” y la cabeza de “una conspiración chavista”. Quieren jugar al susto, pero terminan en el ridículo. El delirio parece no tener límites.