A fines de los 80s, tan obnubilada estaba la princesa sirenita Ariel por los artefactos humanos que hallaba en los mares, que hizo corte de manga al consejo de papá Tritón, rey que advirtió a su hija sobre los terrícolas, ¡seres peligrosos!, ¡barbáricos! Desoyendo sus exhortaciones, plantó cara al rey acuático la muchacha con cola de pescado para seguir recolectando las presuntas “maravillas” con las que se topaba a su paso (más bien, nado): cachivaches y boquiches humerfluos curvilíneos, en palabras de la charlatana gaviota Scuttle, léase tenedores y pipas, entre porquerías varias que recolectaba. Qué desatino el de la Sirenita, no solo por entregar la voz preciosa a cambio de un noviecito con piernas y pulmones: por desatender a don Tritón que, con el diario de mañana, tan equivocado no estaba… Después de todo, la especie humana sigue haciendo pelota su reino underwater amén de contaminación por plásticos, sobrepesca, minería de fondos marinos, acidificación de las aguas, el famoso cambio climático. La malvada Úrsula, un poroto en comparación a las personas, que continuamente lastiman -aún más- la calidad de las aguas… Pues, precisamente en este escenario tan tristemente actual se ha inspirado una artista alemana para repensar el clásico de Disney de 1989, inspirado -a su vez, y como es sabido- en el cuento de hadas del escritor danés Hans Christian Andersen.

The Little Trashmaid es el sardónico nombre que ha dado la ilustradora germana Stephanie Hermes, también conocida como s0s2, a su archimoderna sirenita; un título lamentablemente apropiado para una serie en curso que reimagina el día a día de Ariel en océanos la mar de contaminados. Explorados distintos escenarios en variopintas viñetas, que destilan un humor tan negro como el petróleo, luce un poquito marchita la joven, de tez y cabellos ligeramente verduzcos (lejanas las mechas de rojo fuego), aunque -eso sí- mantiene el optimismo siempre en alto. Con la sonrisa pintada, customiza bolsas de plástico cual remeritas, se entretiene viendo a amigos crustáceos batirse a duelo con cepillos de dientes y biromes descartados, eructa tapitas de botella y cucharas de plástico, prueba colillas de cigarrillo sin saber de qué van (y deviene adicta a la nicotina, pobre almita)… Un escenario tan deprimente como “natural” para una petite sirena circa 2019.

“No es que la Tierra nos necesite: nosotros necesitamos de ella; está siendo hora de cuidarla y respetarla. Los recursos del planeta no son ilimitados”, destaca Stephanie, cuyas historietas pueden leerse vía WebToons o Tumblr . Y pronto insta a desechar la basura adecuadamente, conservar el agua, reciclar, usar la menor cantidad de plástico posible, ir a pie en vez de automóvil, usar productos ecofriendly. “Después de la escuela, pude estudiar arte durante tres años, luego trabajé en la industria gaming y ahora me he convertido en artista freelance”, cuenta brevemente la muchacha, cuyo estilo “está inspirado principalmente en los dibujos animados estadounidenses de los 90s, con un toque de animé japonés”.