La peor calamidad que una persona puede hacer a otra es privarla definitivamente de volver a ver a sus seres queridos, a caballo de la violencia. Eso fue lo que les hizo el último gobierno militar a miles de hombres y mujeres de nuestro país. Pero para paliar un poco tanto dolor, después de más de cuatro décadas Banfield se convirtió en el primer club de la Argentina en restituir la condición de asociados a los que fueron socios de la institución y en la actualidad permanecen desaparecidos o directamente fueron víctimas del terrorismo de Estado. A tal fin, la comisión directiva entregó carnets originales de la época a familiares y amigos de once socios/as, en un acto que contó con la participación de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, organismos de derechos humanos, legisladores, además de la adhesión vía carta de Claudio "Chiqui" Tapia, presidente de la AFA, y de numerosos clubes. 

Finalmente Alberto Pera, Alejandro Hansen, José Pablo Ventura, Eduardo Streger, Germán Gavio, Raúl Ceci, Mario Pierrepont, Leonel Saubiette, Ricardo Chidichimo, Roberto Matthews y Silvia Streger, “los 11 de memoria” –como los definió el espacio colectivo Banfield por los Derechos Humanos– recuperon su status societario en un emotivo evento que tuvo lugar en el “Espacio Banfileño” de un estadio Florencio Sola que lució atiborrado de gente.

Tras la proyección de un video en el que futbolistas del plantel masculino (por caso, Renato Civelli, Jesús Dátolo y Agustín Urzi) y femenino nombraban a cada uno de los once homenajeados, abrió el acto Lucía Barbuto, de 33 años y la única mujer que en la actualidad detenta la presidencia de un club de Primera: "Entendemos la identidad como un derecho y acciones como ésta ayudan, porque la verdad sana", dijo la titular banfileña visiblemente emocionada.

Lita Boitano, de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, relató que era "la tercera vez que acudía a una cancha" y que la segunda fue el año pasado, cuando en el estadio de River y durante un homenaje a los campeones del '78 vio llorar al Pato Fillol, que le decía que se sentía "en deuda porque ellos como jugadores desconocían lo que pasaba" en esa época. 

Asimismo, el periodista de FM Octubre, Ezequiel Fernández Moores, señaló: "Pasé por muchas situaciones, pero ninguna como ésta. Dicen que la memoria futbolera es corta, se gana un domingo y ya está. Pero este evento demuestra que la memoria es bien larga".

A su turno, Delia Giovanola (Abuelas de Plaza de Mayo) erizó la piel de toda la concurrencia con su ponencia: "Hay un rincón de Banfield en el que supongo que murieron mi hijo y mi nuera embarazada de ocho meses. Como abuela, todo este tiempo busqué un niño y me encontré con un hombre de 39 años. Pero no aflojamos y aún seguimos en busca de otros 350 nietos".

Sergio Smietniansky, integrante de Banfield por los Derechos Humanos y miembro activo de la Subcomisión de Socios), remarcó: "Cumplo un sueño, el de homenajear al '11 de memoria', un equipo que se la jugó de verdad; no marcó, pero nos marcó a todos. Y fueron felices en el club del que Evita se hizo hincha".

Antes de la entrega de carnets a familiares y amigos de las víctimas, el cierre fue de dos Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Taty Almeida se ocupó de remarcar que "había que reivindicar a estos once y a los 30.000 desaparecidos". Y Nora Cortiñas concluyó: "Hay que apoyar a la Justicia para que ningún genocida camine libre por la calle". 

Terminado el sentido homenaje, en la noche fresca en el Sur del conurbano se podía respirar un confortante aire de memoria, verdad y justicia.