Crack Bang Boom cumple diez ediciones. Diez años poniendo a la historieta en primer plano. Y más allá del número redondo, lo que sucederá de jueves a domingo en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Sargento Cabral y el río) de Rosario y sus galpones aledaños, tiene un peso simbólico enorme por muchos motivos. En su proyección nacional, porque es el único espacio historietístico masivo que sobrevivió al cambio de gobierno nacional y a la crisis general que prohijó el macrismo. Abandonado Comicópolis por las autoridades culturales de la nación, CBB desde la experiencia mixta gubernamental-especialistas supo mantenerse a flote, convocar decenas de miles de fanáticos de todo el país (no en vano se la llama la “misa comiquera”) y aún así mantener una línea estética y filosófica que pone en el centro a la historieta. 

Muy pocos se pierden la cita rosarina, que articula y orienta el año de la mayoría de las editoriales argentinas. Hay otros eventos masivos, como Argentina ComicCon, pero ponen el foco en lo audiovisual y la “cultura pop”, muchas veces en detrimento del universo dibujado y ciertamente sin la impronta federal que caracteriza y se celebra a orillas del Paraná. La convención que comienza hoy revalidará los pergaminos conseguidos en las nueve ediciones anteriores.

Por lo pronto, la cantidad de lanzamientos, preventas y presentaciones especiales que motiva el encuentro rosarino dan cuenta de su importancia para el ambiente. Las novedades editoriales para Crack Bang Boom suelen quintuplicar, o más, los lanzamientos para la Feria del Libro de Buenos Aires, y además moviliza a lectores y artistas de todo el país.

A nivel local también se juegan cosas para Crack Bang Boom. Por un lado, porque equipara las ediciones del festival Leyendas, que capotó a mediados de la década pasada y pocas veces superó la proyección local/nacional. Por otro lado, porque las autoridades locales cambiarán en diciembre y cada nueva gestión agrega una incógnita al área de cultura. CBB es hoy por hoy el festival más convocante de todos los municipales y es de suponer que los nuevos funcionarios querrán mantenerlo, pero habrá que esperar a que el electo intendente Pablo Javkin presente a su equipo de Cultura. También habrá que ver qué lineamientos propone el gobernador electo Omar Perotti en la materia. Esto último es una incógnita pues en campaña el peronista jamás comentó su mirada en torno al arte. Quedará, además, ver qué juego y colaboración habrá entre ambas administraciones, que hasta ahora compartían el paraguas del mismo partido y ya no. CBB 10 será la oportunidad de mostrar a las nuevas figuras de ambos estamentos de qué está hecha la historieta argentina.

En ese sentido, Crack Bang Boom tiene mucho para mostrar. Por lo pronto, una cantidad de invitados notable y para todos los gustos. Los cultores de la historieta de aventuras de hace 40 años estarán chochos con la visita de los hermanos Villagrán, y quienes defienden las vertientes locales del manga celebrarán la invitación a la joven Teora Bravo. Quienes busquen otras expresiones autorales nuevas aplaudirán la inclusión de Mariela Viglietti, Colorada Majox, Marcos Vergara o Ignacio Minaverry. Los vanguardistas de antaño curiosearán por la exposición de Oscar Chichoni (curada en parte por él mismo para mostrar sus trabajos más allá de las célebres portadas de la etapa ochentosa de la Fierro). 

Quienes miren hacia afuera recibirán el erotismo del italiano Eleuteri Serpieri, la búsqueda identitaria de la francoargentina Pauline Aubry, o la llegada del español Víctor Santos y los brasileños Gabriel Bá y Fabio Moon. Para los artistas en busca de editor, habrá una oportunidad con Hernán Migoya. El plantel de invitados, además, se completa con Juan Pablo Massa, Matías e Ignacio Lázaro, Christian Duce, Agustin Alessio, RG Larena y Maan House.

Los partidarios del cosplay tendrán el habitual concurso en la pasarela junto al río, que todos los años convoca a una multitud difícil de explicar para quien no atravesó la experiencia. El clima, una vez más, acompañará a los capitaneados por Eduardo Risso (dibujante y director del festival). Ya es un chiste habitual en el ambiente decir que Risso tiene el celular de dios o hace sacrificios paganos para asegurarse el sol –o al menos ahorrarse el agua- en los momentos claves de cada edición. Lloverá un poco el sábado, pero para el cierre dominical el pronóstico promete aguantarse el agua.

Además, por supuesto, hay que contar la pata editorial, que se aferra a la actividad pese a la crisis económica y a la que el evento reconoce con un galardón para las mejores publicaciones del año pasado. Por el máximo galardón de la edición competirán 155: Simón Radowitzky; Dora: Malenki sukole; El aneurisma del chico punk II; La sombra del altiplano; La vida está en otro lado; Perdón por ser tan genial y ¿Quién mató a Rexton? Los ganadores se conocerán en una ceremonia el 12 de octubre. Más allá de quién se lleve ese premio, algo es seguro: como dicta el lugar común, con diez ediciones de Crack Bang Boom la que ganó fue la historieta.