Miguel Angel Isa nació el 6 de mayo de 1960, en Colonia Santa Rosa, en un hogar que se encargó de definir como humilde.
Creció en el interior de Salta, hasta que a los 17 años llegó a la Capital, donde su primer trabajo fue de vendedor ambulante “de todo”, según contó en una entrevista televisiva en Canal 11.
A la política llegó de la mano de su hermano Daniel, fallecido en 2011, que durante años se lo catalogó como uno de los estrategas del Partido Justicialista y el puntal de la carrera política del actual vicegobernador.
Sus primeros registros en la militancia datan de la época de Roberto Romero, gobernador peronista electo en 1983. A partir de ahí iría escalando posiciones en el PJ hasta llegar a obtener en 1993 su primer cargo electo de concejal por Salta.
En ese lugar permaneció hasta el 2001, producto de tres reelecciones más. En su último mandato logró presidir el organismo legislativo municipal y desde ahí pegó el salto a la Cámara de Diputados de Salta.
Imbatible en las urnas a los dos años, en 2003, accedió a la intendencia de Salta, donde finalmente logró destacarse como uno de los pesos pesados de la política provincial y partidaria en el justicialismo.
Gestión municipal
Una de las cualidades de Isa sin dudas es su capacidad para convertir un hecho desafortunado en virtud y la otra su habilidad para desenvolverse en los medios de comunicación.
Así por ejemplo, durante las reiteradas inundaciones que se daban todos los veranos en la ciudad, se mostraba en la primera línea de ayuda, logrando revertir la mala imagen por las faltas de obra de saneamiento. Otra estrategia exitosa era la de abrir varios frentes de obra simultáneos que quedaban así durante mucho tiempo y daban la sensación de una ciudad en permanente progreso, de la cual se jactaba en los avisos oficiales de la municipalidad.
Isa logró transitar dos gestiones sin mayores complicaciones, a pesar de hacerlo con dos gobernadores distintos, Juan Carlos Romero, con el que nunca tuvo una relación cercana pero se benefició indirectamente de las obras que el mandatario provincial hacía en la ciudad, y Juan Manuel Urtubey, con quien sí mantuvo una estrecha relación.
En 2011 ganó por tercera vez la elección para intendente, pero esos cuatros años se le harían cuesta arriba. En 2013 el desgaste propio de permanecer diez años en un mismo cargo, sumado a una serie de medidas como un importante aumento de los impuestos municipales, le ocasionaría el simbronazo más fuerte de su carrera política.
Si bien él no estuvo como candidato, el PJ, acostumbrado a hacer muy buenas elecciones en la última década, sufrió en Capital una paliza histórica contra el Partido Obrero que se traduciría en quedar en minoría dentro del Concejo Deliberante y perder bancas en ambas Cámaras Legislativas.
Isa quedó apuntado como uno de los responsables del voto castigo. Sin embargo a nivel personal, en simultáneo a las elecciones provinciales, logró que su hija Evita, se convirtiera en diputada nacional. Igualmente los dos últimos años en la intendencia serían muy difíciles para Isa, cuya imagen desteñida era cuestionada por los salteños.
La gobernación, ese objeto del deseo
En ese contexto consideró que podía dar el salto a la gobernación, primero apoyando fervorosamente la frustrada candidatura presidencial de Juan Manuel Urtubey en 2013 para despejar la cancha y que no se presente a una reelección, cosa que finalmente sucedió. Y luego armando fórmula con su hoy rival en las internas, Sergio Leavy.
La aventura finalizó con el ofrecimiento de Urtubey para que lo acompañe como vice en lo que sería su último mandato. Isa leyó que así quedaba bien ubicado para construir en cuatro años una nueva candidatura para llegar al Grand Bourg.
De la intendencia se iría con varias quejas de los vecinos pero principalmente por el estado de las calles, en algunos casos repletas de baches. Al respecto meses antes de terminar su mandato prometió que finalizaría su gestión sin dejar ningún bache, algo que no estuvo ni cerca de cumplir.
Pero a pesar de ser uno de los primeros en expresar sus intenciones de ser gobernador, nunca pudo ser elegido como el candidato oficial, principalmente porque los números en las encuestas no lo acompañaban.
Entreverado entre un grupo de nombres se sostuvo aún ante la adversidad y las señales en contrario que le enviaba Urtubey, que le llegó a ofrecer la posibilidad de ser candidato a senador en estas elecciones nacionales.
Isa, por el contrario, siguió firme en su convicción y se benefició inesperadamente de un acuerdo entre el PJ y el Partido de la Victoria, para replicar a nivel provincial el Frente de Todos. Sin embargo, tuvo que recurrir a la justicia electoral para que se lo habilite a competir en una interna ya que la junta electoral del Frente había definido que se iría con la candidatura única de Leavy.
Actualmente lleva 26 años consecutivos ocupando algún cargo electivo en la función pública y, a pesar de lo que marcan las encuestas previas, se ilusiona con dar la sorpresa el domingo que le permita seguir compitiendo en las generales de noviembre como el candidato oficial del kirchnerismo.