Sorprende verlo en campaña a este presidente. Después de haber dicho que si lo reeligen va a hacer lo mismo pero con mayor rapidez, ahora recorre el país prometiendo que va a cambiar. El motivo parecería ser que las PASO le hicieron entender lo que el pueblo quería. “Los escuché”, no se cansa de decir. “Entendí lo que me dijeron y ahora todo va a cambiar”. La campaña es agotadora y se lo ve cada vez más cansado y envejecido. Camina como si tuviera algún inconveniente y se dice que anda con una faja en la cintura. ¿Qué es lo que impulsa a este hombre a semejante esfuerzo? Los que lo conocen desde los tempranos tiempos del Cardenal Newman aseguran que su obstinación es poderosa. La ponderan más que a su inteligencia, que juzgan escasa. Es así: muy inteligente no se lo ve. Su modalidad gestual y su lenguaje bordean con lo extravagante. Habla con grandes gestos, grita, le besa el pie a una mujer, dice incoherencias, que las PASO no sucedieron, que la elección es en octubre y la va a dar vuelta, que es decir que las PASO sucedieron, si no ¿qué es lo que habría de dar vuelta? Pero él sigue adelante. Con una obstinación asombrosa. ¿Qué es lo que espera conseguir? La votación la tiene perdida. Los números no le dan. El clima del país le es adverso. C5N es el canal de noticias más visto del país. Se dice que en los bares en que el televisor está clavado en TN la gente pide que lo cambien. La inflación sigue. El dólar se mantiene relativamente calmo pero al costo de la sangría del Banco Central y las tasas de interés desaforadas. La pobreza crece. La indigencia también. Los precios ni hablar. Todo le sale mal. Se enojan las provincias. Tiene que volver a poner el IVA. Los intendentes lo abandonan. Piden el corte de boleta. El albertismo se despliega en todas partes. Lo reciben en la UIA. Va a hablar en IDEA. Habla con Pepe Mujica en el Nacional Buenos Aires. Pero el hombre obstinado sigue adelante. ¿Guarda algún secreto? ¿Tiene alguna feroz artimaña que le dará el tan ansiado triunfo? Cuidado, es capaz de todo.
Tiene su núcleo duro. Ha logrado ser el mejor referente del antiperonismo. Lo siguen los que hablan de la república y no quieren que la barbarie triunfe una vez más sobre la blanca civilización. Esto viene ocurriendo por lo menos desde 1820, cuando los caudillos federales entraron en Buenos Aires y ataron sus caballos a la pirámide de mayo. Qué injuria. Qué indecencia la de esos chinazos. A ese año -1820- la historia oficial, que escribió la civilización, le llama “anarquía del año 20”. Para el macrismo ese suceso se volvería a producir el año que viene, que es 20 también pero del dos mil, algo que debería haber cambiado un poco las cosas. Pero no. El obstinado presidente en campaña electoral recorre las provincias, el entero país advirtiendo sobre la cercana catástrofe. Otra vez la barbarie, encarnada una vez más en esa modalidad histórica persistente y retornante que se llama peronismo. A esto le tiene miedo el antiguo alumno del cardenal Newman. Y a otra cosa: a la cárcel. Sabe que “hizo varias” como él dijera al obsecuente Luis Majul del juez Ramos Padilla. El riesgo es grande: en lugar de unas merecidas vacaciones en su villa de Italia, morder el polvo en algún presidio tal como él les infiriera ilegalmente a tantos presos políticos cuyas vidas deterioró. Por eso se obstina el obstinado. Tiene miedo. De la barbarie y de la cárcel.
Algo lo tranquiliza pensar que Alberto Fernández recibirá un gobierno de tierra arrasada, condicionado por los poderes fácticos de este país. Alberto lo sabe y ahí lo vemos en la UIA y en IDEA. Tratará de negociar. Que lo dejen gobernar. Que no lo castiguen con el desabastecimiento, los golpes de mercado y la falta de liquidación de las cosechas. La suya será una temporalidad difícil. Ya lo anticipan los duros y hasta brutales Carrió y Pichetto. La primera con su amenaza de morir en Olivos antes de salir de ahí. Y el ex senador peronista denunciando la presencia de espias cubanos en Argentina. Y si no, ¿para qué va tan seguido Cristina a Cuba? Para hablar con Putin, según Carrió. Para informar a los espias cubanos acerca de cómo manejarse en este país que ella conoce bien, como dirá Pichetto. ¿Son manotazos de ahogado o presagios de una oposición de guerra? Las dos cosas.
Sólo algo más. En su jacobino texto “Mi mensaje”, Eva Perón decía que se había vestido a lo Dior para entrar en los salones de la oligarquía y conocerlos mejor para mejor luchar contra ellos. Volviendo a Alberto F.: que no se vea demasiado con cierta gente porque podrá terminar pareciéndose a ellos. Ojalá no sea así. Alberto es un negociador. Pero recordar que en una negociación se puede ceder hasta el 50 por ciento, siempre que uno se quede con el 50 por ciento más importante. Esto figura en un fascinante libro de un general llamado Perón y que Alberto ha de haber leído muy bien. “Conducción política”, algo que el seguramente cercano presidente sabe hacer y lo deberá saber mejor que nunca a partir del mes de diciembre del presente año, el último del obstinado presidente.