Al comienzo, sólo eran un perro y su dueño. Según ha confesado más de una vez su autor, la idea inicial de la tira era que el perro se iría encontrando con diversos animales al explorar el vecindario. Pero el primero con el que se encontró fue un gato, y a partir de entonces fueron inseparables: son sus ojos compañeros los que exploran juntos la naturaleza que los rodea. El perro se llama Earl, el gato es Mooch y el nombre de la tira es Mutts, que quiere decir perros --o animales-- callejeros. Y que, según señala Patrick McDonnell, el autor de una tira diaria que este año cumple un cuarto de siglo en los periódicos norteamericanos, también funciona como una suerte de homenaje a Mutt, uno de los protagonistas de la legendaria tira Mutt y Jeff, considerada como una institución dentro del género. Sucede que McDonnell es un admirador de las obras de la edad de oro de las tiras norteamericanas, como el Popeye de E. C. Segar, Pogo de Walk Kelly o Krazy Kat de George Herriman, del que incluso es autor de un libro sobre su obra. Tal vez por eso sea que, casi inevitablemente, su tira reproduce las mejores cualidades de aquellas obras clásicas de otro tiempo. De hecho, cuando se recorre hoy en día la página de historietas de un diario norteamericano, Mutts es una de esas tiras que se destacan inmediatamente, al menos porque sus trazos no desentonarían al lado de las de la época de oro. Heredera natural de Peanuts primero, y de Calvin & Hobbes después --lo que la vincula también con la posterior Macanudo de Liniers, aunque en ese caso habría que agregar la Mafalda de Quino entre las influencias-- Mutts es uno de esos clásicos contemporáneos, cuya evolución día a día para un lector local solo se puede visitar online , ya que nunca fue editada en un diario argentino. Su aparición original coincidió con la discontinuidad de la tira de Bill Watterson, cuyo lugar ocupó casi naturalmente en los diarios norteamericanos. Son esos primeros pasos los que hoy se pueden recorrer gracias a la flamante edición de sus primeras compilaciones de tiras, publicadas en España y México —y recién distribuidas en Argentina— por la editorial Océano.

“A Patrick McDonnell todo el tiempo se le ocurren ideas que me gustaría hacer tenido yo”, escribió Charles M. Schultz en el prólogo del primer libro de Mutts, reproducido en la edición en castellano. “Para mi es exactamente cómo debería ser una tira cómica. Siempre es divertido leerla, y los dos protagonistas son maravillosamente inocentes. Patrick ha creado un mundito que existe por sí mismo”, continúa el creador de Snoopy, uno de los perros inmortales de la historieta, que justamente se reserva un elogio final para el Earl de McDonnell: “Es difícil creer que después de cien años de comics a Patrick se le haya ocurrido un perrito nuevo y perfecto. Me gusta todo en Mutts”. Si bien este prólogo está fechado en 1996, o sea un año después de la aparición original de la tira de McDonnell en los diarios norteamericanos, los elogios del autor de Peanuts le llegaron apenas un par de meses después de haber comenzado con Mutts. “Ya me puedo retirar tranquilo”, dijo entonces Patrick, que ya lleva 25 temporadas dibujando las correrías del perro --y el gato-- a los que llegó después de una década trabajando de ilustrador en toda clase de revistas, ya sea la de los domingos del New York Times como Time, Sports Illustrated o Reader’s Digest. Eso sí: en todas ellas utilizaba recursos de la historieta en sus ilustraciones, incluso repitiendo personajes, como una primera versión del perro y su dueño luego aparecererían en su tira. “Leo historietas desde los cuatro años, y siempre supe que alguna vez iba a hacer una tira diaria. Por eso fue que, aunque me demoré una década, apenas empecé a hacerla me sentí como en casa”, dijo más de una vez McDonnell, que es hijo de padres que estudiaron arte, aunque no hayan sido artistas. “Son los que más disfrutan de mi éxito”, ha dicho de sus progenitores, que se preocuparon de que durante su infancia nunca le faltase papel y lápiz para dibujar.

 

Antes de dedicarse a la historieta —y, últimamente, los cuentos para niños— Patrick McDonnell supo tocar en una banda de rock, donde justamente conoció a su mujer, con la que mucho tiempo después escribió el libro sobre Krazy Kat, y hoy lo ayuda en la administración de la tira. “Yo tocaba la batería, y ella cantaba, y llegamos a tocar en el CBGB, con grupos como los Ramones”, contó en una entrevista. “Pero eso fue hace mucho tiempo atrás: hoy somos vegetarianos y meditamos diariamente”. Lejos de cualquier frenetismo punk, Mutts es una tira tierna, y más que nada contemplativa. Su rebeldía es la de intentar ver el mundo desde un punto de vista animal, sin pretender antropoformizar a sus protagonistas. Earl y Mooch son todo lo perro y gato que pueden ser dos personajes que hablan entre sí, y que —en el caso del Mooch— lo hace con un encantador y distinguible ceceo. Por ejemplo, no dice si, sino shi. “En la historia de los comics hay muchos casos de personajes que hablan de manera particular, y yo quise hacer mi aporte”, ha bromeado McDonnell, que últimamente está escuchando con atención esas voces que desde hace un cuarto de siglo le hablan en su cabeza. “Eso sucede porque no dejo de pensar de quién debería ser la voz que los interprete en una adaptación cinematográfica”, señala Patrick, que en su web anuncia estar trabajando en un largometraje con el estudio que hizo La era de hielo o las recientes adaptaciones de Peanuts. El guión lo escribió con su hermano, y cree que han logrado captar la esencia de la tira. “Pero, aún si todo marcha bien, faltan algunos años antes de que llegue el día de su estreno”, advierte un autor que --en las últimas tiras que se pueden ver en los diarios norteamericanos-- ha hecho que sus animales se manifiesten en contra del cambio climático. Mientras tanto, desde la tapa del entrañable primer tomo de su historieta, Earl y Mooch no pueden con su genio y aparecen masticando la esquina del libro, antes que nada perro y gato. Y Mutts, por supuesto.