Una de las apostillas del debate presidencial fueron las críticas del oficialismo al dedo índice que esgrimió Alberto Fernández para refutar las afirmaciones de Mauricio Macri. Inclusive, el diputado radical Mario Negri criticó ese gesto a pesar de que era muy habitual en Raúl Alfonsín. El episodio remite a otro dedo acusador, en un contexto muy distinto, y que en su momento causó un efecto estremecedor: el “dedazo” del entonces futuro presidente de Chile Ricardo Lagos en plena dictadura de Augusto Pinochet.
El dictador ya llevaba casi quince años en el poder cuando aceptó el plebiscito de 1988 para que los chilenos decidieran si el régimen duraría ocho años más o si, por el contrario, se llamaba a elecciones. El 5 de octubre de aquel año, la opción No ganó con el 57 por ciento de los votos.
El 25 de abril de 1988, el socialista Ricardo Lagos, futuro presidente entre 2000 y 2006, concurrió por primera vez a la televisión, en un momento en que la dictadura decidió permitir la presencia de opositores a Pinochet en los medios del Estado. Lagos lideraba entonces el Partido Por la Democracia, el PPD.
El dirigente opositor había planificado su presentación hasta el último detalle. El propósito era dejar un mensaje contundente. La oportunidad llegó en el tercer bloque del programa. Lagos aprovechó una pregunta de la conductora y comenzó a mirar directamente a la cámara. No se dirigió ni a la conductora ni al público, sino al mismísimo Pinochet. Y acompañó sus palabras con el dedo índice de su mano derecha.
“La noche del triunfo del No será el principio del fin de la dictadura y habremos impedido que el general Pinochet esté 25 años en el poder, el general Pinochet no ha sido claro con el país”, arrancó Lagos. “Primero dijo usted, general Pinochet, que había acá metas y no plazos. Después, general Pinochet, tuvo plazos, y planteó su Constitución del 80”, adelantando que se retiraría al final de la década.
Entonces llegó la frase más acertada de la jornada: “Y ahora le promete al país otros ocho años con torturas, con asesinatos, con violación de derechos humanos”. Lagos fustigó “la ambición de poder” del dictador y cuando la entrevistadora lo quiso parar, lanzó una frase lapidaria: “Hablo por quince años de silencio”.
La prensa se hizo eco, dentro y fuera de Chile, de aquel episodio. Pinochet perdió el plebiscito y Lagos se convirtió a partir de ahí en una figura central del país vecino.