Deudólares, deudólaras y deudólaros de la patria grande deudinoamericana. Deudores originarios: deudelches, deudandíes, deuduches, deudiaguitas, deduobas. Víctimas del UVA, perjudicatarios de la Resignación Universal por bisnieto, mal vacunados contra el neoliberalismo endémico, excluidos del derrame e incluidos en el derrape maurisíaco. Azotados por el huracán de inversiones. Sentenciades a ser el Cero de la Pobreza Ídem. Dinamitades por Trescomacatorcecheto. Patriburladas, verdugueades, ninguneadis, marginadux: a todas ustedos les escribo.

Y les advierto: tengan cuidado. Anda circulando por ahí un “falso maurífice”. No sé en qué lugar del país está. Hay que tener cuidado, porque en principio parece que no hace nada, pero si le creés lo que te dice, puede llegar a ser muy peligroso.

Seguramente, se ha copiado de la tradición rusa de los “falsos zares”[1] y recorre las ciudades intentando convencer a la gente de… algo. Y evita que la gente arroje malas ideas y peores objetos sobre el maurífice real. Solo debe tener cuidado de no coincidir con el verdadero: ver a los dos juntos podría ser demasiado, incluso para los millones de argentinos que en estos cuatro años aceptaron cosas aun más absurdas.

Veamos las diferencias entre ambos:

· Este falso maurífice promete cosas y después no las cumple

· Este falso maurífice puede besarle los pies a un pobre, cosa que el verdadero no haría jamás de los jamases. Cierto es que su catolicismo tiene un límite: lo de los pies a un pobre, vaya y pase, pero jamás echaría a los mercaderes del templo

· Este falso maurífice no habla de sí mismo como un presidente en campaña para ser reelecto, sino como un candidato más, de hecho bastante opositor, tanto del gobierno anterior como del futuro, o incluso del actual (que, según él, desde el 12 de agosto es Alberto Fernández)

· Este falso maurífice se queda quieto y callado cuando habla Lilitazepam, en vez de hacer como le aconsejó Durán B al verdadero: agarrarse la cabeza con ambas manos, cerrar los ojos y golpearse varias veces contra la pared más cercana

· Este falso maurífice no aparece en las boletas, porque si estuviera su foto a la vista, la gente se daría cuenta del engaño

· Este falso maurífice no cree haber perdido por goleada la elección (bueno, un poco de razón, tiene: el que perdió es el verdadero)

· Este falso maurífice ya había participado en varios actos de gobierno, cuando el verdadero lo necesitaba para que hiciera de doble y le perdonase deudas "a sí mismo”

· Este falso maurífice puede bancar un spot donde se arroja al aire un gato que luego gira sin cesar hasta estrolarse contra el piso, mientras la imagen se congela para que nadie se entere de lo que le pasó al desafortunado felino. El verdadero sabría que ese tipo de propaganda le puede sumar tantos votos como los discursos de Pichetto. Que su capacidad de hacer daño debería limitarse a los seres humanos. A los seres humanos humildes.

· El falso maurífice dice estar “a favor de las dos vidas”. El verdadero sabría que esta declaración puede dar lugar a un tremendo contragolpe de la oposición: “No salvemos solamente las dos vidas: salvemos 45 millones de vidas, no vote al maurífice”

· El falso maurífice hace suya la frase “Esto se da vuelta”, desconociendo que en la cultura argentina “el que se da vuelta” es un traidor

· El falso maurífice dice "siempre estaré allí para defenderlos”. El verdadero sabe que, a la mayoría de la gente, eso le suena más a una amenaza que a otra cosa

· El falso maurífice les echó la culpa de los problemas económicos a los opositores que no lo votaron. Luego pidió perdón… el falso maurífice

· El falso maurífice piensa que va a convencer a la gente de que es el verdadero. El verdadero piensa que está muy bueno que el falso recorra el país, porque entretiene a la gente y le permite llegar al 27 de octubre y terminar su mandato

¿Se puede distinguir al falso maurífice del verdadero? Tal vez, sí; pero... ¿para qué?

Nos vemos en la que viene.

@humoristarudy

[1] Gracias a Claudio Ingerfloim; su libro El Zar soy yo me permite entender esta coyuntura.