“Es un libro amoroso”, acuerdan. María Seoane estira el brazo hacia uno de los extremos de su enorme biblioteca y, sin mirar, toma un ejemplar. Tiene el mismo tenor estético que Esa mujer, el que dedicó a Eva Perón junto a Víctor Santa María. Tamaño grande, imágenes y dioseño hermosos. Incluso el título los hermana: Juan Perón. Ese hombre. Gisela Marziotta, la coautora, lo mira con la misma ternura que le imprimió a las páginas que le tocaron en suerte. Vuelven a embelesarse. Repiten: “Es un libro amoroso”, mientras María va al punto. Una foto. Una hermosa foto que derriba persistentes mitos de un plumazo. Data del 10 de agosto de 1952, y se ve en ella cómo una delegación de descamisados tira del carro de armas que transporta el féretro de Eva Perón por Avenida de Mayo. “Mirá, mirá bien, las que van adelante son todas mujeres, enfermeras”, se emociona la experimentada escritora. Después, ambas se entretienen mirando las de un Perón joven, fumando pipa, en 1938. “Parece Valentino… un langa total”, se ríen. Pero la atención vuelve sobre la imagen anterior, porque destruye una contumaz ficción que anida en cierto núcleo duro del imaginario gorila, de derecha a izquierda: el de Perón como arquetipo del “macho argentino”. “Pararse desde hoy a medir el machismo del '45 es raro, cuanto menos. No se puede medir eso con liviandad, más si tomamos en cuenta que la mujer pasó de no tener documento a tener, de no votar a votar, en fin, no cierra”, sostiene la periodista y candidata a vicejefa de gobierno de CABA por el Frente de Todos, en fórmula con Matías Lammens. El libro aparece este jueves junto a Página/12, como compra opcional.

“En los primeros capítulos del libro consta que Perón es todo lo contario a un machirulo de la época”, enfatiza Seoane. “Hay una presencia impresionante de la mujer en su vida, porque está criado en un matriarcado. Y Eva ¿no? Eva, a la que defiende, rompiendo con las pautas morales del momento. Por amor a Eva, Perón enfrenta a los militares, y todos sus prejuicios. La defiende y se van a vivir juntos. Eso no es de machirulo, más bien todo lo contrario”, sigue la escritora acerca del libro que, redunda decirlo, dedica sus doscientos treinta y cinco páginas a recorrer vida y obra de Juan Domingo Perón. “El rol, la presencia de las mujeres en la vida de Perón es muy importante, sí”, refrenda Marziotta. “Su mamá, su primera esposa, su madre, Eva, Isabel, sus tías, su abuela… todas mujeres muy fuertes que incidieron en su vida”

-¿Qué implica que dos mujeres hayan posado su mirada sobre Juan Perón, hoy, con la sensibilidad, el compromiso y la afrenta que ello implica?

María Seoane: -Que dos mujeres periodistas argentinas, y de generaciones distintas, hayamos escrito sobre él es lo que el libro tiene de original, porque mirá (señala el primer stand de su enorme biblioteca), Galasso escribió mil páginas sobre Perón.

Gisela Marziotta: -Y el momento en que lo escribimos ¿no? Me parece muy oportuno abordar tanto a Eva como a Juan en estos tiempos, y tan a tiempo. Celebro que se edite en este contexto de elecciones, en el cual es tan necesario volver a revisar la acción de ese hombre que es el primero que gobierna pensando en las mayorías, buscando la ampliación de los derechos, incluyendo a las mujeres, dándonos la posibilidad, a través de Eva, de legislar para empadronarnos, de elegir y ser elegidas, algo que hoy una naturaliza, pero es bueno recordar que no hace tanto ni siquiera teníamos documento.

M. S.: -Evita, de hecho, tiene el número uno en las libretas cívicas femeninas y, si bien había una historia del movimiento sufragista en la Argentina, fue ella quien lo determinó con su fuerza y su incidencia política. Acompañada por Perón, claro, y por un movimiento cuya acción fue refundar la república democrática y social del yrigoyenismo.

G. M.: -Yo insisto con lo del tiempo, porque justamente lo que se está necesitando es volver a gobernar para las mayorías y recuperar los derechos que fuimos perdiendo en los últimos cuatro años. Por eso, como decía, la revisión de Juan y Eva a través de sendos libros aparece en el tiempo justo. Que se lea y se entienda de una forma simple y llana, también, y ambos libros tienen esa tesitura.

Seoane y Marziotta pensaron el trabajo en sincronía. Consensuaron desde el índice hasta la estructura, pasando por lo que se iba a contar. Y se dividieron la hechura fina de los ocho capítulos que lo pueblan. “La pluma final es la de María, porque la idea fue mantener la coherencia y la lógica que se había empezado con Esa Mujer”, matiza Marziotta. “Es una coherencia que se extiende a la diagramación, donde Daniel Flores y Teresa Pacitti hicieron un gran trabajo. En fin, el texto es accesible. Es la mirada de un hombre y su tiempo, un hombre hacedor del bien. Diría yo el gran constructor de la Argentina moderna, del Estado de Bienestar. Y un hombre que, lejos de lo que decían y pensaban sus detractores, entendió la diversidad y pensó que no podía organizarse una sociedad sin incluir a los diversos”.

-Existe otro prejuicio vinculado al imaginario antiperonista, en este caso proveniente del liberalismo clásico y de un sector de la izquierda, que pone la lupa en el Perón militar y minimiza o subsume otras aristas. ¿Qué le contestan a esa tara?

M. S.: -Que se analice por ejemplo qué fue lo que hizo Perón cuando lo mandaron a cumplir una misión en La Forestal en 1917, para evitar el conflicto. En vez de reprimir a los trabajadores, como pedían sus camaradas, se puso en lugar de los damnificados y trató de evitar la represión, de mediar, seguramente porque en su memoria permanecían las rondas de mate que había vivido con los peones de la estancia de su padre. Y esto es recurrente porque todo el tiempo, durante toda su vida, Perón se puso en el lugar del otro: su historia es la historia de ponerse en el lugar del otro. Nunca mejor ejemplo de “la patria es el otro” que militó Cristina. Que se sepa que era un militar que, cuando viajó a Europa, vio la guerra como algo que no deseado. Igual que Eva cuando, al volver de Europa, habló de la guerra como una carnicería. Perón no fue esencialmente un militar, sino que el ejército le sirvió como plataforma profesional… para mí fue el civil más prominente del siglo XX.

G. M.: -Un hombre excepcional con muchas formaciones, sí. Lo que le viene del ejército y su formación es la visión estratégica. De hecho, era un hacedor y un organizador, porque logró organizar a los trabajadores como una forma, decía él, de vencer el tiempo.

M. S.: -Perón fue un criollo que, por serlo, podía entender la magnitud, la complejidad de lo nacional. Sin duda era un militar y un dirigente al que no le llamaban la atención los cabecitas negras, y veía con naturalidad la incorporación de las masas al poder. Esto es el peronismo: la irrupción de las masas y el Estado de bienestar contra las dádivas de la oligarquía. Además, a Perón lo nacional no le viene del ejército, le viene de la convivencia con sectores populares, por eso elige la Secretaría de Trabajo y Previsión cuando el GOU llega al gobierno… es el lugar desde el que vas a dotar de derechos al otro. No es casual que lo primero que hace es el Estatuto del Peón, porque es una manera de retribuir derechos a quienes eran como aquellos peones con los que, además de tomar mate, convivía en su infancia durante las faenas, las durezas y las soledades del campo.

-¿Cuál fue el Perón que más las sedujo, la parte de su vida que más disfrutaron escribir?

G. M.: -La de su infancia que, en mi caso, era la que menos conocía. Su vida de chico en Santa Cruz, con todo lo simbólico que ello implica, su relación con la mujer, con la soledad del campo, todo eso es muy revelador... el Perón niño es maravilloso.

-¿María?

-El que más me atrae es el de la primera presidencia… el del 17 de octubre, el que construye el Estado de Bienestar, el que sienta las bases de la república democrática y social. También me interesa mucho el Perón del regreso, el del Pacto Social.

-Al que hoy se puede reivindicar con más holgura, pasadas las pasiones y las contradicciones de los setenta.

M. S.: -Imaginate!!! Yo estaba en otro lugar, en la izquierda. Pero hoy, a la distancia, me interesa mucho ese Perón que vuelve a la Argentina y retoma la idea del pacto social. Además, su centralidad queda clara con su muerte. Era el único que podía pacificar la Argentina, porque era el único que entendía cómo se tenía que integrar el país a ese capitalismo, cuando la sobreimpresión ideológica que había en los movimientos revolucionarios no les permitía ver que ya no se iba hacia el socialismo. Lo que se discutía era cómo ingresar a la trasnacionalización capitalista… los jóvenes no lo vimos, Perón sí. Además, es muy fuerte cuando se está muriendo y le dice a Taiana... "mi pueblo, mi pueblo".

-Un pueblo que queda huérfano tras el pacto social trunco.

M. S.: -Momentáneamente, porque ahora lo retomó Cristina, ¿no? Lo más parecido al primer y segundo gobierno peronista fueron los gobiernos de Néstor y de Cristina, y es esa persistencia la que nos va a devolver al poder ahora, más allá de los protagonistas y las formas que tome el movimiento. Esta es la Argentina posible. Lo demás es el caos, el dolor.

 

La vida con Perón

Gisela Marziotta cree que se nace peronista, “pero a unos nos cuesta más que otros darse cuenta”, se ríe. Se ríe porque le pasó a ella. De familia radical, antiperonista incluso, comenzó a acercarse al movimiento nacional por un motivo básico: la realidad. “Me acerco cuando me empiezo a dar cuenta, desde el trabajo periodístico diario, que el peronismo resuelve desde la acción, y en beneficio de las mayorías”. “Y cuando no es en beneficio de las mayorías, como pasó con Menem, es traición explícita”, interviene Seoane, que tiene una historia más larga para contar. “Mis padres eran peronistas, pero yo me enrolé durante mucho tiempo en la izquierda. Y esto tiene una explicación”, advierte. A diferencia de buena parte de los militantes de su generación, Seoane sí es de cuna peronista. Sus padres eran obreros y los vio llorar juntos, por primera vez, cuando derrocaron a Perón, en septiembre de 1955. Ella tenía 7 años, y el hecho la marcó por siempre. “El día del golpe, papá me fue a buscar al colegio porque ya se sabía lo que pasaba y, cuando llegamos a casa, me acostaron a dormir en su cama matrimonial y me contaron qué pasaba”.

-¿Alcanzás a recordar cuál fue tu reacción ese día?

-Cuando los vi llorar, porque lloraban como huérfanos ¿eh?, pregunté por qué y mi papá me respondió: "Lo echaron a Perón y los pobres estamos jodidos". Lo que sentí, como niña, fue que Perón había abandonado a mis viejos, y creo que eso está relacionado con mi militancia posterior en la izquierda. Eso y otras cosas, como haber hecho la secundaria cuando la marca del antiperonismo estaba impresa en la educación pública. Después, cuando llegué a la Universidad me quedaba bien la izquierda guevarista.

Seoane militó en la izquierda, atravesó el exilio en México, volvió al país, fue amiga de Alfonsín, consideró a Menem un traidor hasta que apareció Néstor, y retomó la senda que había dejado de niña. “No dudé un segundo… hacía campaña en Clarín para que los colegas lo votaran”, evoca. “Decía ´esto es el peronismo´. ¿Por qué me reapareció eso?, porque estaba inscripto en mí, porque la Libertadora le había hecho mucho mal a mi familia. Mis padres alquilaban la casa chorizo donde vivíamos y, cuando los golpistas derogaron la ley de alquiler del peronismo, nos quedamos en la calle. Ellos tuvieron que irse a vivir muy lejos y nos separamos”.

-Una larga elipsis que te reencontró con aquella infancia, tras varios escollos, además. La universidad y los medios siempre fueron, en general y excepto durante algunas coyunturas, hostiles al peronismo.

M. S.: -El antiperonismo en la universidad tiene que ver con una expresión profundamente liberal, con una contraposición entre una idea falsa de república y democracia… como si se repitiera la dicotomía civilización-barbarie. Eran las elites contra lo nacional y popular.

 

G. M.: -Respecto de lo periodístico, es cierto. Pero creo que algo está cambiando. Históricamente, el periodista no podía manifestarse políticamente porque atentaba contra una supuesta objetividad, algo que hoy está bastante claro: es un verso de las escuelas de periodismo difícil de sostener. Somos seres subjetivos y reconocerlo es más sincero, más honesto.