Es la segunda necrópolis más grande de París, por detrás del cementerio Père Lachaise, morada final de Susan Sontag, Marguerite Duras, Simone de Beauvoir, Charles Baudelaire, Samuel Beckett, Serge Gainsbourg. Abiertas sus puertas en 1824, en lo que solía ser un terreno de granjas antiguas (de las que persiste, cual petit recordatorio, un molino de piedra del siglo 17, sin aspas), se trata del Cimetière du Montparnasse, en el 14 arrondissement, donde lo mismo se pueden recorrer miles y miles de sepulturas, ver las esculturas -de un ave, de un gato- que la gran artista Niki de Saint Phalle instaló en honor a dos amigos RIP o disfrutar de un remanso de calma de ultratumba. Claro que quienes visitaron el popular camposanto el pasado sábado 5 de octubre tendrán una postal ligeramente distinta a la habitual: darán fe de que en Montparnasse también hay zombies, más de un centenar, vueltas a la vida para marchar pacíficamente y denunciar la violencia machista en Francia.

¿Producto de la imaginación? Oh, no, de ninguna manera; más bien, manifestación shocking de la agrupación feminista FEMEN, que tuvo a 114 activistas -con sus torsos desnudos, el rostro y el cuerpo cubiertos de barro, coronas de flores sobre los cabellos- cruzando el cementerio en silencio, representando a las 114 víctimas de femicidios que murieron en manos de parejas o exparejas en lo que va del año. Una cifra alarmante que ya creció desde el fin de semana: los últimos días se sumaron 3 nuevas víctimas fatales en el país de la Marsellesa, según la asociación Feminicides par compagnons ou ex (que vía redes, dicho sea de paso, comparte cada historia para no reducir estos crímenes a meras estadísticas).

“Salimos del silencio mortal en procesión, decididas a hacernos escuchar. Regresamos para proteger a las mujeres que aún están vivas, rasgando nuestras mortajas para acompañar las protestas de nuestras hermanas, víctimas de violencia de género, y denunciar la injusticia alrededor de nuestros crímenes”, clamaron las muchachas de FEMEN, dando voz a las silenciadas. Solo detuvieron su andar para arrodillarse y levantar los carteles que cada una sostenía: afiches en forma de lápida con los nombres de las fallecidas. Taïna, 20 años, tercer femicidio del 2019. Michèle, 72 años, décimo femicidio. Fabienne, 51 años, femicidio número 36 del año. Audrey, 37 años, femicidio 66. Salome, 21 años, femicidio número 100, podía leerse en las respectivas estelas. Mientras, sobre la piel de las activistas, escritas en blanco contundentes frases: “Yo no quería morir”, “Lo dejé y me asesinó”, “¿Me tomarán en serio ahora que me han matado?”.

“Con esta marcha simbólica, recordamos que la mayoría de las mujeres asesinadas habían alertado a la sociedad civil, a la policía y a la justicia. Los femicidios no son inevitables: son un flagelo que puede y debe frenarse”, subrayó la ucraniana Inna Shevchenko, confundadora y portavoz de FEMEN, presente en una acción zombie que busca que el gobierno galo tome medidas más contundentes, y que “la movilización no merme, en tanto todas y cada una de las mujeres somos potenciales víctimas de femicidio”.

 

Importante comentar que, un día después de la mentada movilización, la secretaria de Estado para la Igualdad, Marlène Schiappa, confirmó que el presupuesto destinado a su área el año próximo será el doble que este 2019, superando el billón de euros. Dijo, empero, que no podía distinguir “cuánto se invertirá en la lucha por la igualdad de género y cuánto en la lucha contra la violencia de género, porque todo está conectado”. Organizaciones feministas, empero, temen que bajo el argumento de “políticas transversales” no se asigne lo suficiente para detener los crímenes del macho-terrorismo. Por lo demás, el anuncio llega en el marco de un sonado debate en Francia, donde a comienzos de septiembre comenzó el Grenelle des violences conjugales: periodo de discusión y consulta de casi tres meses entre autoridades gubernamentales, policías, jueces, médicos, trabajadores sociales y asociaciones por los derechos de las mujeres, amén de implementar medidas drásticas y efectivas. De momento, se adelantó una batería de urgencia que incluye la creación de mil nuevas plazas en casas de acogida para víctimas de violencia machista, la modificación de la ley que regula los brazaletes electrónicos (para que sean colocados a las 48 horas, no una vez que haya condena firme), auditoría en comisarías para detectar y resolver errores cuando se tramita este tipo de denuncias, entre otras cuestiones.