En estos últimos días del Festival Internacional de Teatro Mercosur, la cárcel de Bouwer, penal cercano a la capital cordobesa, recibió la visita de seis actores de la Comedia Cordobesa quienes bajo la dirección de Victoria Monti ofrecieron 6 Apartes, conjunto de monólogos de diversos autores que permitió a cada intérprete encarar situaciones teatrales contrastantes frente a casi un centenar de internos en un estado de concentración llamativo, según el comentario de los propios actores, listos para rematar el chiste con carcajadas y cada fin de historia con aplausos entusiastas.

El espectáculo pasó del cinismo del eterno ganador, personaje de El amo, de Marco Antonio de la Parra, al despecho de la asistente teatral que termina vengándose del maltrato de la diva en El saludo, de Pedro Orgambide, luego de que una conductora de TV mata en escena a un colaborador, sin hacerse el menor cargo, en Anestesia total, de Pablo Albarello. No obstante esto, al menos para los visitantes, el monólogo más comprometido para ver y oír en contexto carcelario fue El loco, versión de un cuento de Guy de Maupassant, en el que un juez se convierte en asesino serial llegando hasta a culpar de sus crímenes a un inocente.

Las autoridades del Festival quisieron brindar un homenaje a los 50 años del Cordobazo que se cumplieron el pasado 29 mayo. El plan inicial consistía en ubicar a tres actores en el histórico balcón de la vieja sede de la CGT (ubicada en la céntrica avenida Velez Sarsfield 137, edificio hoy puesto en valor) para que desde allí pronunciaran fragmentos de discursos de Agustín Tosco, Elpidio Torres y Atilio López, los líderes de aquella gesta. Finalmente, la proximidad de las elecciones imposibilitó el proyecto, así que a modo de recordatorio se ofreció en el Teatro Real un fragmento del video El Cordobazo musical, de Cacho Piña y Alex Macía, antes de iniciar la presentación de Voz de otros, un homenaje a Alfredo Zitarrosa, por Los de la Vuelta.

Más temprano había tenido lugar la obra que representó a Chile, Una Gabriela Mistral entre líneas, con dirección de la cordobesa Susana Rivero, pieza que hace foco sobre la dimensión pedagógica de la Premio Nobel de Literatura de 1945, además de echar luz sobre ciertos aspectos de su vida familiar y sentimental. “Es una historia que a los chilenos les cuesta reconocer”, admite la directora en conversación con Página/12. “Recién hace cinco años que, al encontrar la correspondencia entre Gabriela Mistral y su amiga, la escritora Doris Dana, se supo que lo que hubo entre ellas era más que un amor espiritual”, concluye.

Por otra parte, en el Sindicato de Luz y Fuerza se presentó El canta, yo cuento y ellos bailan, del dominicano Fredy Ginebra, experimentado cuentacuentos acompañado, según su costumbre itinerante, de un grupo de artistas locales; esta vez un titiritero, un músico y dos bailarines quienes armaron una trama de acciones que brindaron un marco sonoro y visual a las narraciones originales del actor.

Paco Giménez, referente necesario del teatro cordobés de los últimos 30 años, estuvo presente en el Festival que concluye este sábado como director y también como actor. En el primer caso, con la puesta de No se olviden de Sarah o el arte de morir, con texto de Graciela Mengarelli y actuación de la misma autora y Víctor Trapote, espectáculo focalizado en los recuerdos de la actriz Sarah Bernhard en un irónico volver a la vida por solamente 50 minutos. En el segundo, como parte del histórico grupo Los Delincuentes, esta vez dirigido por Cristina Gómez Comini. Así, en Vals (sabemos a qué atenernos) el elenco compartió fragmentos de recuerdos como si habitara un limbo teatral desde donde es convocado a salir a escena hasta el fin de sus días.