Organizado en el marco del ciclo "Lo trans en contexto de encierro”, se realizó ayer en la Universidad Nacional de Salta el segundo foro que reunió relatos sobre la situación que viven las mujeres y mujeres trans en la Unidad Carcelaria Número 4 de esta ciudad.
La propuesta nace desde un proyecto de investigación que realiza la universidad pública salteña. El objetivo es “volver sobre el género dentro de un contexto de privación de la libertad”, contó a Salta/12 la licenciada en comunicación y trabajadora de la unidad carcelaria, Guadalupe Macedo, quien destacó que es necesario repensar los conceptos estereotipados que aún se sostienen hacia las mujeres en las unidades carcelarias.
Macedo, quien trabaja hace tres años en la institución, afirmó que solo “se les enseña labores femeninos”. A pesar de que existe la opción de estudiar, se prioriza el desarrollo de algún oficio como cocina, limpieza y jardinería.
Es necesario “reconstruir la idea de mujeres y disidencias que se tiene dentro de las estructuras penitenciarias”, asintió Macedo. Explicó que “se piensa un tipo de mujer” que debe “educarse ahí adentro”.
“Es mayor el beneficio si estás en la cocina que estudiando”, indicó. Por ello, “el mayor número de mujeres prefiere trabajar y hacer un oficio”, ya que recibe una retribución económica, aunque ínfima. Para las mujeres que deciden dedicarse a un oficio la retribución mensual es de $280 para las procesadas y $230 para las penadas.
Este año solo dos detenidas están estudiando en la Universidad. En los otros niveles el cupo para la primaria es de veinte y para la secundaria de diez por año.
Derechos vedados
Asimismo, pensar lo trans y travesti lleva a “dar cuenta que ese concepto de privación de la libertad puede amplificarse a toda la trayectoria de las compañeras trans”, enunció la integrante de la cátedra abierta Lohana Berkins y docente de la Universidad, Natalia Gil.
Entonces “son compañeras que no pueden elegir libremente sus trayectos vitales”, les “es vedado el acceso a la salud, a la educación, al trabajo que ellas puedan elegir libremente”, lamentó.
“Todas sus vidas transcurren en una situación de privación de la libertad” porque las limitaciones que sufren son tales que cercenan sus libertades, explicó.
Dio cuenta de que la sanción de la ley de identidad de género, aprobada en 2011, aún no reparó las situaciones de vulneración que enfrenta el colectivo de la diversidad.
Actualmente la Unidad Carcelaria Número 4 alberga a 120 mujeres. Hasta la semana pasada, había dos mujeres trans. Una de ellas logró la libertad en estos últimos días. Además de las mujeres, conviven con ellas entre ocho y diez niños, hijos de reclusas. Sin embargo, la capacidad del lugar es solo para 90 personas.
“Cuando (las personas trans) están efectivamente en situación de cárcel, los derechos se ven extremadamente vulnerados”, expresó Gil. Porque las violaciones de sus derechos se extreman por “la situación de violencia interna que viven” y “donde la identidad de género es justamente lo que despunta esta escalada de violencia”. “La situación específica de privación de libertad intensifica a la violencia y el maltrato”, señaló.
Una de las actividades que realizan junto a las mujeres del penal es la revista “Volver a sonreír”. Allí se encuentran relatos de vida de las propias mujeres y mujeres trans. Sin embargo, tienen dos números ya listos que no se imprimieron por la falta de recursos económicos para las tiradas de más de 300 ejemplares.