Desde los tiempos de la Revolución Mexicana hasta la mediados del siglo XX ningún otro proceso político y social como el peronismo impactó tanto en América Latina. A pesar de tener como enemigos a las corporaciones mediáticas internacionales que lo tildaban de dictadura facistoide, había surgido como movimiento popular con la insurrección de los trabajadores fabriles del 17 de octubre de 1945
para liberar a Perón, prisionero del ala gorila del ejército. Meses después, llegan al gobierno en los primeros comicios democráticos desde el golpe militar de 1930 para compartir el poder con sectores de la mediana burguesía y la industria nacional. Juan Perón
era el mentor y líder de una original revolución social de vocación latinoamericanista, que comenzaba a cambiar la Argentina desde una alternativa emancipatoria.
¿Cuál era el mundo en aquellos tiempos? La segunda guerra mundial había dejado 50 millones de muertos; el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki inauguraba el terror nuclear. Lejos de consolidar un futuro de paz, en Yalta y Potsdam se iniciaba otro reparto colonial. Las cinco potencias vencedoras se apoderaban del veto en el estratégico Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El mercado y los recursos de África, América Latina y Asia, quedaban a merced de las corporaciones euro-americanas y los de Europa oriental, bajo el dominio de la ocupación militar de Stalin. Comenzaba la Guerra Fría.
Frente a ese escenario, desde el sur del sur se encendía una luz alternativa: Juan Perón, planteaba la tercera posición frente a los dos bloques del poder mundial: la explotación inhumana del neocolonialismo norteamericano y europeo, y la dictadura sangrienta del stalinismo. La originalidad de Perón y su ejército de cabecitas negras y descamisados consistía en no dejarse atrapar por los códigos ideológicos de derecha o izquierda: rescata el legado independentista de Bolívar, San Martín, Belgrano, Artigas, Sucre, Martí.
La Argentina de los años cuarenta era un país de servidumbres europeizantes; la conciencia nacional estaba adormecida, el pueblo trabajador desamparado. Cuando filmamos a Perón en Puerta de Hierro, él la recordaba así: “El estado social del país era miserable. Había peones que ganaban 12 pesos por mes…. el país era un país ocupado, una colonia del imperialismo británico y todos los servicios eran también británicos”.
El coronel Perón crea la Secretaria de Trabajo y Previsión -27/11/43- y asume la defensa de los trabajadores como si fuera un destino manifiesto: “...tal vez porque sentía desde mucho tiempo antes vibrar la revolución total del pueblo y estaba decidido a quemarme en una llama épica y sagrada para alumbrar el camino de la victoria”.
Desde el contacto con los trabajadores, Perón impulsa avanzadas reformas en la legislación laboral, como el Estatuto del Peón, (salario mínimo y mejores condiciones de alimentación, vivienda y trabajo) ; seguro social y jubilación que benefició a 2 millones de trabajadores; aguinaldo y mejoras salariales para todos los trabajadores; se reconoce a los sindicatos como asociaciones profesionales y nacen los sindicatos por rama, que es la gran fortaleza del sindicalismo argentino; años después, por primera vez en el mundo, nacen los contratos colectivos de trabajo….
En poco más de dos años -1943/1945- Perón promueve un movimiento popular antioligárquico y descolonizador que despierta la reacción oligárquico-militar. Por orden del coronel Eduardo Avalos -jefe de Campo de Mayo- Perón es confinado en la isla Martín García. Desde allí le escribe a Evita: “Amor mío: tan pronto salga de aquí nos casaremos y nos iremos a vivir en paz a cualquier sitio. Lo malo de este país es la existencia de tantos idiotas. Cuídate y quiéreme mucho, porque necesito tu amor más que nunca”.
En solo dos años de preparación, Perón llega al gobierno con un proyecto planificado desde el Consejo Nacional de Posguerra e inédito en el continente. Se propone nacionalizar el Banco Central, el crédito bancario, el comercio exterior, los puertos y servicios públicos. Los Planes Quinquenales van a ejecutar 76.000 obras públicas -más escuelas y hospitales que en toda la historia nacional- y un desarrollo sin igual de nuestra industria y tecnología.
El 17 de octubre del 45, la movilización general de los trabajadores de Berisso, Ensenada, Avellaneda, Lanús, San Martín… ocupa la ciudad y acampa en Plaza de Mayo exigiendo la liberación de su líder. Perón es conducido a la Casa Rosada al anochecer. Lo esperan los altos mandos militares. Aquella escena histórica Perón nos la contaba así: “El presidente de facto, General Farrell, me dice: 'Dígame Perón: ¿qué es lo que hay que hacer?' 'Llamar a elecciones, mi general… ¿qué están esperando?' Farrell ordenó 'En seis meses a elecciones'. Nos dimos la mano, y le digo 'me voy'. 'Déjese de embromar. Estos locos nos van a quemar la casa de gobierno, salga al balcón y hábleles para que se vayan'."
“Efectivamente, cuando llegué al balcón con todas las historias del día yo ni sabía lo que les iba a decir… había como un millón de personas en la plaza... Entonces, les pedí que cantaran el himno para pensar un poco lo que les iba a decir y les hablé: 'Muchas veces he asistido a reuniones con trabajadores, pero esta vez sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores que es lo único que puede hacer grande e inmortal la Patria…(..) ¡Únanse...! Sean hoy más hermanos que nunca… sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse la unidad de todos los argentinos…'”
Hoy 17 de octubre, se siguen escuchando o repitiendo sus palabras como un eco, una música salvadora o una profecía de la Patria que espera silenciosa el domingo 27 para enterrar con una montaña de votos la dañina aventura neoliberal: “¡Únanse..! sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse la unidad de todos los argentinos…”
Senador nacional por Proyecto Sur.