El Premio Nobel de Economía 2019 fue otorgado a los investigadores Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer por sus experimentos en grupos poblacionales para mejorar las condiciones de vida de niños en Kenia y en la India. “Este año se ha introducido una nueva mirada en pos de obtener respuestas confiables para encontrar los mejores caminos para luchar contra la pobreza global. Se trata de cuestiones más pequeñas, preguntas manejables, como por ejemplo, encontrar las intervenciones más efectivas para mejorar la salud de los niños”, explicaron desde la academia sueca antes de informar los nombres de los ganadores del premio. Unas horas antes, la cuenta de Twitter oficial @NobelPrize recordaba al Nobel de 1976 Milton Friedman, mentor del monetarismo, la escuela teórica del neoliberalismo, un sistema que hunde en el subdesarrollo a la mayoría de los países y en la miseria a millones de personas.
Michael Kremer tiene 55 años, da clases e investiga en la Universidad de Harvard, Estados Unidos y fue nombrado hace poco como “Joven líder global” por el Foro Económico Mundial. Sus últimos trabajos se concentraron en el desarrollo de la agricultura, el sistema de salud y educacional y del sistema crediticio de economías muy atrasadas como Kenia. Los otros galardonados son Abhijit Banerjee (58 años) y Esther Duflo (46 años) que provienen del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos. La web del prestigioso instituto celebra el premio a esta pareja de economistas “por su investigación experimental para aliviar la pobreza global”. El Premio Nobel reparte 9 millones de coronas suecas, que equivalen a uno 830 mil euros.
Banerjee, Duflo y Kremer fueron pioneros en desarrollar un método de investigación en ciencias sociales denominado en inglés Randomized Controlled Trials (RCTs), que se podría traducir como “Experimentos controlados aleatorios”. La idea es que, como se usa en medicina, se hagan pruebas en grupos muy pequeños sobre cómo puede afectar determinada medida en el campo de la política social. Desde la Real Academia Sueca explicaron que los estudios de los galardonados permitieron aplicar programas de tutorías en escuelas de Kenia que mejoraron la performance de 5 millones de niños y niñas, por encima del resultado que venían teniendo “más libros de texto y comidas gratis en la escuela”. “Esto demostró que la ayuda puntual sobre los estudiantes más débiles fue una medida efectiva”, agrega.
Esther Duflo explicó en una charla TED que “las pruebas aleatorias controladas han revolucionado la medicina al permitirnos distinguir entre los medicamentos que funcionan y los medicamentos que no funcionan. Y puedes hacer lo mismo con pruebas aleatorias controladas para políticas sociales”. Contó que en India hay suficientes vacunas gratuitas en los hospitales pero que sin embargo muchas familias rurales no se acercan a los centros de salud para vacunar a los niños. “Hicimos una prueba aleatoria controlada en 134 aldeas en el distrito de Udaipur, India. Encontramos que al organizar campamentos de vacunación se incrementa el grado de asistencia de un 6 a un 17 por ciento. Si se agrega el incentivo de recibir un kilo de lentejas, se alcanza un 38 por ciento. Resulta que la economía es errónea porque es más barato regalar las lentejas que no regalarlas”, explicó, en relación al gasto posterior que implica la atención médica de un niño o niña enfermo por la falta de vacunación. Otros experimentos en la misma línea se realizaron alrededor de la necesidad de distribuir mosquiteros en aldeas de Kenia y desparasitación de niños y niñas en Haití.
El Premio Nobel 2019 implica un gran espaldarazo al método de experimentos controlados aleatorios. Sin embargo, esta técnica no está exenta de críticas. Por ejemplo, los investigadores Angus Deaton (Universidad de Princeton, Estados Unidos) y Nancy Cartwright (Universidad Durham, Inglaterra) advierten que estos experimentos “pueden jugar un rol en la creación de conocimiento científico y en predicciones útiles pero sólo como parte de un programa más amplio que combine otros métodos, incluyendo desarrollo conceptual y teórico, para poder descubrir no sólo qué funciona sino por qué funciona algo”.
El economista argentino Matías Vernengo (Universidad de Bucknell, Estados Unidos) explica que “la preocupación en ámbitos de la heterodoxia es que se tomen estos experimentos controlados como única fuente de información sobre políticas contra la pobreza. Muchas veces se plantean soluciones simples para problemas complejos, ignorando las especificidades de la pobreza en diferentes lugares, por ejemplo en países centrales versus periféricos. Por ejemplo, la pobreza que resulta del ajuste impuesto por el FMI en la Argentina no se resuelve con intervenciones micro sino que requiere un giro en la política macroeconómica”.