Cuatro obras, y una de ellas de estreno. La posibilidad, entonces, de asistir a una retrospectiva de Matías Martínez, y a través de ella ingresar en su voz poética y teatral. “En realidad, todo esto surgió cuando llevamos a Parque de España el proyecto del espectáculo que vamos a estrenar: A la vasta criatura apodó Golem; y de ellos apareció el interés de hacer un ciclo. Y sí, es un reconocimiento a la actividad que desde hace 25 años vengo formulando e investigando sobre el teatro en Rosario”, refiere el dramaturgo y actor a Rosario/12.

En las instalaciones de Parque de España (Sarmiento y el río), el ciclo Derivas teatrales: Matías Martínez reunirá las obras H (hoy a las 21, en Túnel 3); Horacio, amigo de Hamlet (viernes 11 y sábado 12 a las 21, en Túnel 4); Representación nocturna del Marqués de Sebregondi (viernes 18 y sábado 19 a las 21, en Túnel 4); y A la vasta criatura apodó Golem (viernes 1, sábado 2, viernes 8 y sábado 9 de noviembre a las 21, en Teatro Príncipe de Asturias).

“Es interesante porque se va a poder ver una sucesión de espectáculos que, de alguna manera, hablan de cierta evolución, de cómo uno fue produciendo. A la vez, creo que el conjunto de la obra termina por excederlo a uno, porque si fuera por mí, esto es algo que nunca hubiera hecho. Nunca tomo lo que hago como algo demasiado importante para los demás, aun cuando lo sea para mí, porque no tengo otra forma de llevar adelante mi vida. Por otro lado, y en función de los espectáculos que he elegido, esto hace que me ponga a pensar si en mi obra se distingue alguna línea estética. Es una pregunta que me surge ahora: si hay algún elemento que me define en relación a la escena”, prosigue Martínez.

El recorrido elegido contiene -si bien en ausencia- un momento fundante. Tiene que ver con Pelo de grasa, la obra estrenada en 1994, piedra basal en la trayectoria de La Piara (Junta Parateatral), el grupo que Martínez conformara junto a Martín Fumiato y Matías Tamburri. “Pelo de grasa quedó afuera porque tocar esa obra sería romper cierto mito, como a veces sucede con esas bandas que vuelven luego de varios años, y que han originado algún tipo de ruptura o mostrado algún aspecto contracultural, algo que me parece operó con esa obra en el contexto teatral. Mejor que quede en un lugar del recuerdo”, explica.

En otro orden, Martínez destaca que “una de las cuestiones que me han interesado siempre es moverme continuamente de un lugar que resulte reconocible. Hay una frase de Alberto Ure que dice: ‘prefiero ser un blanco móvil’; en ese sentido, siento que nunca me he encasillado demasiado en una estética determinada; he hecho obras tan dispares como Pelo de grasa y Esperando la carroza, o la que vamos a hacer ahora, que estéticamente es completamente diferente a lo que hecho en todos estos años”. De esta manera, la elección de las obras implica, por un lado, “espectáculos que han sido premiados, que han recorrido festivales nacionales e internacionales, representando a Santa Fe en la Fiesta Nacional del Teatro; pero también fueron espectáculos que marcaron puntos de inflexión en mi carrera”.

¿Cuál sería, entonces, la constante estética en el teatro de Martínez? Shakespeare -una buena pista- ronda en dos de los títulos. Y lo hace a través de Hamlet. “Hay un tema, hay un personaje, y hay un universo, que es el universo shakesperiano. Hamlet, principalmente, es una obra que siempre me ha obsesionado, como sucede con ciertos textos y autores a los cuales vuelvo permanentemente. En estos dos espectáculos –H y Horacio, amigo de Hamlet- está permanentemente mostrado el universo, pero la cuestión hamletiana se cruza en casi toda mi obra. H es un cruce entre Hamlet y Los siete locos, de Arlt, y Horacio es una versión en monólogo del único sobreviviente de la tragedia, que dice poder dar cuenta de cómo sucedieron los acontecimientos. En el último acto, cuando entra el príncipe de Noruega a reclamar unas tierras que perdió y ve esa cantidad de cadáveres, Horacio le dice que le va a contar cómo sucedieron los acontecimientos. Así surge este texto. Al ser la voz oficial, Horacio puede contar a su antojo lo que él cree o querría”.

 

Entre esas lecturas recurrentes, figura también Osvaldo Lamborghini –“un autor al que empecé a leer obsesivamente”-, cuyo cuento El niño proletario despunta en Representación nocturna del Marqués de Sebregondi. En cuanto a A la vasta criatura apodó Golem, las referencias citan tanto el verso de Borges, como la leyenda hebrea y el mito de Caín y Abel. “Los temas que generalmente abordo, con los cuales tal vez esté un poco obsesionado, están ligados con la perversión que hay en la construcción de los vínculos humanos, y con la presencia permanente del sexo y la muerte en ese intercambio. En Caín y Abel está referido el primer homicidio, el que abre la compuerta de la sangre que luego, a lo largo de la historia, se irá perfeccionando con herramientas, con maquinarias, con muertes mucho más sofisticadas. El espectáculo se divide en dos partes, la primera a partir de una versión bíblica, con una lectura muy libre; y en el segundo acto vamos a una etapa moderna, donde hay una sucesión de momentos vinculados con esa maquinaria de muerte. En cuanto al Golem, se vincula también con esa metáfora que es la misma creación hecha por el hombre la que luego se vuelve en su contra. Ahí podrían entrar todos aquellos ejemplos que cada uno quiera: el holocausto, la dictadura argentina, el capitalismo”.