Un ángel femenino llega a la Tierra y una monja francesa descubre su llegada. Así que parte en su búsqueda y obviamente la encuentra... y se acuesta con ella. De fondo de esa historia, Las vidas probables muestra la cotidianidad de pibes y pibas, con sus quilombos, sus problemas de pareja, su aburrimiento en el laburo, el aborto, las familias diversas, el apasionamiento con algo y la frustración por no poder desarrollarlo, las ganas de enamorarse más allá del género del amor. “Lo que une a estas historias es entender que no somos tan diferentes”, explica Pablo D'Elía, autor y director de esta obra que va los jueves a las 20.30 en La Carpintería Teatro (Jean Jaurés 858).
“El teatro replica la vida, y podemos entender funcionamientos y tal vez cambiar algunas cosas que tienen que ver con cómo nos manejamos en la sociedad. Algo de eso podemos poner de manifiesto para tratar de subvertirlas o por lo menos hacerlas concientes. Después, cada une se hace cargo de lo que quiere”, analiza D'Elía sobre esta obra que parte cuando una ángel se enamora de María, pero al no poder estar con ella –porque, claro, es una ángel– renuncia a sus alas y cae en Argentina. En todo caso, esa ángel tuvo una ventaja: pudo elegir. Y acá va conociendo historias que se van cruzando en un azar que las iguala como probabilidades en el infinito abanico disponible. Como la obsesionante posibilidad de vivir todas las vidas, pero estar obligados a protagonizar solo una.
La obra es el resultado de un proyecto de graduación para la licenciatura en actuación de la Universidad Nacional de las Artes, tuvo sus funciones en la sala de la UNA y pudo saltar al circuito under porteño. Cerrado el ciclo de estudiantes, ahora se abren otras posibilidades. Sobre esa idea, sobre esa “pequeña muerte”, trabajó D'Elía. “Cada vez que se toma una decisión mueren todas las otras posibilidades. Ahí hicimos un ejercicio sobre qué querrían ser si no fuesen actores y actrices, y salió médica, arquitecta, pintor”, enumera. “Fui trabajando con esos personajes, todo en relación a la muerte, y su contracara la vida”, despliega sobre un trabajo sin finales felices obligados por el cliché. “Mi idea primigenia era hacer varias versiones de vidas probables, ¡pero eso duraba como 4 horas!”, admite el autor y ríe.
Las diversas historias se sostienen en una puesta con 14 artistas en el escenario, que construye las escenografías con los cuerpos de aquelles sobre los que no se posa el foco de cada acto. Así, el elenco puede representar un departamento, una oficina, un cuadro, una parada de colectivos, un bar, un parque de diversiones o una morgue. Como en Dogville, la obra de Lars von Trier, la historia hace que les espectadores vean lo que ella les propone. “Primero porque teníamos muy poco presupuesto”, bromea el director. Y agrega que también porque trabajaron con una lógica cinematográfica, con escenas con mucho corte. “Teníamos que pensar cómo contar todos los espacios, y lo que tienen les actores y actrices para contar es el cuerpo. Me pareció que lo desafiante era trabajar con esos cuerpos construyendo la espacialidad. Son las puertas, las ventanas, los pasillos, las paredes que también respiran de alguna manera”, se entusiasma.
¿Por qué hacer una interpretación religiosa para cruzar las distintas historias, las variadas vidas probables? Tras su paso por las calles argentinas, la ángel puede volver al Cielo pero le deja a la monja enamorada un par de enseñanzas: amar no es pecado, no importan los géneros; no todo está ya escrito, algunas decisiones están en nuestras manos; y todes debemos vivir un poco más libres, sin tanto prejuicio ni miedo por cosas que no conocemos.
“Para mí la religión es una ficción, quizá la más grande de la historia, y lo que nosotres contamos son todas las historias posibles”, se planta D'Elía. “A eso me refiero cuando digo que la ficción más grande puede ser realidad”, detalla y aclara que él es creyente, aunque no del dogma cristiano. “Creo que creer hace que haya una energía”, confiesa. “La ángel se enamora de María, y una mujer queda embarazada de otra mujer, algo de eso me interesaba para decir que todes somos parte de lo mismo. Puede ser polémico, pero hasta ahora no ofendió a nadie ni es la idea”, concluye.