A punto de recibir un merecido reconocimiento a su trayectoria, el actor, director, dramaturgo, y docente rosarino Rody Bertol se refugia una vez más en un ritual que hace años nos convoca ante cada nuevo estreno: el café, pero servido en mesas que "siempre preguntan".
Rody se acomoda en la silla mientras se prueba esta nueva prenda que lo distingue a él y a su criatura, cuyo nombre evoca el imaginario de una vasta trayectoria local: Rosario Imagina.
"Antes que nada quiero agradecer este reconocimiento, en especial a Norma López, Fernanda Gigliani, Carola Nin, Eduardo Toniolli, Lorena Gimenez Belegni, Marina Magnani y Osvaldo Miatello, concejales que presentaron el proyecto de esta distinción que recibiremos el jueves próximo a las 20.30 en el CEC (Sargento Cabral y el río)", dice mientras asoman por sus ojos destellos de otros tiempos.
"Comencé a estudiar teatro a los 17 años, en Arteón; ese taller cambió mi vida, yo era un pibe de zona sur que leía a Herman Hesse y escuchaba rock sinfónico, y de pronto me vi leyendo a Stanivlasvki y a Perón, a Grotowski y Jaureche, Marx y Hernández Arregui", dice recordando sus orígenes, siempre presentes a lo largo de su producción artística.
"Le agradezco a Néstor Zapata haber tenido la audacia y la visión de haber armado ese taller en el peor momento de nuestra historia, de allí salió toda una nueva camada de actores: en aquel sótano de calle Laprida, se respiraba teatro y también política", evoca Rody mientras revuelve entusiasmado la cucharita de sus recuerdos.
"Con algunos compañeros de ese taller: Cacho y Miguel Palma, Carlos Giménez, Claudia Vieder, Amílcar Monti, Ana Talei, entre otros, formamos la agrupación Discepolín, tuve la suerte de trabajar junto a Chiqui González, que tanto nos enseñó, un orgullo haber formado un grupo con alguien como ella con tanto talento y generosidad", dice Bertol paladeando sorbo a sorbo los tragos de su historia artística.
Llegan los últimos años de Discepolín, y el contacto con Norman Briski, con quien dirige la obra que marcaría el final de la Agrupación: El Cairo.
"En esa época pusimos un teatro en calle Sarmiento; tan grande que nos fundimos, porque habíamos sacado un crédito en dólares; etapa difícil, de la que salimos armando un gran evento: la Bienal de la Creatividad, junto a Patricia Vitola, Eduardo Rodes, Cristina Prates, y gran cantidad de artistas de Rosario", recordó, al tiempo que pedía otro café.
En esa Bienal de los años '90 conoció al prestigioso maestro y director teatral Alberto Ure, que cambió su forma de ver el teatro y con quien puso más tarde en escena Edipo Rey, obra paradigmática que marcaría el nacimiento del grupo Rosario Imagina.
"Con Rosario Imagina me salió como una serie discontinua, fuimos armando distintos equipos hasta ir consolidando un aspecto más grupal. Entre actores, actrices y técnicos, pasaron hasta ahora 212 personas; porque obras como Lo mismo que el café y Artificio casamiento fueron creadas a partir de elencos numerosos", dice este prolífico realizador.
Rody Bertol se nutrió de materiales clásicos tanto nacionales (Discépolo, Pavlovski, González Castillo, Ure, Tito Cossa), como extranjeros (Strindberg, Beckett, Joyce) para ir perfilando una poética que todavía se sigue alimentando de sus propios textos,aunque él no se considera dramaturgo.
-¿Cómo ves el actual teatro rosarino?, preguntó Rosario/12.
-Rosario tiene un buen teatro, y con estilos propios. A pesar de que trabajamos desde el soporte de la precariedad, se están haciendo muy buenas obras. Por otro lado, la comunidad teatral de Rosario es como una gran familia, y como toda familia, la mitad está enemistada y la otra mitad se mira demasiado a sí misma ‑dice mientras revaloriza, parte del presente y el futuro de una generación de jóvenes que recuperaron la mística y la militancia cultural.
"En estos últimos años -continuó- esta comunidad teatral ha logrado construir un nosotros que le ha permitido lograr algunas reivindicaciones y logros. Mucho tiene que ver la incorporación de nuevas generaciones que impulsan y activan estos cambios", advierte el director de Rosario Imagina.
Para Bertol al teatro rosarino le estaría faltando diversión, algo más de desparpajo y despreocupación: "No andar intentando siempre hacer la gran obra, en definitiva a cada uno nos sale lo que nos sale, y hay que ser genuino en eso, se trata de lograr que cada vez nos mire más público, porque esa es la gran cuestión", reflexionó.
Mientras le daba un último sorbo a este café cargado de reflexiones, Bertol anunció un nuevo estreno que no quiso dejar de compartir en medio de los festejos por este reconocimiento.
"Celebramos una trayectoria y también un presente, ya que el 3 de marzo estrenaremos La comedia peronista, obra que coprodujimos con el grupo "Argentina arde", dirigido por Pablo Fossa, tratando de tomar algunos avatares que tiene el peronismo actual, en tono de comedia, metaforizada en una familia con problemas, romances y traiciones", dijo.
Para abril, Bertol estrenará otra obra de su autoría, El arbolito rojo, que solo se mostrará a modo de ensayo general y por invitación.
El jueves ‑además de leerse los decretos- se dirán algunas palabras, sonará algo de música, se podrá ver algo de teatro y habrá un sentido homenaje al maestro Alberto Ure, uno de los mentores de Rosario Imagina. Y sí, también habrá algunas sorpresas fuera de programación.