Los resultados del comicio chaqueño fueron los esperados y consagraron gobernador a Jorge "Coqui" Capitanich. El ya veterano dirigente –fue gobernador dos veces, entre 2007 y 2015– era número puesto y no sólo por su prestigio local sino también porque recorrió toda la provincia con el apoyo de aliados aquí significativos como el Frente Grande, Forja y El Manifiesto Argentino.
Con una ventaja oficial –al cierre de esta nota– de 48,5 por ciento frente al 31,7 por ciento del radicalismo macrista, la sorpresa de la jornada la dio "El búlgaro", como se conoce aquí a Juan Carlos Bacileff Ivanoff, ex vicegobernador durante los dos períodos de Capitanich, quien con un improvisado Frente Integrador y un discurso a lo Bolsonaro prometiendo palos para piqueteros y rebeldes de todo pelaje, obtuvo un sorprendente 14,6 por ciento de los votos. Y no es dato menor que, aunque no se lo cuenta en términos porcentuales, el cuarto lugar lo obtuvo, bien macizo, el voto en blanco.
Aparte de esa sorpresa –esa advertencia–, hubo muy pocos votos para otras alternativas: Eduardo Aguilar, ex funcionario de Capitanich, resultó cuarto con el 1,4 por ciento de los votos, seguido de cerca por Carlos Martínez (Consenso Federal, con el 1,15) y Aurelio Díaz (del PO, actual diputado provincial y eterno candidato alternativo que obtuvo el 1,07). Otras cuatro candidaturas (entre ellas la del otrora piquetero Raúl Castells) recibieron porcentajes mínimos de votos.
A las ocho de la noche, el gobernador Domingo Peppo convocó a una conferencia de prensa en la que se mostró, una vez más, moderado y sereno. Buen perdedor en su apuesta electoral, y adherente final a la candidatura triunfante, son muchos los que le reconocen, al menos, haber impedido que esta provincia siempre chúcara se saliera de cauce durante cuatro años.
Por otra parte, la estupenda labor de Capitanich al frente de la Municipalidad de Resistencia también fue fuente de votos. Coqui condujo la intendencia durante estos años con la ciudad limpia como nunca antes, con las arcas saneadas y terminadas las tercerizaciones del radicalismo, lo que permitió achicar fuertemente el endeudamiento y sin un solo escándalo. Y con un record de 750 nuevas calles pavimentadas en cuatro años.
Si bien Bacileff Ivanoff les arruinó la esperanza (en algunos barrios populares de la capital, Resistencia, obtuvo hasta el 30 por ciento de los votos, duplicando los del radical-macrismo de "Chaco somos todos"), el radicalismo chaqueño, de larga trayectoria y varias veces gobierno, no se desdibujó del todo. Y es que de hecho el PRO y otras experiencias del conservadurismo chaqueño nunca tuvieron importancia electoral en esta provincia, donde en el último cuarto de siglo jamás alcanzaron más del 2 o 3 por ciento de los votos. Por lo que todo el mérito electoral, en este segundo puesto, fue del tronco radical tradicional que, no obstante, parece haber perdido dos bancas en la legislatura provincial.
Lo cierto es que, mientras el Chaco contaba los porotos, el debate entre candidatos presidenciales concentraba la atención nacional, potenciada por la implacable condena a Macri por sus mentiras y su estilo mentiroso de gobierno, como cuando pretendió convencer a la audiencia televisiva de que –lo dijo– "estamos mejor".
Macri sigue sin escuchar, sin darse cuenta, sin aceptar críticas y sin dirigirse siquiera a los cuatro o cinco millones de argentinos con hambre que su gobierno produjo. No pasó de elogiar a la clase media. Nada para abajo.
Por eso para esta columna lo mejor es, a estas alturas, apuntar algunos de los asuntos y decisiones que le van a quedar como inmediatos a Alberto Fernández a partir del 10 de diciembre. Entre ellos, y en rápido y desordenado repaso, grandes temas todos urgentes como la libertad inmediata de Milagro Sala y de todos aquellos que estén presos sin condena. También desarmar el aparato represivo y de remilitarización montado por la ex montonera devenida ministra de Seguridad, que es peligrosísimo. También el impostergable proceso de saneamiento de la Justicia, cuestión que no tiene nada que ver con las estupideces con que se han distorsionado las ideas del Manifiesto Argentino. Y también la recuperación inmediata de la Salud Pública gratuita y de la Educación ídem, además de obligatoria y laica.
Y ni se diga de la cuestión de la tierra, que será necesariamente más lenta pero que exige poner límites a los agronegocios que vienen destruyendo la tierra productiva, por un lado; y por el otro, el control y reordenamiento ambiental de la minería. Si la tierra argentina es un milagro natural, y es un tesoro, es obvio que hay que cuidarlo de quienes, so pretextos productivistas, arrasan la naturaleza. Viejo problemón nacional al que ya es tiempo, y es urgencia, reencauzar. Esta columna cree que Alberto y Cristina están conscientes y convencidos de esto, y tendrán sabiduría y firmeza para implementarlo en bien de la nación.
Parece no haber dudas de que Alberto está al tanto de todos estos y de otros problemas, como la estrategia para recuperar las Islas Malvinas y la renovación del Tratado Antártico a punto de vencer. Y otros más que se entremezclan, como la recuperación de la política de Ciencia y Tecnología, y los roles esenciales del INTA, el INTI, el INCAA y tanto más. La dirección de El Manifiesto Argentino espera la oportunidad de exponer estas ideas tanto a Alberto como a Cristina, descontado el apoyo incondicional de este colectivo a la fórmula del Frente de Tod@s para el próximo domingo 27.