“¿Eutanasia, sí o no?”, preguntó el veterinario colombiano Santiago Acosta señalando la pantalla gigante ubicada en el centro de la Expo Cannabis. Allí se dispararon dos videos: el primero era de un perro postrado que había perdido toda capacidad de movimiento después de ser atropellado; luego el de un gato que caminaba en una especie de repetición infinita, que sólo podía comer cuando sus dueños lo tomaban en brazos para que dejara de hacerlo. “Los modelos de investigación de cannabis sirven tanto para humanos como para el resto de los animales”, dijo Acosta, al tiempo que pasaba a sus siguientes videos. En ellos, los dos animales, luego de ser medicados con cannabis durante casi un mes, mostraban increíbles signos de recuperación. Caminaban tranquilos y jugaban con sus dueños. “Para estos dos animales, si no hubiesen tenido cerca el cannabis como medicina, lo único que restaba era la eutanasia.”
En el medio de una charla sobre cannabis medicinal a cargo de la ingeniera estadounidense Mara Gordon, y de una descripción acerca de los usos del cannabis vaporizado hecha por el médico alemán Janosch Kratz, la charla “Cannabis medicinal para mascotas” podía resultar una rareza. No estaba orientada al grueso del público que colmaba el predio. Quedaban afuera aquellos que buscaban una solución para sus enfermedades y también los que perseguían un camino para potenciar el placer que obtienen de sus plantas. Pero nadie se movió de sus asientos ni dejó de observar la pantalla. El centro del predio, destinado a las charlas y conferencias, se iba nutriendo cada vez de una mayor cantidad de público.
“El sistema endocannabinoide, que es un conjunto de componentes y receptores que tiene nuestro cuerpo, es el que nos permite estar vivos, respirar, coordinar nuestros movimientos. Ese sistema es similar en todos los mamíferos. Y sobre ese sistema actúa el cannabis. Tiene la capacidad de regularlo”, explicó Acosta, quien aclaró que todas sus investigaciones en Colombia pudieron avanzar ya que están contempladas por la legislación de su país. “Con los animales nos encontramos con otros problemas: ¿cómo logramos que lo ingieran? No hay inhalación y las vías orales suelen ser más complicadas. Por eso es tan necesario el trabajo con los tutores de las mascotas, que están obligados a hacer un seguimiento cotidiano si quieren obtener buenos resultados”.
Así como el cannabis aparecía como una solución para esas mascotas que había filmado, Acosta explicó que también podía ser utilizado en enfermedades como el asma, la artrosis, enfermedades neurológicas y el EPOC. “De la misma forma que funciona para humanos”, aseguró el veterinario, quien organizó una diplomatura en la Universidad del Rosario en Bogota para la formación de veterinarios en el uso del cannabis. “Lo que hemos detectado es que los perros tienen una mayor sensibilidad al cannabis, responden de forma más rápida e intensa. El cannabis que extraemos no puede causar una muerte, pero sí episodios de hipersensibilidad. Por eso debemos avanzar de manera muy lenta con la posología y las dosis diarias.”
Ese proceso paulatino de encontrar el punto justo que cada mascota necesita es el mismo del que se había hablado durante toda la jornada cada vez que se mencionaba el uso medicinal que le daban las personas al cannabis. Para Acosta, esos puntos en común, además de las enfermedades que podían padecer, eran las curas que podían encontrar. “Con perros y gatos nunca tuve un mayor incidente, aunque tampoco es para todo ni para todos”, finalizó. “Comprender la manera en que el cannabis funciona con los animales nos va a dejar comprender aún más cómo funciona en los seres humanos.”