Dentro de una galería
Desde el auge de los shoppings, las tradicionales galerías de compras fueron perdiendo protagonismo, sobreviviendo apenas como postales en color sepia. Sobre la calle Morón, en el barrio de Flores, hay una galería semi oculta dentro del Morón Tower que resiste los embates de la modernidad: a simple vista es un edificio más entre varios otros, pero al cruzar la entrada, pasando los ascensores, al ambiente cambia con varios locales comerciales e incluso un restaurante que vale la pena visitar. Bueno Sik Gaek está allí desde hace poco más de dos años (antes estaba a la vuelta y atendía solo a la colectividad), ofreciendo clásicos coreanos entre negocios varios como una vinoteca, una empresa de servicio de cable coreana, un salón de belleza o un vivero. Al mejor estilo comedor, con mesas numeradas y sillas de salón, los mozos son ágiles y entregan una suerte de formulario con las comidas (en coreano) para que los comensales marquen los platos elegidos; los hispanohablantes pueden pedir traducción, solicitar carta en español o simplemente marcar platos al azar y arriesgarse.
Para los que busquen platos más suaves, una buena opción puede ser el ya conocido Bibimbap (un arroz revuelto con variedad de verduras, huevo y carne; $300) o el más arriesgado y veraniego Mul Neng Mion (fideos en sopa fría servido con hielo granizado, pepino, huevo duro, carne, láminas de nabo; $300). Para los que quieran intensidad, el Yuk Gae Tang (sopa picante con carne y verduras; $350), la carne de asado en lonjas picante ($400) y el Bi Bim Neng (calamares salteados picantes; $400). Cada plato incluye una variedad de banchan (platitos de gentileza, con pickles, tortilla, kimchi, algas, entre más variedades) y un bowl de arroz blanco.
Para beber, hay soju (destilado coreano de arroz) a $250, cervezas de litro a $180/250 y vinos de reconocidas bodegas (Luigi Bosca Malbec, $750). Tienen un gran jardín semi descubierto (donde entran más de 50 personas) ideal para agasajos y festejos.
Oculto de la calle, Bueno Sik Gaek bien vale una visita a la galería.
Bueno Sik Gae queda dentro del Morón Tower, Morón 3363, Loc. 4. Teléfono: 4672-5714. Horario de atención: lunes a sábados de 11:30 a 15 y de 17 a 22. Solo efectivo.
Camuflado de parrilla
A simple vista Makarios podría ser una típica parrilla argentina: chorizo, morcilla, mollejas, chinchulines, asado, vacío, entraña, en un ambiente informal, de aires algo rústicos y populares. En la puerta suele haber cola de gente pidiendo choripanes y sándwiches para llevar, hay también mesitas en la calle, heladera con cerveza, bolsas de carbón y leña a la vista. Pero luego el lugar suma un par de detalles que llaman la atención: por ejemplo, que el asador y la cajera son coreanos. Es que, efectivamente, Makarios es uno de esos lugares únicos en la ciudad, cruce de inmigraciones y culturas, en este caso combinando el clásico asado con los sabores de Corea.
Simón Kim vive en Argentina desde hace más de 40 años; tras más de una década trabajando en el rubro textil, en 2017 arrancó con este emprendimiento gastronómico que funciona a sala llena todos los días. Con un mix de público local y de la colectividad asiática, la carne que ofrece es simplemente espectacular, cocinada a fuego lento sobre brasas de leña y carbón. Lo mejor es pedir el asado libre ($750 por persona), que trae sabores de un lado y del otro del mundo. Además del chinchulín, riñón, asado, chorizo y morcilla, llega una ensalada, arroz blanco, kimchi y una sopa picante de kimchi. Sin dudas, es un gran lugar para ir con amigos y quedarse toda la tarde comiendo, aunque también son muchos los que compran al paso y llevan la comida a sus casas o al trabajo. De importante tamaño y best buy es el bondiopan ($220), el clásico choripan ($130, ideal con la salsa criolla picante casera), el vaciopan ($240) y el “tapa de asado pan” ($220). Los chinchulines merecen aplausos ($300), lo mismo que la entraña al asador ($450), el asado ($450) y la bondiola ($450).
Para beber ofrecen cervezas (Quilmes de litro a $180), vinos (Saint Felicien, $650), aguas y gaseosas (entre $70/$90) y por supuesto, soju ($250), algo que no puede faltar en las mesas coreanas.
Una rara avis para acercarse a los sabores del Lejano Oriente.
Makarios queda en Felipe Vallese 3130. Teléfono: 4040-4843. Horario de atención: lunes a sábados de 11 a 22. Solo efectivo.
Hogal dulce hogal
En una zona tranquila y residencial, Urijib (que en coreano significa “mi casa”) funciona en lo que alguna vez fue justamente la casa de su propietario, Daniel Lee. Daniel llegó a la Argentina hace más de 25 años, primero se dedicó a la galvanoplastía hasta que decidió retirarse del rubro y convertir su hogar en un restaurante donde combina la cocina tradicional coreana con el asado criollo. Junto a su esposa Andrea armaron todo desde cero: desde el muro troquelado con arte coreano que abarca el salón hasta la iluminación especial multicolor intermitente que se oculta entre las paredes, pasando por los “porta asados” (son súper ingeniosos, los creó Daniel para que no se resbale la bandeja al momento de servirla en la mesa). El lugar cuenta con dos salones privados para 12 personas cada uno, una cocina a la vista, un salón principal luminoso para 40 personas y, yendo hacia atrás, un espacio para eventos y agasajos privados de hasta 50 personas con karaoke de canciones coreanas incluido. Como toda buena casa, Urijib tiene lugares para cada necesidad.
La carta ofrece platos típicos coreanos como el Bibimpab (arroz revuelto con verduras, huevo y carne; $250), Jeyuk Bokkeum (salteado de lonjas de cerdo marinado con salsa coreana Gochujang y ají Gochugaru, es dulzón y picante a la vez; $350) y el Bulgogi (carne de vaca marinada en salsa de soja, azúcar y sésamo, es levemente dulce; $350). También vale la pena probar el Sujebi, una sopa tradicional a base de carne que lleva pasta de harina de trigo hecho a mano (suerte de ñoquis), papas y verduras ($300).
Pero el plato estrella es sin dudas el costillar de asado con banchan ($750): completo y abundante, incluye el costillar asado con leña de algarrobo y quebracho durante 4 horas, ensalada, chorizo, morcilla, chinchulín, arroz y cuatro variedades de banchan coreanos como kimchi, tortilla, algas, tofu, entre otros. Lo ideal es reservar, ya que este plato suele acabarse.
Urijib es uno de esos secretos gastronómicos que Buenos Aires todavía guarda en las zonas más inesperadas.
Urijib queda en Cuenca 954. Teléfono: 2148-6850. Horario de atención: martes a domingos de 17:30 a 23.