Reformas estructurales para todos. Con esa consigna comienza la gestión de Kristalina Georgieva al frente del Fondo Monetario Internacional. Flexibilización laboral, apertura comercial, privatizaciones y desregulación financiera componen el paquete de reformas que, según promete la nueva conducción del organismo multilateral, resultará en más crecimiento económico. Estimaciones incluidas en el Panorama Económico Mundial del FMI sostienen que quienes emprendan esas transformaciones experimentarán una expansión del producto superior al 7 por ciento durante un período de seis años. A pesar de la creencia inalterada en su recetario, el organismo reconoce que su implementación puede ser problemática e incluso fracasar. Para evitar semejantes desenlaces, el prestamista ofrece dos sugerencias a los gobiernos que abracen el camino de las transformaciones estructurales: realizar las reformas al comienzo de sus mandatos, cuando todavía están de luna de miel con el electorado, y avanzar durante períodos de bonanza económica.
Argentina es mencionada en el documento como uno de los países que, a lo largo de las últimas décadas, implementaron un amplio programa de reformas sin lograr los resultados prometidos, pero el documento no incluye sugerencias para ninguna economía en particular. “En algunos casos puede haber sucedido que las ganancias de las reformas hayan sido anuladas por episodios adversos como shocks macroeconómicos o políticas equivocadas. Un ejemplo es la sobrevaluación del tipo de cambio y el colapso de la convertibilidad en Argentina”, indica el FMI. El organismo lamenta que la crisis “también condujo a la reversión de reformas anteriores”.
La existencia de rotundos fracasos a lo largo de las últimas tres décadas no altera la creencia del Fondo en el mantra de la flexibilización, la apertura y la desregulación. El recetario para crecer y cerrar la brecha de ingresos con los países desarrollados está para ser implementado por todas las economías emergentes, incluso Argentina, a quien el organismo le exige desde la puesta en marcha del programa de financiamiento avanzar con las reformas jubilatoria y laboral. El reporte del FMI omite además que las políticas, instituciones y herramientas utilizadas en los casos exitosos de desarrollo reciente fueron opuestas a sus recomendaciones: más regulación, más intervención, más controles, más protección.
Las reformas estructurales que recomienda el FMI para que los países emergentes “vuelvan a crecer” están divididas en cinco grupos: comercio, sistema financiero local, finanzas externas, mercado de trabajo y regulación de los mercados de bienes y servicios. Las transformaciones sugeridas por el organismo incluyen, por ejemplo, revisar la participación estatal en tres sectores: bancario, sistema eléctrico y telecomunicaciones. Sugiere también avanzar en la desregulación financiera y cambiaria de los países. En el plano laboral, recomienda revisar la “rigidez de la legislación para la protección del empleo”, que no son otra cosa que las indemnizaciones por despido o accidentes.
El FMI reconoce, sin embargo, la existencia de limitaciones políticas para llevar adelante sus reformas, que quitan derechos y afectan a las mayorías populares. Para sortear esas dificultades, el principal acreedor individual de Argentina ahora sugiere que los gobiernos “actúen rápidamente después de una victoria electoral para implementarlas durante su ‘la luna de miel’ política”. El organismo estimó que llevar adelante un paquete de reformas estructurales el año antes de las elecciones puede provocar la pérdida de votos. El informe mide el impacto político de las reformas a partir de una base de datos de resultados electorales entre 1973 y 2014 en 66 países y concluye que poner en marcha sus políticas tiene un costo cercano a 3 puntos porcentuales en pérdida de votos. Este efecto es equivalente, según el Fondo, a sostener que las chances de reelección para la coalición de gobierno se reducen en 17 puntos porcentuales. El estudio reconoce que los planes del FMI perjudican a sectores masivos de la población.
Una segunda recomendación del Fondo a quienes aventuran el recorrido reformista es hacerlo en momentos de bonanza. “Las reformas tardan varios años en dar resultados y algunas de ellas -como reducir la protección laboral o liberalizar el mercado financiero- pueden implicar mayores costos cuando se implementan en momentos malos; lo mejor es realizarlas bajo condiciones económicas favorables y al comienzo de los mandatos electorales”, sostiene el reporte. En tercer lugar, reconoce la regresividad de las medidas sugeridas para recomendar que sean acompañadas por “medidas complementarias que mitiguen los efectos adversos de las reformas en la distribución del ingreso”.
El relanzamiento del decálogo permanente de reformas estructurales del FMI está incluido en el tradicional informe anual que proyecta la marcha de cada país. El documento completo con esos guarismos será presentado la semana próxima durante la Asamblea Anual del FMI pero, como es habitual, el organismo difundió de manera anticipada algunos de sus capítulos. Esta edición del Panorama Económico Mundial será la primera elaborada bajo la gestión de Georgieva. La flamante Directora Gerente ya se hizo eco de sus recomendaciones. “Un nuevo estudio del FMI centrado específicamente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo muestra de qué manera las reformas estructurales pueden aumentar la productividad y generar enormes beneficios económicos”, remarcó la economista búlgara este martes al apuntar directamente al grupo de países entre los que se ubica la Argentina.