Titán es un golden retriever, tiene cinco años y desde ahora, una misión: acompañar a los niños, niñas y adolescentes que deben pasar por la experiencia angustiante de declarar en un proceso judicial. La interacción con el perro ayuda a los chicos a atravesar el momento estresante de contar una situación de violencia o abuso frente a los psicólogos del Poder Judicial. "Una nena que vino a declarar dijo que Titán es lo mejor del Poder Judicial”, celebró la Asesora General Tutelar, Yael Bendel, que implementó el programa de asistencia canina.
Según contó Bendel, hace un año que desde el Ministerio Público Tutelar (MPT) inauguraron el uso de la Sala de Entrevistas Especializada (SEE), en reemplazo de la cámara Gesell. En esta sala no hay un vidrio a través del cual el juez, el fiscal y las partes pueden ver al niño mientras declara, sino que se lo observa a través de múltiples cámaras que hay en el lugar. “Pero los chicos venían a declarar y la angustia (que les provoca revivir una situación traumática) seguía”, detalló Bendel.
Al buscar una solución para este problema, explicó la Asesora Pública Tutelar, encontraron el programa “Perros de Terapia para Asistencia Judicial” que “ya está siendo utilizado en Estados Unidos, Canadá, España, Francia y Chile”. “Queríamos que esa etapa previa a la declaración sea de juego, de diversión, de intercambio de cariño”, afirmó Bendel.
Así comenzó la búsqueda de un perro para incorporar al MPT. En ese momento, Carlos Agudo, uno de los trabajadores del Ministerio que también se dedica a entrenar perros, dijo que él tenía a Titán, que ya trabajaba como perro de terapia con niños. “Titán estaba entrenado para esto”, sostuvo la Asesora Pública Tutelar.
Cuando los niños llegan al MPT para declarar, explicó Bendel, “muchas veces se da que tienen que esperar a que lleguen los jueces”. Esa espera se realiza en una sala pequeña, contigua a la SEE, donde hay sillones, juegos y pueden ser acompañados por Titán. “Los chicos se enteran que está Titán cuando llegan. Por ahora, todos se le tiran encima”, agregó.
Titán está siempre junto a Agudo, que lo tiene con una correa y sólo lo suelta con el consentimiento del niño que va a declarar. “Hay chicos que necesitan más tiempo para entrar en confianza”, afirmó Agudo.
El perro no entra a la SEE porque, acotó Bendel, “no es recomendable”. “La declaración es una etapa que debe durar poco, de un máximo de 45 minutos”, sostuvo, para así evitar el sufrimiento del niño. Por esa razón, quienes declaran no ingresan con el perro ni con juguetes: de esta forma evitan que se distraigan y se reduce el tiempo de la declaración.
Al salir de la SEE, Titán está esperando a los niños. “Lo que vimos hasta ahora es que el relato de los chicos se distiende y muchos quieren salir (de la sala) para reencontrarse con Titi, que es como lo apodaron los chicos”, describió Bendel.
Además, la Asesora Pública Tutelar contó que una de las psicólogas del MPT destacó “lo distendido y fluido de las entrevistas” después de que los chicos juegan con el perro. Según las especialistas, antes de ingresar a la SEE, la interacción con Titán “baja el nivel de estrés” y “mejora la calidad del relato”, mientras que, después de la declaración, ayuda a neutralizar la angustia producida por recordar una situación de abuso o violencia.
Agudo, por su parte, señaló que la presencia de Titán tiene “un gran efecto” en los niños. “Llegan callados, con miedo, y terminan felices --aseguró el entrenador--. (Y al entrar a la SEE) ya tienen otro vínculo con quien le toma la entrevista (que siempre es un psicólogo del Poder Judicial)”.
Por ahora, detalló la Asesora Pública Tutelar, sólo han probado el efecto de la presencia de Titán en pocos casos y los resultados han sido siempre satisfactorios. “Incluso una nena nos pidió que le saquemos una foto con Titán. (Venir a declarar) es un momento que representa ir a contar algo terrible”, contó Bendel.
Titán vive con Agudo desde los tres meses de edad. Según explicó el entrenador, Titán era el cachorro con el temperamento “más equilibrado” de su camada y esta característica es necesaria seleccionar a un perro que luego va a trabajar con niños. “Primero se educa y después se lo adiestra”, informó.
La etapa de la educación va de los 60 días hasta los 4 o 6 meses y, a través del juego, se enseña al perro qué puede hacer y qué no. “Se le hace todo lo que un niño puede llegar a hacerle”, sostuvo Agudo, como, por ejemplo, pisarle la cola o agarrarlo con fuerza. El perro en ningún momento puede responder de forma agresiva.
En la etapa del adiestramiento se le enseña al perro a obedecer órdenes básicas, como sentarse o dar la pata. “Es un entrenamiento cognitivo emocional”, señaló el entrenador. A partir de estímulos positivos, como un premio, se refuerzan las conductas permitidas. Si el perro hace algo mal, acotó Agudo, “se lo ignora” o no se lo premia.
Bendel afirmó que tienen pensado incorporar un perro labradoodle, una raza que no genera reacciones alérgicas, al programa de Perros de Terapia. Este nuevo integrante también será entrenado por Agudo para que imite la conducta de Titán.
“Este es el único lugar del país donde se hace --señaló Bendel--. El deber de todos los adultos es cuidar a los niños. Si esto (el programa “Perros de Terapia para Asistencia Judicial”) sirve, lo tenemos que repetir en todo el país”.
Informe: Ludmila Ferrer.