La química Atanor cerró dos plantas en Baradero y Munro poniendo en la calle a alrededor de 160 trabajadores. Los notificó (es una mala forma de decir) impidiéndoles entrar y mediante un papelucho sin el menor recaudo legal.

El maltrato es parte constitutiva de la ruptura del contrato. Evoca, como un calco, metodologías que aplicó el Estado nacional en múltiples reparticiones públicas el año pasado, en especial a partir de marzo. En aquél entonces se trabaron los molinetes de ingresos, se comunicó autoritariamente a los empleados, sin cumplir las solemnidades exigidas, que son parte del respeto a los derechos. Una mortificación adicional, deliberada. Los ejemplos cunden, aleccionan imitadores. 

Los abusos de los empleadores agravan el dolor y la desazón. El “clima de negocios” los aúpa: las conductas se inducen desde arriba. Si la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich criminaliza en bloque a los inmigrantes paraguayos o peruanos instiga la traducción que harán, en la calle y con poder, gendarmes o policías que encuentren a sospechosos “marcados” desde el máximo nivel oficial.

Los laburantes de Atanor avizoran que la arremetida puede propagarse a otras plantas. La explicación de la empresa alude a las dificultades del mercado, causadas por la política económica del Gobierno del presidente Mauricio Macri, que las grandes corporaciones apoyan sin remilgos.

Atanor es un ejemplo entre tantos. La crónica los prodiga, aunque la narrativa mediática oficial los camufle o esconda. Se echan centenares de personas en la informática Banghó, en Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) del Grupo Clarín. El matutino homónimo les destina un recuadro de 20 líneas, invocando que hay otras imprentas que ya cerraron. Por el modo en que lo expone, podría tratarse de una catástrofe natural, como las lluvias o la sequía.


Bell Ville, Córdoba: La semana pasada contamos que Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) compró 500.000 pelotas de fútbol en China. Las usa para canjear puntos de clientes habituales. Hasta ahora, las adquiría en Argentina. El impacto de la decisión de los gestores macristas podría asolar la localidad cordobesa de Bell Ville. 

La empresa más grande del rubro, “Dale más”, está en peligro: ya echó trabajadoras y trabajadoras, por primera vez en décadas.  

El periodista Elio Rossi es oriundo de Bell Ville, se comunicó con este cronista. Le contó que, cuando tenía trece años e iba a la secundaria, trabajó como “cerrador de pelotas”. “Hay costureros y cerradores (los que colocan la cámara)”. Los costureros son más calificados: ganan más que los cerradores, describe Rossi.

En una nota publicada en “Lavoz.com.ar” la periodista Laura González cuenta que, hoy en día, una costurera cobra a destajo 70 pesos por pelota. Ese es el precio final de los balones chinos, ya en destino. 

Bell Ville fue declarada “Capital nacional de la pelota” por el Congreso nacional en 2016. En octubre pasado se celebró allí la “Fiesta nacional de la pelota”. Los homenajes son merecidos: Bell Ville acuna una gran tradición futbolera. La pelota sin tiento se inventó en esa ciudad que fue la cuna del colosal jugador Mario Alberto Kempes. La prosperidad productiva de los años más recientes redondeaba la lógica de los homenajes. Pero el macrismo es arrasador: tras los arrumacos institucionales, llegó la malaria, derivación de la despiadada política económica.

Hacer una pelota es una tarea artesanal, mano de obra intensiva. Los salarios no son rumbosos pero no pueden competir con los de China, que solo atienden a la subsistencia y donde es regla el trabajo infantil. YPF convalida ese dumping social. Así paga cada pelota a un tercio de lo que vale en Argentina.

No se sabe si esa obtusa fijación en los costos, desdeñando otros factores es producto de mentalidades tecnocráticas cerriles o de talibanes del mercado. El resultado es el mismo, en cualquier caso.

¿Es buena praxis que una empresa estatal, por ahorrarse lo que en su presupuesto general es un vuelto de caja chica, empuje al desmoronamiento a una economía local? La respuesta depende de la concepción del mundo o del país que tengan los decisores. Las ideologías existen y condicionan qué se hace.  El paradigma neoconservador se ne frega de la responsabilidad social, de priorizar el mantenimiento de las fuentes de trabajo. 


Luján, Buenos Aires: En febrero de 2002, en este mismo espacio, se comentó la alegría de funcionarios duhaldistas al conocer la reapertura de Flandria, que había cerrado sus puertas como consecuencia de la crisis. Se trata de una empresa textil, afincada en el partido de Luján, provincia de Buenos Aires. La creó un empresario de origen belga con formación social cristiana, Jules Steverlynck. Su historia es finamente contada en el libro “Curas con los pies en la tierra” de María Elena Barral. En su derredor se construyeron poblaciones laboriosas. Como en tantos lugares de la periferia bonaerense un club de fútbol homónimo, con camiseta amarilla, cifró la integración social: alguna vez rasguñó el ascenso a primera. 

La resurrección insinuada en 2002 y engrandecida desde 2003 conmovía a peronistas-productivistas, que muchos lo son. Algunos radicales también pensaban así, con el presidente Raúl Alfonsín a la cabeza, cuando sumarse a Cambiemos no era ni sueño, ni pesadilla, ni realidad.

En 2003, recuerda Barral, el presidente Néstor Kirchner inauguró un parque industrial en el predio original de la algodonera Flandria con 21 emprendimientos: textiles, químicos, de alimentos, de electrodomésticos y de ropa deportiva. Todos están en jaque ahora.

La industria textil de Luján prosperó en la etapa kirchnerista. Días atrás, según informó PáginaI12 esta semana, se declaró en emergencia. El colega Raúl Dellatorre reseñó que “está conformada casi en su totalidad por micro, pequeñas y medianas empresas, constituye el polo de tejidos planos más grande del país. Tiene una capacidad instalada de más de 1700 telares, el treinta por ciento de los cuales son de última generación tecnológica, condicionadas para producir diez millones de metros de tejidos planos”. 

La información divulgada en ese artículo enseña que “durante 2016, la producción de la industria textil lujanense cayó un 55 por ciento y las ventas, el 50 por ciento. En diciembre de 2015, el sector trabajaba al 100 por ciento de su capacidad, con triple turno y horas extras, ocupando más de 4500 trabajadores”. Los números exponen que la “pesada herencia” no era tal. Y desnudan qué desastres causó su ulterior administración meritocrática. 


Fuentes, Santa Fe: Los ejemplos se multiplican y recorren todo el territorio nacional. Las ciudades o pueblos medianos, congregados en torno de ciertas actividades son damnificados habituales.

El impacto total se medirá con el tiempo: el aumento de la desocupación baja el consumo, resiente el desarrollo local, genera depresión y enfermedades, agrava conflictos sociales, familiares. No hay que tener una bola de cristal para predecirlo, basta tener limpio el espejo retrovisor y recordar lo que sucedió en la década del 90 y el comienzo del siglo XXI. 

YPF era, antaño, la empresa cuyos cierres transformaban localidades pujantes en pueblos fantasmas. Hoy su conducción ejercita una variable perversa y absurda de la vendetta.

Hay un dato auspicioso, aunque insuficiente. No todos los mandatarios son tan desaprensivos como Macri: entre los gobernadores se advierten reflejos y reacciones de signo opuesto.

Ya lo hizo el chubutense Mario Das Neves, defendiendo las fuentes de trabajo de los petroleros.

En esta semana, la provincia de Santa Fe y el municipio de Fuentes decidieron impedir el cierre de la fábrica de muebles Fabricantes Unidos (Efe-U) que garantiza 28 puestos de trabajo. El ministro de la Producción santafesino, Luis Contigiani, acordó conceder un crédito blando, con intereses bajos, a tres años y con plazo de gracia. Son más de dos millones de pesos. Una lectura miope podría considerar que es demasiado “costo” para sostener a 28 laburantes. Fuentes tiene 3500 habitantes, según el censo 2010, la cifra de cesanteados y su proyección deben cotejarse con el tamaño de la ciudad. 

La buena nueva tiene alcance parcial, que se angostará a medida que pase el tiempo. Santa Fe afronta problemas similares por doquier. Por mencionar apenas un par: otras fábricas de muebles en Cañada de Gómez, productoras de zapatos en las inmediaciones de Rosario. Seguramente, el gobernador Miguel Lifschitz no podrá producir salvatajes en todas. La defensa de las fuentes de trabajo, una de las mejores herencias del kirchnerismo, solo es viable si la fomenta el Gobierno central… algo exótico al ideario macrista.

Los inminentes tarifazos de servicios públicos, más su efecto cascada, agravarán el daño. El Excel del ministro de Energía, Juan José Aranguren, no cruza tantas variables. Tampoco el del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que pintó un panorama fantasioso y voluntarista. Así y todo, pronostica un déficit fiscal tremendo y la necesidad de desembolsar una fortuna para empezar a pagar la deuda externa contraída con alegría y globos amarillos.


Ladrillos y construcciones: La construcción atraviesa una etapa fatal. Lo expresan los índices y cualquier ojeada costumbrista. Hasta la Cámara del sector lo reconoce. Padecen más los trabajadores. El Secretario General de la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina (UOLRA), Luis Cáceres,  lo pintó, en el salón Felipe Vallese de la Confederación General del Trabajo (CGT): “El sector de la construcción, pero en especial el sector ladrillero, está viviendo el peor momento de su larga historia. Un momento en el que día a día se suman despidos, suspensiones y se fomenta la precarización laboral. La familia ladrillera está al borde del colapso”. La UOLRA participará en la marcha del 7 de marzo, en defensa propia.

La precarización que denuncia Cáceres es un hecho cotidiano, un objetivo del macrismo cuyo modelo de competitividad no se perfecciona sin debilitar o anular derechos laborales y sindicales. Legislar sobre el punto se le hizo cuesta arriba y le seguirá costando si persiste o se acentúa su condición minoritaria en el Congreso Nacional. Pero la precarización de facto, la que se consigue expulsando y amedrentando trabajadores, tiene otro ritmo, se está dejando ver. El propósito es disciplinar, aplacar la combatividad. En los ‘90 resultó. El contexto era abismalmente diferente, el crecimiento de la protesta social y gremial es incomparable   con la apatía que primó durante buena parte de los gobiernos del ex presidente Carlos Menem.


Desarrollismo recesivo: Macri comenzará el período de sesiones ordinarias del Congreso el primero de marzo. Hará más eje en la herencia o en la corrupción K que en los logros (ver asimismo nota aparte). Inventará algunos, distorsionará datos. Tal vez, en un alarde extremo de sentido del humor (negro) se vuelva a definir como desarrollista. 

Entre tanto, los despidos se acumulan de miles, las suspensiones proliferan y los cierres de fábricas forman parte del paisaje diario. Las hay chicas, medianas y grandes. Le puede tocar a una fábrica de pelotas en Bell Ville, a una ignota de muebles en Fuentes. También ronda a La Serenísima, SanCor, Volkswagen, Alpargatas. Y siguen las firmas.

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