La central única siempre ha sido una aspiración pero sólo existió en pocos momentos en la historia del movimiento obrero. La CTA se creó en 1992. Dos factores promovieron la escisión de esos gremios de la CGT. Por un lado se había desplazado a la conducción combativa de Saúl Ubaldini. Por el otro, la nueva CGT se planteaba una relación conciliadora con el gobierno de Carlos Menem que ya aplicaba políticas de ajuste, flexibilización laboral y destrucción de las empresas públicas.
Dos dirigentes que habían participado en la conducción de la CGT, Mary Sánchez, de CTERA, y Víctor de Gennaro, de ATE, serían los principales impulsores de la nueva central, que comenzó con el ambiguo nombre de Congreso de los Trabajadores Argentinos. En ese momento, había alguna expectativa de que se produjera un reordenamiento dentro de la CGT y que la separación no fuera definitiva. Casi un año después, en una asamblea general de delegados que se realizó en el Luna Park, asumió el nombre de Central y se institucionalizó la división.
Detrás de la nueva formación gremial hubo un inspirador: Germán Abdala, que provenía de ATE y como diputado había promovido al Grupo de los 8 que se separó del bloque del PJ menemista por la orientación neoliberal de Menem. Abdala promovió el Grupo de los 8 a nivel parlamentario y respaldó a De Gennaro en la separación de la CGT para formar la CTA. Pero murió apenas un año después.
Frente a la pasividad de la conducción cegetista ante el ajuste, el crecimiento del desempleo y la desprotección de los trabajadores durante el menemismo, la CTA se convirtió en la contracara. Fue un foco de convocatoria para la resistencia popular. Dio cabida a los organismos de derechos humanos, y a los nuevos movimientos sociales, realizó la impactante Marcha Federal y las reuniones preparatorias de los primeros actos masivos del 24 de marzo se hicieron en su sede de la calle Independencia. También convocó al referéndum del Frenapo contra el hambre, como hechos destacados de esa lucha.
Dos años después se crearía el Movimiento de los Trabajadores Argentinos, con Alicia Castro y Hugo Moyano, pero este agrupamiento de varios gremios combativos se planteó como corriente interna de la CGT.
La CTA (que después sufrió otra escisión) y el MTA constituyen el antecedente de la fuerza gremial que confrontó con el macrismo, como antes lo hizo con el menemismo. Las dos CTA, más Hugo Moyano, más los gremios que conforman la Corriente Federal de los Trabajadores, vienen actuando en conjunto desde hace por lo menos tres años.
Separados como centrales o agrupamientos, pero unidos en la acción, fue la consigna que determinó esa confluencia en la lucha contra las políticas neoliberales del gobierno de Cambiemos. Esos tres años de compartir la resistencia y rechazar los intentos del oficialismo para dividir al movimiento sindical a través de dádivas y concesiones parciales a algunos gremios, ablandaron al mismo tiempo el camino hacia esta nueva decisión de la CTA que encabeza por Hugo Yasky.
La incorporación de la CTA puede provocar un proceso de reacomodos internos en la CGT ya que se calcula que el gremio docente tiene unos 250 mil afiliados. Después del gremio de Comercio, sería el que tiene más afiliados y, por lo tanto, aportará numerosos delegados a los congresos del Comité Central Confederal que elige la conducción de la central.
Así como la salida de la CTA, en 1992, fue producto de reacomodamientos que apuntaban a ubicar a la CGT en el modelo neoliberal del menemismo, su reincorporación empezaría a jugar en el proceso de reordenamiento que ya se está produciendo a partir de la candidatura de Alberto Fernández en el Frente de Todos.
El Frente Sindical para el Movimiento Nacional (Fresimona), donde participan muchos de ellos, más otros gremios de la industria, ha sido una manifestación de ese proceso.
Los nucleamientos que se reunieron en la resistencia callejera contra el neoliberalismo tendrán un fuerte protagonismo, seguramente, en las pujas que determinen una nueva conducción que esté en paralelo con el proceso de confluencias que abrió la candidatura de Alberto Fernández.
Pero es un proceso que apenas empieza. En perspectiva, se plantea un escenario complejo para los trabajadores, que han sido muy golpeados por las políticas del macrismo. Y que, aún en el caso de que Alberto Fernández gane las elecciones, deberán transitar todavía el difícil camino de reconstrucción de una economía devastada.