A dos semanas de las elecciones, Mayra Mendoza, candidata a intendenta de Quilmes por el Frente de Todos, llega de recorrer los barrios inundados de Bernal Oeste y San Francisco Solano, donde los arroyos se desbordaron otra vez y el agua entró a las casas. Apenas llega a la charla con PaginaI12 cuenta que la gente está muy frustrada, que son cuadras y cuadras de barrios inundados y que “la obra del Metrobus empeoró las cosas aún más en relación con las inundaciones por la falta de planificación”. Con 35 años, tiene un recorrido legislativo como diputada nacional y se propone saltar a un cargo ejecutivo en el quinto distrito más grande la provincia de Buenos Aires, con 700 mil habitantes, para convertirse en la primera intendenta mujer en la historia de Quilmes.

-¿De qué manera el feminismo te interpela a la hora de postularte a un cargo ejecutivo?

-Yo transito mi vida militante desde el feminismo y necesitamos poder disputar poder. Todavía las mujeres no disputamos poder. Vamos a lograrlo cuando ocupemos lugares institucionales desde el feminismo. Lugares de decisión que no nos limiten a una agenda determinada, sino que podamos hablar de todo lo que nos sucede en la vida y de cómo hacemos para poder plantear un escenario distinto a la desigualdad que vivimos. Porque es fácil decir que hay que discutir la concentración de la riqueza pero no discutimos el sistema de dominación socio y cómplice del neoliberalismo que es el patriarcado. Hay que discutir la desigualdad con la que las mujeres vivimos hace años. El feminismo atraviesa mi militancia y quiero poder demostrarlo desde la gestión. No quiero una Secretaría de Género, quiero paridad en el Gabinete, quiero funcionarios que tengan conciencia de la territorialidad y además perspectiva de género. No quiero quedar bien, quiero transformar. Hay una cantidad de situaciones de violencia que puedo reconocer y sufro al día de hoy, como el varón que quiere explicar todo, y muchas más. Los varones del conurbano eran algo como inamovible. Es un cambio de paradigma muy fuerte.

-En los tres últimos años tuviste dos episodios en los que literalmente pusiste el cuerpo: el 15 de diciembre de 2017 recibiste una descarga de gas pimienta en la cara, a metros del Congreso, cuando se desató la represión durante la marcha contra la reforma previsional; y un año antes, el 22 de diciembre de 2016, policías de Jujuy te golpearon al entrar a la primera audiencia pública en el juicio contra Milagro Sala. ¿Cómo viviste esas situaciones?

-Fui a Jujuy con mucha conciencia de lo que le estaba pasando a Milagro como mujer y como líder social de esa provincia, y sabiendo que Gerardo Morales buscaba demonizarla. Milagro representa la revalorización de nuestras raíces originarias ante el poder político y económico y ante los poderes fácticos de Jujuy. Yo necesitaba estar ahí para acompañarla. Fuimos con autorización del Juzgado para participar de esa audiencia y fue tremendo. Me asusté mucho, vi cómo nos violentaban, porque de un momento a otro la policía empezó a reprimir. Lo viví con mucha angustia y con la violencia que todos y todas sentimos por parte de este gobierno, pero también con la conciencia de saber que había que hacer todo lo posible para que esto frene. Porque si eso me pasaba a mí que era diputada, ¿qué les pasaba a todos los ciudadanos y ciudadanas de Jujuy, y qué les pasaba a los militantes de una organización social y política? Entonces, a partir de ese episodio profundicé cuáles son los objetivos, las responsabilidades y cuál es la tarea. Sabía que este gobierno no podía durar más de cuatro años. Y lo que sucedía en Jujuy era un ensayo, una evidencia de lo que iba a suceder en toda la Argentina. Casi un año después, fue la represión a los jubilados. Salí del Congreso y vi que estaban tirando balas de goma y gas pimienta a una pareja de jubilados. La calle también era mi lugar como diputada ante el desguace que se estaba haciendo del sistema previsional argentino, algo que tenemos que defender tanto como la bandera de Memoria, Verdad y Justicia, y como la educación pública. Nuestro sistema solidario de reparto es algo que nos costó muchísimo y que el neoliberalismo siempre va a tener como blanco.

- Para vos, ¿qué es gobernar?

- Lograr felicidad en las personas, lograr alegría, bienestar. Con esa política de inclusión que fue el reconocimiento del trabajo de las mujeres y la jubilación de las amas de casa que llevó adelante Cristina, veía la sonrisa de esas mujeres, el reconocimiento del Estado. Gobernar es poder generar que la gente esté bien y la gente está bien cuando tiene trabajo, cuando tiene garantizada la salud, cuando puede tener oportunidades para que su hijo o hija forme parte de una orquesta sinfónica en Solano. Autoestima para poder seguir proyectándose en un horizonte a futuro y tener oportunidades. Gobernar es eso.

- ¿Cómo se afronta la crisis que atraviesa el conurbano bonaerense, donde la feminización de la pobreza da cuenta del creciente empobrecimiento de las mujeres?

- Con Axel (Kicillof) hablamos mucho de la feminización de la pobreza y de las mujeres jóvenes que no tienen trabajo, aún desde antes de que sea candidato a gobernador. Es un tema que le preocupa mucho. Las mujeres tienen que lograr autonomía y poder contar, por ejemplo, con lugares de atención de la primera infancia. Hoy hay una ausencia absoluta en ese sentido por parte del Estado provincial. El gobierno de Vidal nunca pensó qué hacen las mujeres con sus hijas e hijos para ir a trabajar, bien patriarcal la gobernadora actual. Por eso, Axel va a impulsar la generación de trabajo. Hoy hay un 27 por ciento de desocupación en las mujeres, un 10 por ciento más del promedio de desocupación. Tiene que haber políticas claras que apunten a incluir a las mujeres en el mercado laboral. Tenemos que tener creatividad y una escucha muy feminista para la generación de políticas públicas. Saber qué necesitan, qué quieren y qué pueden las mujeres hoy. Existen todo un sector y un canal productivo que llevan adelante mujeres a partir de la economía social. Hay que apuntar a eso.

- ¿Cuáles son las mayores falencias que encontrás en la gestión de Martiniano Molina en Quilmes y dónde vas a poner el eje si ganás el 27 de octubre?

- Martiniano Molina se preparó para ser un buen candidato pero no para gobernar. No se puede ser intendente si le tenés miedo a la gente. Y hay un grado de insensibilidad muy alto. La mayor falencia es el olvido y abandono de determinados lugares de Quilmes. En estos cuatro años se han profundizado muchísimos problemas. Las prioridades que tomó el gobierno de Molina no fueron las que necesitaba Quilmes, es evidente que no conoce el distrito, que no conoce la idiosincrasia y que no le importan los problemas más profundos. Ahí van a estar puestas nuestras prioridades.

- ¿Cuáles fueron las prioridades de la gestión de Molina?

- El maquillaje, florcitas y colores en lugares donde no se necesitan. Esa es la última etapa que hay que plantear en la gestión en un distrito como Quilmes, donde falta resolver muchas cosas. Había que empezar por lo que hoy estamos viendo como consecuencia de lo que falta: las obras hidráulicas. Ahí vamos a poner el foco. Hoy hay barrios donde la recolección de residuos pasa una vez por semana y se vive entre basurales y quemas, lugares que son focos infecciosos. Donde Cambiemos decide hacer una obra hay una mentira, una estafa, una venta marquetinera de algo que no le soluciona la vida a la gente. Y también hay un gran negocio. La Avenida Calchaquí fue repavimentada en 2017, y en 2018 rompieron esa avenida para hacer el Metrobus (que no es Metrobus sino carril único de colectivos), y hoy esa obra causa más y peores inundaciones.

- ¿Qué aspectos del Frente de Todos crees que tienen mayor fuerza electoral para el 27 de octubre?

- La recuperación del trabajo. Tenemos que recuperar el trabajo como ordenador social. El mayor foco que tenemos como fuerza política es la unidad para defender a los argentinos y argentinas. Y en esa defensa está la recuperación del trabajo.

- El ajuste estructural de las políticas neoliberales fue brutal en relación con el cierre de fábricas y pymes…

- La indiferencia por parte de los gobiernos municipal, provincial y nacional fue terrible. No hubo respuesta alguna a los 209 trabajadores y trabajadores despedidos y despedidas de la papelera Kimberley Clark, por ejemplo. No hicieron nada para sostener esas fuentes de trabajo. En Quilmes cerraron el 30 por ciento de los comercios. Es dramático, hay empresas recuperadas que se mantienen con lo mínimo, que no pueden competir con la apertura de las importaciones y están sobreviviendo. Estos cuatro años fueron de mucho sufrimiento pero también profundizamos en nuestra conciencia que el modelo neoliberal es de entrega, es de industricidio. Esperamos tener oportunidad de que las cosas se reviertan.