Ayer pasé por el campito que está frente a la estación Floresta del tren Sarmiento y me detuve a observar a un grupo de chicos jugando un picadito. Dos de estos pibes vestían la camiseta del Barcelona con el apellido "Messi" escrito en la espalda, un tercero jugaba con una del Real Madrid, el más corpulento vestía una camiseta de la Juventus de Italia y el arquero llevaba una del Flamengo de Brasil. Hace unos días, en una verdulería de mi barrio vi que el empleado tenía una camiseta del Bayern Munich. Mi amigo Amílcar no se saca la del París Saint Germain-desde hace años…
¿Qué ocurre con estos hinchas vernáculos convertidos en fanáticos del Barça, del Porto de Portugal o del Deportivo Wolfgang Amadeus Mozart de Salzburgo? ¿Qué los lleva a programar una reunión de amigos con cerveza y maní salado para ver un partido entre el Feyenoord Rotterdam y el Estrella Roja de Belgrado? ¿Cómo hacés para rimar "hinchada quilombera" con "Tottenham Hotspur"? Si sos tan hincha del Barcelona como decís, ¿puteás al árbitro en catalán cuando no te cobran un penal?
¡Dónde quedó esa sana costumbre argentina de ponerle a nuestro hijo el nombre de nuestro ídolo futbolístico! ¡Cuántos Diegos y cuántos Enzos aparecieron en este rincón del planeta en virtud de nuestra admiración por Maradona o Francescoli, como para citar sólo un par de casos! Si sos fanático del Real Madrid y gritás como desaforado sus goles, ¿sos capaz de homenajear a sus delanteros Benzema y Hazard poniéndole Karim o Eden a tu primogénito? Mi primo se mandó una parecida a esa hace unos años, cuando era fanático del Milan de los tiempos de Ibrahimovic. Y ahora en las reuniones familiares tengo que escuchar: "¡Zlatan, vení a comer! ¡Dale, llámalo a Filippo, decile que se lave las manos y venga!". Como imaginarán, Filippo es el nombre que le puso al hermanito de Zlatan debido a su idolatría por Inzaghi, aquel otro gran goleador que tuvo el Milan.
Me pregunto dónde quedará esa otra costumbre del hincha argentino de inscribir como socio de su club favorito a su hijo ni bien nace. ¿Sos capaz de cruzarte el Atlántico sólo para ir al Bernabéu a inscribirlo como socio del Real? Si sos de La Paternal como toda tu familia, ¿por qué ignoraste al entrañable Argentinos Juniors de tu barrio y hoy te paseás por el supermercado chino de la calle Boyacá con una camiseta del Steaua Bucarest? ¡Si ni sabés dónde queda Bucarest, homo sapiens con anteojos!
Nunca veremos a un niño tirolés, de un barrio de Viena jugando un picadito con la camiseta de Defensores de Belgrano... Ni a un escocés de barba candado protestando furioso frente al televisor porque Aldosivi se va para la B.
Ahora que me pongo a pensar, mi amigo Amílcar, el hincha del París Saint-Germain, tiene la camiseta que dice "Icardi". ¡Con razón está todo el día hablando con mi esposa!