Parecía imposible en esa confluencia multitudinaria que viene tejiendo historia feminista hace 34 años contra todo mandato hegemónico, pudiera llegar a preguntarse ¿Quién decide en los Encuentros? Si la quema del statu quo fue una de las primeras acciones de aquel caldero en 1986, donde quedó asentado un espacio de lucha social y política del movimiento de mujeres, en cambio permanente. Un adn que incluyera en su mapa genético todas las subjetividades, para encontrarse y reconocerse en una construcción política diferente, pero por sobre todas las cosas transversal, inclusiva y diversa. ¿Por qué el cimbronazo entonces? ¿Por qué una desestabilización violenta contra esa masividad transformadora?
Unas 350.000 personas tomaron la ciudad de La Plata el fin de semana pasado para desarmar en los talleres, las asambleas y la marcha de cierre -en la que se calcularon medio millón de personas- la sorprendente embestida de lo que se entendió como una política disciplinadora patriarcal, colonial, racista y extractivista que disputa el carácter de los encuentros, y para poder re inventar una trama de luchas y pensamiento plurinacional, internacionalista, comunitario y popular en su feminismo. De toda esta nueva valoración se habló en los encuentros anteriores de Rosario, Chaco y Chubut. Poder renombrarlos a partir de La Plata como Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, No Binaries e Intersexuales era también entrarle al hueso de un neoliberalismo conservador que, como advierten en Las12 Verónica Gago y Luci Cavallero en un párrafo de “Quiénes son los nuevos conquistadores”, sobre la gira de la teórica y militante Silvia Federici por Paraguay, Argentina y Brasil, “ha relanzado su ataque en nombre de la ´ideología de género´ persiguiendo vidas y deseos que no se someten a la norma heteropatriarcal y a la austeridad como mandato de los planes de ajuste”. Poner en órbita una nominación más amplia en su concepción social, política, espiritual y cultural descorre un velo de plomo sobre femicidios, genocidios indígenas, transfemicidios y travesticidios. Los enlaza con la dimensión compleja de la precarización, la criminalización de los cuerpos, las violencias machistas, el racismo y el odio en todas sus capas.
Que el pronunciamiento por la plurinacionalidad haya sido clausurado con dilaciones y negativas en la apertura del Encuentro, y tildado de “fachada” para ocultar los intereses de clases dominantes y sectores reaccionarios, hasta llegar a los hechos de violencia verbal y física contra quienes intentaban manifestarse en el acto de cierre, desnuda prácticas conservadoras y patriarcales que se fueron enquistando en algún costado de la Comisión Organizadora, que incluso fueron resistidas y rechazadas por otro amplio sector de la CO, que siempre se manifestó a favor de una convergencia plurinacional y pluri-identitaria. “Nuestra posición es que el nombre del Encuentro tiene que cambiar en clave de nombrar la plurinacionalidad y en clave de incorporar las disidencias: lesbianas, travestis, trans, visibilizando una tradición de luchas de colectivos. Pero sostenemos que esta última discusión hay que darla, y no se dio en Trelew con las condiciones necesarias, que hoy sí están planteadas”, decía Diana Broggi, de Mala Junta y referente de la Comisión Organizadora, en la edición anterior de este suplemento.
La definición del cambio intentó hacerse a través del aplausómetro y la ovación, que por primera vez en años rayó lo patético y el peligro, entre la música de una dj que ensordecía, las pantallas del Estadio Único de La Plata en cortos sorpresivos, la apertura tardía de las puertas de ingreso y una multitud que bramaba por una forma nueva de reconocerse, de transicionar ese nombre de una vez por todas y pegar el salto binario de nacionalismo y mujer para abrirse a una identidad amplificada y sin fronteras. Se quiso borronear la urgencia política con acciones enloquecidas, exponiendo a unas 15.000 personas que asistieron al Playón del Estadio. El acto de cierre fue convocado para las 9 de la mañana, pero las puertas se abrieron una hora y media más tarde entre avalanchas y golpes; los cordones humanos de algunas organizaciones impidieron el acceso de periodistas y fotógrafas al espacio de prensa, y muchas sufrieron maltratos y hostigamientos para que no registraran con sus celulares los hechos de violencia. Quisieron impedir a golpes y empujones que las activistas Zulema Enríquez y Claudia Vázquez Haro, de la Campaña Somos Plurinacional, subieran al escenario. La lideresa maya de Guatemala, Lolita Chávez, resultó herida contra una de las vallas; muchas compañeras travestis sufrieron trompadas, mordiscones y arañazos a apenas 24 horas de la marcha multitudinaria contra los travesticidios y transfemicidios, probando la vigencia cruel de un odio profundo hacia las identidades sexuales disidentes.
“Luego de un proceso de debates que comenzaron hace más de dos años y tuvieron su expresión en Chaco y Trelew, la demanda de las mujeres de los pueblos y comunidades originarias de las 36 Naciones, de todo el Abya Yala; de las identidades negras y afros, de las racializadas y migrantes, fue reparada simbólicamente. A su vez, mujeres y disidencias sexuales sintetizaron una lucha común contra el racismo, el colonialismo y la violencia del capitalismo patriarcal. ¡Al closet no volvemos nunca más!”, anuncia el comunicado de Somos Plurinacional. La apertura del Encuentro, la Asamblea Feminista del Abya Yala en una de las plazas centrales y el 80 por ciento de las conclusiones de los talleres ratificaron lo que se quiso negar hasta último momento. “A partir de este hecho, creemos que se inicia un proceso profundo de (de)construcción en el seno del movimiento y tendrá su fuerte correlato a futuro: por un lado, dinamizar las viejas y anquilosadas estructuras organizativas de las Comisiones Organizadoras y por otro, el inmenso desafío de construir colectivamente futuros Encuentros más democráticos, siempre independientes, siempre autogestionados, antirracistas, antipatriarcales, anticolonialistas y anticapitalistas.”
La abogada Sofía Caravelos, integrante de la Comisión de Autocuidado y Seguridad, todavía no sale de su desconcierto, después de meses de elaboración de herramientas e insumos sobre autocuidados y abordaje de situaciones de conflicto para las personas que asistieron al Encuentro. “Por un lado vuelve a invadirme la emoción de ver la potencia en esa masividad tan diversa en edades, clases, etnias, identidades y recorridos. Una potencia transformadora que se siente en el cuerpo. Por otro, ya durante la preparación del Encuentro se iba viendo cómo se pretendía invisibilizar el debate plurinacional por acuerdos electorales. Pero ese asombro no es sólo respecto de las personas del Partido Comunista Revolucionario (PCR), que es una fuerza conservadora, sino de sectores del peronismo y la dirigencia de Patria Grande que a espaldas de sus propias filas, se convirtieron en quienes digitaron la oficialidad del Encuentro. Quisieron correr el debate por el aborto y se negaban las plurinacionalidades y las disidencias. Pero como la única verdad es la realidad, en los hechos el Encuentro fue plurinacional, disidente y el verde fue el color que nos cubrió a todxs.” Las dueñas del Encuentro somos las mujeres, el título de tapa del periódico Hoy, del PCR, revela una ceguera política que ya es histórica y expone el bloque de ruptura. Y, se sabe, es una norma de la ortodoxia más rancia no referir los conflictos.
Durante los meses de discusión asamblearia previa al Encuentro se pidió a la línea oficial salidas superadoras. Muchxs llegaron a preguntarse si no era hora de repensar la participación y el sistema de consenso por aclamación con el nivel de masividad que alcanzó la reunión feminista más grande del mundo. Las tomas de decisión colectiva y aclamatoria deberían ser reforzadas y reconocidas de alguna manera que sostenga su validación, señalan. Lo que se haga de aquí al año próximo en San Luis, ya con un nuevo gobierno, puede ser decisivo para desactivar la trampa de una organicidad que dificulta la redacción de una agenda con capacidad de incidir en la macropolítica. En el medio de la escena, habrá que remontar barriletes pesados que obligan a una autocrítica. Se vieron pibas de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito con lágrimas en la lluvia porque no pudieron hacer su festival. Se escucharon a adolescentes de los centros de estudiantes gritando en el acto de cierre que no se juntaban para ponerse glitter sino para crecer como organización que disputa poder. Se escuchó a Lolita Chávez Ixcaquic cuando decía que los sectores oficiales les tienen miedo “porque no les tenemos miedo”. Durante diez meses hubo momentos clave en la organización del Encuentro, cuando en las plenarias les cortaban el micrófono y el sonido a quienes pedían que estuvieran la voz y el cuerpo plurinacionales de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries.
“Sin embargo creo que hay que seguir haciendo lo que hicimos antes y durante la preparación del Encuentro. Alojar, recibir y cuidar a todo lo que no entra en una categoría tan arcaica como Estado-nación-mujer. La Campaña Somos Plurinacionales permitió instalar el debate pero además hizo posible toda la logística que conlleva convocar a esos sectores por fuera de lo institucional”, advirtió Caravelos. “Hubo expresiones diferentes, entre ellas el conversatorio con las compañeras latinoamericanas. La comisión de Autocuidado y Seguridad hizo su aporte potenciando saberes: construimos red de abogadxs y postas de salud. Armamos todo un proceso para cambiar y pensar la forma de entender la seguridad como autocuidado.”
El temblor se expandió hacia adentro de todos los espacios de militancia y de organizaciones políticas y sociales con desazón, por la estrechez de una mirada disciplinadora en pos del tsunami electoral del 27O. Nadie quedó afuera de un método de segmentación desprolija –para decirlo con delicadeza- de discusiones y posicionamientos que continúan y todavía no logran hacer una síntesis que coagule el año próximo en San Luis. Desde las colectivas territoriales hasta las sindicales, quedaron atravesadas por el núcleo duro de una imposición que, todo daría a entender, pretende cristalizarse con el “experimento La Plata”. Mientras tanto, detrás de lo que se ve, otrxs se oponen a lo que ya se define como una pobreza intelectual y política derramada sobre la fuerza de Encuentros con sentido propio. Hubo comunicados oficiales que exorcizaron la normatividad imperante, como el de Mujeres y Diversidad de la CTA Autónoma. “Celebramos este nuevo encuentro donde el cuerpo se politiza y construye subjetividades propias que alteran el orden biologicista y heteronormativo; donde se debate la construcción de un poder feminista que de raíz transforme las políticas públicas, que se deconstruyan las prácticas que fortalecen al patriarcado y dar batallas para terminar con nuestros asesinatos, la trata y todo lo que nos oprima. ¡Con la misma intensidad que nos embanderamos por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito debatimos en una jornada histórica desde lo Plurinacional!”
En los paros internacionales del 8M, las sindicalistas feministas debatieron un modelo sindical hegemónico para poner en discusión que las estructuras tradicionales no contienen lo que hoy tiene que ser representado: casi un espejo del estallido crítico en La Plata. “Pero hay compañeras en las distintas posiciones y la situación cruje; habría que hacer un esfuerzo para que no se rompa todo”, explicó una fuente gremial. “La verdad es que cuesta tanto construir herramientas desde nosotras y desde el campo popular, y que dentro de esas herramientas haya un lugar para los feminismos populares, que es difícil entender la lógica de romperlo todo. Hay que dejar que este proceso decante.”
Pero romper el silencio se convirtió en consigna y contraseña porque ahora se trata de un cambio de paradigma, dice Sandra Chagas. “Del reconocimiento histórico de cuerpas, de territorios, de idiomas, de comunidades y mujeres preexistentes a los estados nación. Cuando hablan de todas, no siempre se nombran a todas”. Las posibilidades de reparación desde los feminismos son múltiples, capaces de trascender liderazgos partidarios. El querer cambiarlo todo abre un proceso de descolonización profundo que no permite distracciones porque el tiempo es hoy, y es octubre y es el 35° Encuentro que volverá a interpelar, contra viento y marea.
“Históricamente el movimiento de mujeres y feminismos ha sabido acunar las tensiones internas entendiendo su existencia desde la heterogeneidad que lo compone. Este año, la coyuntura política y las discusiones dentro del movimiento tuvieron su punto más alto de tensión, que generaron hechos violentos en el día del cierre. Creemos en la necesidad de que el Encuentro se constituya siempre desde una concepción feminista, esto es, de naturaleza amplia e inclusiva”, dijo Carolina Pedelacq, referente del Movimiento Evita. “Las compañeras de pueblos originarios, las afrodescendientes, las lesbianas, las travas, las hermanas latinoamericanas, lxs no binarixs. Todxs debemos sentirnos parte de la estrategia última del movimiento, derrotar al patriarcado. Nombrar visibiliza y por lo tanto incluye. Esta es la legítima demanda. Atravesar estas tensiones sin violencia, ampliando las bases para fortalecerse en la lucha principal, es nuestra responsabilidad.”
Fue la garra travesti-trans la que hace tiempo se acercó a la Comisión Organizadora para proponerles cambiar el nombre, pensarse plurinacionales para enfrentar juntxs un sistema que expulsa todo el tiempo a indígenas, afros, presas, migrantas y villeras. Sin embargo, el taller de Travesticidios y Transfemicidios fue uno de los espacios autogestivos bajados del cronograma oficial de talleres de la CO, pese a que se le explicó la gravedad de no tener en cuenta el aspecto profundo de la violencia estructural que viven travestis y trans, de la importancia de reponer los temas de cupo laboral trans, del reconocimiento de la violencia institucional y de niñez y adolescencia trans. La memorable Marcha Plurinacional Contra los Travesticidios y Transfemicidios, de la que participaron más de 100.000 personas demuestra que, como sucedió con el aborto legal, es en la calle donde se deciden sin eufemismos las formas de vida que desean ser vividas.
“Es urgente que en el espacio del Encuentro Plurinacional se reconozcan nuestras identidades, la categoría política y nuestra participación. Se notó cuando vimos cómo los temas vinculados a nuestras realidades no están atravesando las agendas del EP, por eso creo que hay que trabajar para hacer una reflexión muy profunda”, dijo Alba Rueda, de Mujeres Trans Argentina. “Nos encontramos también con que en la Comisión Organizadora habitan mujeres feministas terf, mujeres cis-terf (que suponen que el único sujeto del feminismo son las mujeres “biológicas”) y esto es una enorme preocupación ética para quienes abrazamos el feminismo. Necesitamos tener acuerdos éticos que planteen que invisibilizar, negar, echar, lastimar, golpear a compañeras travestis y trans es una cuestión acerca de qué tipos de feminismos construimos y cómo nos posicionamos.”
Alba se pregunta cuáles van a ser los derechos y las democracias que abracemos, cómo se verá atravesada nuestra lucha social a partir de todo lo que sucedió. “Quedó clarísimo que en prácticamente todos los espacios nos constituimos en un sí rotundo de que este Encuentro es Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, No Binaries e Intersex. Esto es el feminismo hoy: un espacio de lucha social y popular que necesita estar actualizado e incorporar a las agendas que nos imponen a quienes vivimos debajo de los privilegios, para actuar en común.” Esa lucha, sostiene, es pelea contra un sistema de economía global capitalista que determina quiénes son materia descartable. “Si hay una sapiencia, un valor para recuperar un territorio, es sentirnos y abrazarnos entre todes en una lucha social y colectiva que nos permita enfrentar esas lógicas de la biopolítica, particularmente del ejercicio de la soberanía de los estados en contra de los pueblos, y son nuestras voces, las voces de quienes están más expuestas a las violencias, las que están peleando por lo mismo.”
En la conferencia de prensa de la Asamblea Feminista de Abya Yala, se denunció esta semana que “partidos y otros actores conservadores, xenófobos, patriarcales, aliados a los fundamentalismos exacerbaron la violencia racista y las posiciones lesbo, trans y travestiodiantes que ya se habían expresado en los preparativos del Encuentro”. Lolita Chávez propuso evaluar qué está pasando en los movimientos feministas de todo el continente y seguir revisando las agendas. Claudia Vázquez Haro advirtió sobre el desconocimiento del proceso de cambio de nombre: “Los derechos no se plebiscitan ni se otorgan, se conquistan. Nosotres venimos trabajando fuertemente y en estos últimos tres días pudimos no sólo construir los consensos y los debates, sino que el pedido de cambio de identidad se tradujo en todas las discusiones”.
Contra toda crueldad, contra todo dogmatismo, quedan las manifestaciones que fortalecen para seguir reclamando el derecho a una vida digna y libre de violencias, con todxs adentro. “Me quedo con muchas escenas de este Encuentro Plurinacional. La multitudinaria marcha contra los travesticidios y transfemicidios. Las voces de las mujeres qom del Impenetrable chaqueño, que viajaron más de dieciséis horas en colectivo para ser escuchadas en la Asamblea Plurinacional y su dolor frente al racismo más brutal: ´Dicen que somos como monos porque vivimos en el monte´. Las voces de las Madres de Soacha de Colombia, que se emocionan con la sola posibilidad de hablar y ser escuchadas sin que las repriman las fuerzas militares. Las voces que narran los silencios que traviesan las violencias y las amenazas de muerte contra las mujeres indígenas en Honduras, en Guatemala, en El Salvador. El verdurazo de las mujeres campesinas en Plaza San Martin, los feminismos villeros que bancan la olla frente a la ausencia del Estado. ´Vivo en una comunidad que existe mucho antes que se haya conformado el Estado Nacional´, dice una compañera de la comunidad indígena de Juella, cerquita de Tilcara”, prefiere recordar emocionada la docente e investigadora universitaria Laurana Malacalza. “Todas estas voces dan cuenta de las violencias que atraviesan nuestros territorios y nuestras trayectorias de vidas. Por eso es tan importante NOMBRAR. Porque visibiliza, diferencia y jerarquiza. Decir Plurinacionales es dar cuenta de estas escenas, de estas articulaciones y resistencias que construimos como mujeres, como indígenas, como negras, lesbianas, trans, travestis, no binaries.”
Es esa potencia encuentrera la que logró que no se vaciara de contenido el hecho político más importante del feminismo. Fue un acto de soberanía poderoso, una revuelta que seguirá atravesando cuerpos y fronteras para exigir memoria y futuro. No se puede respirar bajo el agua, ni tapar el sol con las manos cuando el horizonte común lo cubre todo, cuando se lo comparte cada 3 de Junio por Ni Una Menos, cada 8 de Marzo parando en las casas, las calles y los trabajos. Cuando en los encuentros de Chaco 2017 y Chubut 2018, todas las gargantas se hicieron una gritando aborto legal y plurinacional. Las escenas de estos tres días se narraron por sí mismas para prenderles fuego a los contratos paternalistas.