La asamblea arrancó al ritmo de los tambores de las percusionistas Talleres Batuka y el rap de la mano de la cantante mapuche Urraca Negra. Un evento que se dividió en cuatro momentos por lo abundante de su propuesta oratoria, potente y diversa como el Encuentro mismo. En el primer momento, se encendió el “fuego de la memoria”, invocando a las ancestras, con la apertura de una luchadora incansable, Lolita Chávez, feminista comunitaria guatemalteca y defensora territorial, invitándonos a levantar nuestra fuerza al sol y agradecerle por la energía que nos brinda: “Llamamos a las ancestras que abrieron camino y encendemos su luz donde sale el sol para limpiar los territorios de esas transnacionales de muerte, de esos genocidios, de esos feminicidios”, dijo. En el segundo momento se sucedieron las voces de los feminismos antiracistas, indígenas, afros, comunitarios y territoriales que reflexionaron sobre el cuidado de la comunidad, del territorio y de la vida.Lolita retomó la palabra, sonriendo, con voz firme, arengando con su puño en alto a toda una multitud que la rodeaba en la Plaza San Martín. “Venimos del pueblo maya. Como cada pueblo originario que teje territorialidad, les podemos enseñar cómo se teje en los territorios, en comunidad, cómo se teje la red de la vida que trasciende fronteras. Eso es nuestro feminismo. No nos quieran callar, ignorar, ningunear porque les podemos enseñar. Aprendan de nosotras, porque hemos existido milenariamente. Hemos tejido esas cosmogonías que se entretejen milenariamente y luchamos en nuestros territorios que liberamos. En los feminismos hay errores, pero lo más importante hermanas, hermanes, es reconocer los errores, por eso a la coordinación del Encuentro que le quiere seguir llamando Nacional, le decimos, no siga cometiendo esos errores porque sus hijas e hijos los van a recordar. Somos plurinacionales desde el primer encuentro.” Lolita concluyó su discurso ovacionada por una multitud de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries que la aplaudieron mientras entonaban: “Plurinacional desde el Abya Yala hasta Kurdistán”.Más tarde llegó el turno de Adriana Guzmán, activista aymara, integrante de Feministas Comunitarias Antipatriarcales de Bolivia, quien dijo sus primeras palabras en aymara. “No podemos seguir sosteniendo feminismos racistas y colonialistas, y por eso somos plurinacionales. La comisión organizadora no es un Estado y no nos va a decir si existimos o no. Queremos convocarlas a reflexionar en los distintos territorios, así como nos indigna el binarismo sexual, nos indigna el binarismo democrático porque siempre nos llevan a escoger entre el malo y el menos peor. No vamos a seguir jugando en la democracia patriarcal, la lucha es contra el patriarcado o no luchamos con ellos. Estamos todas en procesos electorales en la región y por eso lo digo, porque no les da la gana de luchar contra el patriarcado, no les da la gana de acabar con las violaciones ni siquiera dentro de las propias organizaciones. Venimos haciendo camino en esta lucha contra el patriarcado colonialista, racista, neoliberal, clasista, venimos haciendo esta lucha también dentro de nuestras comunidades y de nuestras cosmovisiones y por eso hemos traído la ceremonia para reafirmar, como nos han enseñado nuestras abuelas, que abortar es memoria ancestral. Que ancestralmente las mujeres hemos abortado. Como todas las hembras, como las llamas, como las ovejas, que abortan en la época de helada, porque no es posible seguir gestando porque está en riesgo su vida, nos declaramos también en época de helada mientras exista el patriarcado. No queremos parir, queremos decidir. Queremos autonomía y autodeterminación, y por eso no nos alcanzan los Estados y por eso vamos a seguir luchando por la comunidad".Tomó la palabra Isabel Huala, activista mapuche y madre de Facundo Jones Huala - perseguido y encarcelado en Chile por defender los derechos de su comunidad – Isabel aseguró: "en Río Negro vivimos desalojos por negociados que ha hecho el gobierno. Hay leyes que están sobre la Constitución y estoy pidiendo el apoyo de todas ustedes. La única forma de construir y resistir es luchando y visualizando las problemáticas que hay en cada territorio, todas unidas podemos cambiar este mundo de miércoles.” Mientras sucedía esta asamblea en Honduras, la defensora de derechos humanos Miriam Miranda, Coordinadora de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH) continúa siendo perseguida, golpeada, secuestrada y estigmatizada por defender los territorios. Ella, quien fue también compañera de lucha de la gran Berta Cáceres, asesinada por esa misma razón. La voz de Miranda se hizo presente a través de su hija Ambar: "En Honduras, nuestro pueblo es asesinado porque luchamos contra el extractivismo. Queremos que no sólo se nos acepte, sino que también se nos respete. Las mujeres hondureñas somos judicializadas por defender nuestras raíces, como mi mamá.”Naiara Leite, integrante del Movimento de Mulheres Negras de Brasil contó: "En mi país el racismo define si comemos o no, si somos violadas o no, y es el racismo que definió la muerte de Marielle Franco. El racismo es estructural en Brasil, no es coyuntural. Por eso decimos: fuera Bolsonaro y cualquiera que mata deliberadamente a las mujeres negras".Jesica corpas, feminista negra migrante, explicó las múltiples formas de opresión que vive: "No es lo mismo ser mujer en este cuerpo negro, porque cuanto más negra es la piel, más dura es la discriminación. Es importante que nos cuestionemos nuestros privilegios. Las mujeres migrantes estamos en la base de opresión. Mientras muchas estamos aquí luchando, hay mujeres que son migrantes que están cuidando nuestros hogares, tenemos que luchar para que todas podamos salir a las calles. Que caiga el patriarcado pero que caiga completo: el capitalismo y el colonialismo. Que portar un cuerpo negro o indígena no sea una vergüenza. No somos ni víctimas ni vulnerables, necesitamos que nos vean como sujetos políticos”.En el tercer momento alzaron sus voces contra el lesbotranstravesticidiodio Delfina Martínez, activista trans de Uruguay, Alma Fernández, activista travesti, un poco más tarde Valeria Silva, activista intersex mapuche. También Sandra Moran, política, música y activista lesbiana guatemalteca que con su tambor entonó: “Que se acabe el silencio, que se acaben los muros de las casas, las cárceles y las calles, que las vergüenzas mueran antes de nacer, que el ruido de las voces de mujeres apague los horrores del grito cotidiano, que se caigan los muros de todas las cocinas. Donde haya sufrimiento, que sea cabe el silencio.”También estuvo presente Eva Analía Higui de Jesús, lesbiana conurbana, que pasó nueve meses presa por defenderse de una patota de varones que intentó violarla en el partido de San Miguel y hoy continúa luchando por su absolución. Con la voz quebrada dijo: "Yo me emociono mucho porque antes nunca me vieron. Y ahora me hacen participar y valoran como soy. Ustedes me hicieron sentir que es verdad que tengo hermanas, pensé que nunca más iba a salir, por ser pobre, lesbiana, gorda. Yo no entiendo mucho de política, pero quiero decir que este gobierno y el que viene vean y se enteren que estamos acá todas juntas." El cuarto momento fue el turno de los feminismos populares, piqueteros, villeros, migrantes. Más de 15 activistas de diferentes organizaciones de Argentina y Latinoamérica, que luchan contra las políticas extractivistas y neoliberales, se expresaron por la autonomía de sus cuerpos y territorios. Entre ellas estuvieron presentes Carmen Gómez Romero representando a Madres Víctimas de los Falsos Positivos (MAFAPO) -madres de Soacha que denuncian que el Ejército de Colombia ejecutó a sus hijos para hacerlos pasar por guerrilleros- Patricia Rivera, docente de Chubut y activista contra la megaminería y para finalizar las palabras de Zulma Molina, trabajadora de la tierra, integrante de la Unión de Trabajadores de la Tierra, quien junto a sus compañeras llevaron un verdulazo al cierre de la asamblea. Cajones de verduras y frutas sin veneno, sin agrotóxicos, fueron pasando de mano a mano hasta el semicírculo imponente que rodeaba la glorieta de la Plaza San Martín para ser distribuídas.
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