El 23 de septiembre se cumplieron ochenta años de la muerte de Sigmund Freud, el hombre que puso en jaque el reinado de la razón como ordenadora del mundo que había impuesto la Modernidad, para plantear la idea de que los seres humanos no dominan todos sus actos de manera consciente. Su teoría psicoanalítica perdura hasta estos tiempos y lejos está de perder vigencia. Ni siquiera el lacanismo destronó la teoría que creó este médico neurólogo que había comenzado todo con el método de la hipnosis. Basta recordar que para evitar una “grieta” fue el propio Lacan el que dijo: “Soy el primer freudiano”. También es conocida la relación entre la obra de Freud y la cultura. Sus textos están poblados de referencias a los clásicos de la literatura universal. Ahora bien, ¿qué relación existe entre Sigmund Freud y la cultura argentina? Eso es lo que tiene como guía la muestra Freud en Argentina. A 80 años de su fallecimiento, curada por Luis Sanfelippo, coordinador del Centro Argentino de Historia del Psicoanálisis, la Psicología y la Psiquiatría de la Biblioteca Nacional. La muestra es una suerte de tren de la historia psi que recorre las vías por las que las ideas freudianas llegaron a implantarse en la cultura argentina desde comienzos del siglo XX hasta fines de los años 70. Se puede ver de lunes a viernes de 9 a 21 y sábados y domingos de 12 a 19 en el Hall del 3º piso de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502). La entrada es gratuita.
Inaugurada el 23 de septiembre con la presencia de referentes del campo psicoanalítico argentino como Virginia Ungar, Hugo Vezzetti, Claudia Borensztejn, Ezequiel Achilli, Francisco Kadic, Guillermo Belaga, Alejandra Rodrigo y Anabel Salafia, Freud en Argentina continuará hasta el 31 de diciembre presentando esta propuesta. “La muestra toma la ocasión del aniversario del fallecimiento de Freud para tratar de indagar un poco la recepción del psicoanálisis en la Argentina. Básicamente, el concepto que la atraviesa es el de recepción de las ideas y prácticas psicoanalíticas en la Argentina, lo cual supone entender que no se trata solamente de una importancia pasiva de una teoría y una práctica hechas en el extranjero sino más bien tratar de plantear los distintos caminos por los cuales distintos actores, médicos, pero también psicólogos, psicoanalistas, artistas, cineastas y escritores se apropiaron de ideas freudianas psicoanalíticas. Y las pusieron a trabajar en relación a las prácticas y a los problemas que intentaban abordar”, cuenta Sanfelippo a Página/12.
El curador argumenta que lo dicho “hace que esta muestra no intente dar cuenta tanto de quién fue Freud sino por qué los argentinos somos tan freudianos, por qué Freud sigue tan vivo en nuestra sociedad, cuáles son los caminos y las vías que hicieron que el psicoanálisis esté tan presente en la cultura argentina”. El historiador Hugo Vezzetti --que participó de charlas-debate que complementan la muestra-- también tiene su postura respecto del porqué en Argentina está tan presente Freud: “En principio, no hay una clave única para entenderlo. Segundo, es una reflexión amplia, más cultural que médica, lo cual no quiere decir que no hubo lecturas médicas. Y lo otro es que coincidió con momentos de cierta modernización cultural, particularmente en Buenos Aires”, señala Vezzetti. Y recalca que en los años 20 llegó el freudismo, pero no todavía el psicoanálisis. “Las instituciones psicoanalíticas se crearon más bien hacia los 40. El freudismo ya se difundía ampliamente en la cultura literaria y también en la cultura más popular, de divulgación, en los medios. Y en los años 60 iba a anidar desde el punto de vista más teórico en las carreras de psicología. Pero también el psicoanálisis en los 60 estaba aplicado en todos lados: a la familia, a la sexualidad, a los temas de la cultura”, plantea Vezzetti.
Alejandro Dagfal es el director del Centro Argentino de Historia Psi. “Su fin es difundir las investigaciones en historia psi y al mismo tiempo constituir fondos documentales que puedan servir a los historiadores y que también se puedan difundir a un público general, como el del caso de esta muestra. Se pone en valor material que ha sido donado a la Biblioteca, incluso material del catálogo de la propia Biblioteca para un público amplio. Pero la muestra es también el resultado de una investigación, una búsqueda que lleva meses de trabajo”, recalca Dagfal.
Qué se puede ver
La muestra se compone de publicaciones médicas, revistas culturales, periódicos de tirada masiva, libros psicoanalíticos, trabajos de divulgación, películas, obras de teatro y cartas escritas de puño y letra por Freud y otros reconocidos psicoanalistas. El material forma parte del acervo de la Biblioteca Nacional y de donaciones que incluyen materiales de las bibliotecas de Arnaldo Rascovsky y Celes Cárcamo, entre otras, y archivos personales e institucionales, como los de Horacio Etchegoyen y los de Willy y Madé Baranger.
Entre los materiales que se pueden apreciar está la primera conferencia pública donde se habla de psicoanálisis en el país, brindada por el médico chileno Germán Greve en el Congreso Internacional de Medicina en Buenos Aires, en 1910. Hay ejemplares de Freud al alcance de todos, una colección lanzada a partir de 1935 por la editorial Tor, y la necrológica del diario La Nación con motivo de la muerte del médico austríaco, ocurrida el 23 de septiembre de 1939.
El primer ejemplar de la Revista de Psicoanálisis, una de las publicaciones científicas más antiguas de la Argentina, también descansa en una de las vitrinas, al lado de diversas publicaciones de divulgación dirigidas al público general, y también las que permitían leer el cruce entre psicoanálisis y literatura, como Literal, dirigida por Germán García, Luis Gusmán y Osvaldo Lamborghini. Además, están las obras que abordaban los nexos entre psicoanálisis y política como Freud y los límites del individualismo burgués, de León Rozitchner.
Alejandro Dagfal destaca otro aspecto de la muestra: la correspondencia. “Si bien tenemos dos estrellas, que son las cartas de Freud que nos han prestado los archivos digitales Angel Garma (simbólicamente son quizá las piezas más importantes para el público), me gustaría que eso no oculte la importancia de otras piezas de correspondencia que tenemos, como la carta de Enrique Pichon-Rivière y Arminda Aberastury con Melanie Klein. Son cartas muy poco conocidas. Dan cuenta de la primera recepción del kleinismo en la Argentina. Arminda Aberastury fue la primera traductora de Melanie Klein al castellano. También tenemos una copia carbónica de una carta de Enrique Pichon-Rivière a Lacan, del año 69. Esa es la última carta de Pichon a Lacan, paradójicamente en el momento en que se encontraban más alejados. Esta carta permite hacerle carnadura a la amistad que tuvo Pichon-Rivière con Lacan, de la que mucho se hablado, pero hasta ahora es el único documento escrito con el que contamos”, señala Dagfal. En esta carta Pichon-Rivière le recomienda a Juan David Nasio para entrar a la Escuela de Lacan.
Los ejes
Freud en Argentina se estructura en cuatro ejes: “Los debates previos a la creación de las asociaciones psicoanalíticas (1910-1939)”, “La institucionalización del psicoanálisis en la Argentina (1942-1976)”, “La diseminación de las ideas psicoanalíticas en la cultura (1910-1976)”, y “Los trabajos de traducción de la obra freudiana al castellano (1922-2019)”. “Intentamos organizar el material en torno a estos cuatro ejes para facilitar un poco la comprensión pero también para señalar vías que nos parecen privilegiadas de recepción del psicoanálisis en la Argentina”, cuenta Sanfelippo.
El primer eje es el de los debates previos a la creación de las asociaciones de psicoanalistas. 1910 y 1939 son dos fechas simbólicas, pero se subraya el momento anterior a la fundación de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “Lo que se intenta señalar durante todo ese período es cómo en un primer momento la recepción del psicoanálisis en los grupos médicos argentinos, en la literatura y en la cultura argentina era bastante marginal y la mirada que se tenía sobre el psicoanálisis era bastante crítica”, plantea el curador.
El segundo eje, el de la institucionalización del psicoanálisis en la Argentina, tiene como punto de partida a 1942 porque en ese año se creó la Asociación Psicoanalítica Argentina, que muy rápidamente publicó la Revista de Psicoanálisis (que se sigue publicando en la actualidad). “En ese período analizamos primero la actividad de los fundadores de esa asociación como Arnaldo Rascovsky, Enrique Pichon-Rivière, pero también psicoanalistas que vinieron del exterior como Angel Garma, Celes Cárcamo y Marie Langer. Después pasamos a analizar una segunda y tercera generación de psicoanalistas argentinos, como José Bleger, Eduardo ‘Tato’ Pavlovsky, Fernando Ulloa, Hernán Kesselman, Mauricio Abadi, Diego García Reinoso”, explica Sanfelippo. Hacia la década del 70 se produce la ruptura al interior de la APA a partir de los grupos Plataforma y Documento, que la cuestionaban por dos razones: el orden jerárquico y la rigidez de las estructuras internas de la APA. “Al mismo tiempo, cuestionaban lo que consideraban una falta de compromiso político de la APA respecto de los acontecimientos políticos que se estaban viviendo en el país y demandaban un mayor compromiso político de los psicoanalistas y una mayor articulación entre psicoanálisis y política”, ejemplifica Sanfelippo.
El tercer eje, el de la diseminación de las ideas psicoanalíticas en la cultura argentina, va de 1910 a 1976 porque la idea es subrayar un doble movimiento por el cual, a veces, en ocasiones “fueron los psicoanalistas los que necesitaban extender o aplicar el psicoanálisis en otros territorios de la cultura, pero también el movimiento descentrado de los psicoanalistas, en donde la presencia de Freud aparecía en los libros de divulgación de la editorial Tor, que sacó una colección en 1935 llamada Freud al alcance de todos”, puntualiza Sanfelippo. En 1935 había un público interesado en saber lo que pensaba Freud respecto de la sexualidad humana, los problemas de las masas o respecto de cómo cura el psicoanálisis.
“Uno de los elementos que se exponen en la muestra es un documental que hizo Gonzalo Aguilar, titulado Los psicoanalistas van al cine. Lo que hizo fue recopilar una serie de películas de la década del 60 hasta el presente. Se observa la presencia del psicoanálisis bajo la forma de personas que van a terapia individual, de grupo o de pareja, como también personas hablando sobre sus problemas en términos psicoanalíticos pensando las dificultades que tienen en la vida y en sus relaciones, todo con categorías psicoanalíticas y no necesariamente porque sean expertos en psicoanálisis: muestran la presencia del psicoanálisis en la cultura argentina”, explica el curador.
El cuarto eje es el de traducciones de la obra freudiana al castellano y llega hasta el presente. Las primeras traducciones fueron en Madrid con la editorial Biblioteca Nueva en 1922. “Pero después presentamos en la muestra proyectos de traducción de las obras completas freudianas o de algunos textos que están aislados o por fuera que no fueron incluidos dentro de las obras freudianas y que fueron llevados adelante en nuestro país: desde los proyectos de la editorial Latinoamericana o la editorial Santiago Rueda que quedaron a cargo de la traducción de Ludovico Rosenthal”, comenta Sanfelippo. “También iniciativas que retomaron textos que no fueron incluidos, como el de la editorial Nueva Visión de Freud sobre las afasias o varias de las correspondencias”. Hay proyectos de traducción del siglo XXI: uno de traducción crítica bilingüe en castellano y en alemán de textos y manuscritos freudianos. “También hay textos inéditos de distintas épocas de Freud que no están incluidos en las Obras completas y que nunca habían sido recopilados de esa manera. Fue publicada en 2018. Los proyectos de traducción de la obra freudiana en la Argentina siguen estando vivos y siguen siendo un proyecto editorial que en nuestro país vende”, concluye Sanfelippo.