Durante décadas la historieta argentina que llegaba a los kioscos fue “de aventuras”. Un paraguas semántico que cobijaba cantidad de géneros donde los protagonistas devenían héroes que sorteaban varias peripecias por capítulo: westerns, gauchescas, de guerra, históricas, ciencia ficción y alguna fantástica. Cada tanto aparecía una serie que cambiaba el juego. En 1957, y unos meses antes que El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld y Hugo Pratt cambiaron la historieta bélica argentina. Lo lograron con Ernie Pike, corresponsal de guerra, que salió en la revista Hora Cero (cuando aún era mensual) y que ahora recopila Planeta Comic en cinco volúmenes (por el momento lanzaron tres). La recopilación incluye sólo el período dibujado por Pratt (luego HGO siguió con Alberto Breccia y Francisco Solano López) y el texto original en castellano.

Es fácil entender la potencia de Ernie Pike. No es un héroe. No salva a nadie, excepto la memoria de quienes ya no están. En ese sentido, esta obra de Oesterheld es de una potencia poética que reaparecerá más tarde, en Mort Cinder. La influencia del personaje se puede trazar en el “Mosca” del Eternauta, pero aquí permea todo el aire filosófico, melancólico, y entre apesadumbrado y optimista (ambos sentimientos conviven) respecto de la naturaleza humana en el contexto de una guerra brutal.

La influencia también se puede rastrear en otros autores, que le siguieron e intentaron (sin el mismo resultado). En 1957, la Segunda Guerra Mundial estaba fresca y más aún las que le siguieron como escenario para la Guerra Fría de las superpotencias. Las historias bélicas mínimas permanencían en la memoria del guionista y a su talento no le era difícil captar esa fina sutileza del valor en condiciones imposibles que escapa a las siguientes generaciones, sencillamente por la distancia con la experiencia. De todas las que le siguieron, pocas consiguen una mirada suficientemente cercana. Una de ellas es Tortas fritas con polenta, coescrita por un veterano de Malvinas, pero es un relato de otro orden: autobiográfico y documental, muy distinto a la ficción “aventurera” de Oesterheld y Pratt.

Desde lo formal, y a más de 60 años de su aparición, es imposible no leer a Pike excesivamente textuado. Oesterheld se carga el peso simbólico del relato, como para asegurarse que el lector entienda su espesura. Aún así, envejece muy bien comparado con otras obras del período. El mismo Eternauta, por ejemplo, se lee hoy con mayor pesadez que Pike, quizá porque el corresponsal de guerra está justamente oficiando de cronista y le cuenta directamente al lector.

Lo del plumín italiano aquí merece párrafo aparte. Este era un Pratt mucho más cercano a lo que se esperaba de un dibujante industrial en aquella época, con la publicación de revistas de historietas aún rozagante. En 1957 faltaban todavía nueve años para que apareciera el Corto Maltés, donde empezó a aflojar su línea, que cobró gracia y soltura. Este Pratt era de otro tenor. Había un acercamiento más tradicional a la obra y una atención puesta sobre trajes, uniformes, vehículos de tierra, aire y mar, que con el correr de los años iría aflojando para ganar fluidez. De hecho, hay quienes prefieren este Pratt al que le siguió. Su dibujo cumple con el lector, a quien lleva a recorrer los teatros de guerra que son, también, los del alma humana.


Lanzamientos

Sabrina (Nick Drnaso / Salamandra Graphic)

Esta novela gráfica viene precedida por un enorme reconocimiento de la crítica. Y no es casual: Drnaso profesa un dibujo meridianamente claro y austero que pone eso al servicio de reflexiones profundas en torno a los medios digitales, los tradicionales, las decisiones de vida y el modo de lidiar con tragedias e imprevistos. E autor ofrece una mirada minuciosa sobre estos asuntos y empuja al lector a reconocer que, en verdad, no sabe qué haría él en lugar de los protagonistas. Allí está su acierto.

La caja (Esteban Podetti / Historieteca Editorial)

Dos líneas. O una línea y un dibujo. Eso le alcanza a Podetti para construir chistes poderosos en plena era del meme. Aquí aúnan varias virtudes del humor gráfico. La capacidad de síntesis es una de ellas, con el agregado de que además no va reñida con la capacidad gráfica. Pero además, su autor es tan empático como impiadoso con sus personajes, que en general son muchachos que no entienden muy bien qué sucede a su alrededor. La extrañeza da camino al ridículo y eso, a la carcajada.

¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah! (Alberto Breccia / Hotel de las Ideas)

Es inusual e interesante ver un trabajo del Viejo Breccia donde su gráfica trabaje con la línea. Aún si esa línea es resultado de una experimentación con el color, como es este caso. Este libro reúne varios relatos mudos en los que el autor reinventa la figura del conde vampiro y lo situa en los ‘70, melancólico y espantado por las atrocidades humanas. en este trabajo realizado en plena dictadura cívico-militar, Breccia explicita ese horror y suma otros más sutiles, con igual carga social.

Lenin TV (Bruno Bauer / Ediciones La Parte Maldita)

Bauer se tira con todo y contra todos. Hace humor político, pero no sobre políticos ni de coyuntura. Y por momentos es brillante con su mirada quirúrgica y su representación cabal de modelos sociales. ¿Hay humor demasiado inteligente? Quizá. Bauer se tira tanto contra todos pero, si es cierto que el humor es complicidad y picardía compartida, su gesto lo vuelve inalcanzable. Así, entre momentos genuinamente buenos, parece que le hablara sólo a un séquito de puaneros iluminados.


Viñetas

Otero gana el FNAC

La historietista argentina Soledad Otero (Intensa, Siempre la misma historia, Poncho fue) ganó el XIII Premio FNAC-Salamandra de novela gráfica con Naftalina. El premio tiene una dotación de 10.000 euros y se publicará en 2020. El jurado consideró que la obra de Otero “construye un retrato de la realidad argentina desde la emoria personal y familiar” y que “la historia se proyecta sobre un entorno urbano que se eleva como protagonista”. Además, el jurado destacó el “brillante planteo gráfico” y “la calidad de la propuesta”.

Preventas para todes

La cercanía de Crack Bang Boom, la convención internacional de historietas que se realiza anualmente en Rosario, alimenta el furor de las preventas. La estrategia comercial fue clave para sostener la producción editorial local en estos últimos años. Al menos media docena de ventas anticipadas buscan tentar a los lectores con descuentos o “extras” de algún tipo. LocoRabia acude con fuerza a esta estrategia para tres lanzamientos: Ladrones y Mazmorras vol.2 (Rodolfo Santullo y Jok), El Rey de la historieta (Federico Baert) y para Un tipo normal (Fran Fantino). Maten al Mensajero también apuesta al guionista uruguayo con Pintamonos (Santullo-Leo Sandler). Le Noise busca sacudir el avispero superheroico con Wormboy (Renzo Podestá). El mecanismo está particularmente integrado en las editoriales más jóvenes, a las que incluso les permite su misma existencia o nacimiento. Así, Barro Editora espera financiar KaniKama, de Camila D’Onofrio, lo mismo que hizo con sus anteriores lanzamientos. Blackbird Ediciones respalda la antología de historietas breves 8track+anthology vol.1, compilada por Mir Uberti y con varios autores. Deriva Editorial prevende Gunvara, de Pablo Ontivero y Lucas Vassallo. CBB se celebrará desde el jueves 10 de octubre hasta el domingo 13 y tendrá su sede central en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Sargento Cabral y el río Paraná) y los galpones municipales aledaños. Abrió la venta de entradas anticipadas en su sitio web (www.crackbangoom.com.ar ).