La frase repetida empezó a parecerle la contraseña de una nueva enfermedad: “estoy en un tono muy alto”. Hace siete años, cuando comenzó a ofrecer tratamientos en base a cannabis, eso escuchaba una y otra vez en su consultorio la médica colombiana Paola Pineda, quien brindó la conferencia titulada “Estrés” en la tercera y última jornada de la Expo Cannabis.
Los relatos de los pacientes “coincidían en ser ansiosos, bravos, irritables, que todo les molestaba, insultaban a todo el mundo, no dormían“, recuerda en la entrevista con Página 12. “Se estaban refiriendo a un trastorno de ansiedad importante, a una carga profunda de estrés, y empecé a estudiar eso con el tratamiento de cannabis que utilizaba en mis otros pacientes”.
El primer acercamiento de Pineda al cannabis medicinal se había dado poco tiempo antes, cuando acompañó a una paciente con SIDA para paliar los dolores a causa de su enfermedad, luego acompañó a pacientes con epilepsia, dolores oncológicos y cáncer. “Los médicos tenemos la obligación de buscar soluciones nuevas a problemas complejos que hemos tratado de resolver de la misma forma. El estrés es uno de ellos”, asegura esta médica cirujana formada en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, especialista en Derecho médico y Máster en VIH. “Vivir en este mundo de competencia, donde el poder es dinero, el ego y el sobresalir están por encima de todo, nos pone en un estado de constante tensión. Y descubrimos que el cannabis es una gran herramienta para modificar esa situación”.
¿De qué manera el cannabis puede ser una solución al estrés?
Nosotros tenemos un sistema que nos regula, al que llamamos autónomo. Ese sistema a su vez se divide en dos: un sistema simpático y uno parasimpático. El primero es el que nos permite huir o luchar; el segundo nos permite relajarnos, tranquilizarnos, recuperarnos. El cannabis pone en funcionamiento las mismas funciones de nuestro sistema parasimpático. Hay una imagen clara: vamos caminando por una selva y nos encontramos un tigre, ahí se activa el simpático porque necesitamos salir corriendo. Pero una vez fuera del peligro ese sistema debe silenciarse. Y eso no es lo que pasa día a día. Nos quedamos todo el día con el tigre al frente. Todas las situaciones se nos vuelven amenazantes. Y vemos un tigre en el jefe, en las parejas, en los amigos, en el paciente. Vivimos en un “tono alto”, somos reactivos permanentemente. ¿Qué pasa allí? Ese estrés a la larga es la causa de muchas enfermedades. El cannabis nos permite entonces activar el sistema parasimpático, que tiene entre sus funciones la reparación celular, y que nuestro organismo vuelva a ese equilibrio perdido.
¿Qué resultados obtuviste en los tratamientos de estrés con cannabis?
Todos esos pacientes que llegaron por “tono alto”, los empezamos a modular con cannabis. Muchos de ellos ya están medicados con ansiolíticos, pero con eso no mejoraban su ansiedad. En la mayoría de los casos funcionó muy bien en cannabis, aunque no alcanza solamente con esa sola herramienta. He tratado con cannabis a pacientes que van desde los dos meses de vida a los 104 años. Pero los pacientes deben cambiar sus hábitos de vida. No es solo cannabis lo que actúa, sino mejorar la alimentación, dormir mejor, hacer ejercicio, meditar, hacer yoga. Es un manejo mucho más integral al que tenemos que apuntar. Cuando el paciente no está empoderado, informado, le está entregando ese poder al terapeuta o a una gotita “mágica”. Eso nunca va a alcanzar para salir de una patología como el estrés.
¿En algún caso el cannabis tuvo efectos secundarios o nocivos en sus pacientes?
Hay una frase de uno de mis maestros que dice: "el problema nunca son las sustancias, sino el mamífero que abre el bote". Y eso tiene que ver con la información que necesitamos para poder autoregularnos. El cannabis no es que sea completamente inocuo, pues tiene toxicidad. Pero eso depende de quién y de cómo lo usa, del contexto, de la intención con que lo haga. La ventaja del cannabis es que lo peor es que te puede pasar es que no te haga nada o te de una intoxicación que se te va a quitar al poco tiempo. Los medicamentos psiquiátricos a largo plazo, en cambio, producen un montón de efectos secundarios, un estado amotivacional, de desconexión con la realidad. El cannabis ha funcionado como una puerta de salida para deshabituar a pacientes en el consumo de drogas pesadas, y a disminuir la medicación psiquiátrica o ansiolítica. Esa simbología en la que nos hacían pensar que era la “puerta de entrada” hacia drogas duras es la que también debemos transformar, para poder darle al cannabis el real significado que tiene y compartirlo con los pacientes.