“El Fondo está totalmente comprometido en trabajar con la Argentina, y asegurarnos de que puedan haber políticas que en última instancia lleven a una mejor vida para la gente”, sostuvo la titular del organismo multilateral de crédito, Kristalina Georgieva. La economista búlgara ofreció esta respuesta casi protocolar al interrogante que le plantearon los corresponsales argentinos que están cubriendo la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial. Pero acto seguido volvió a plantar bandera y reiteró que en la entidad hay un interés en ver “cuál es el marco de política que se establece, y cuando tengamos eso podemos continuar esta conversación”, en referencia a un posible cambio de gobierno a partir de diciembre. Las recetas del FMI, como contrapartida por el mayor préstamo al país que entregó en su historia, profundizaron los problemas económicos y la recesión. Ahora el Fondo reconoce que la economía argentina está entre las peores y más endeudadas del mundo, según su informe anual.
Durante la asamblea que se desarrolla en Washington se llevarán a cabo algunas reuniones bilaterales. En la agenda del ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, que participan del evento, está pactada una reunión para este viernes con Georgieva y con su número dos, David Lipton. La intención del equipo económico de Macri es destrabar el último desembolso pactado para este año. Esa transferencia estaba pactada para septiembre pero la entidad decidió poner en “pausa” el programa de ajuste y financiamiento tras la última corrida cambiaria que permitió el gobierno luego de las PASO y la fuerte derrota electoral del oficialismo que vació de legitimidad su política económica.
La reunión de los funcionarios argentinos con Georgieva este viernes será la segunda, aunque la primera formal. A principio de mes en Nueva York hubo un encuentro en el que Lacunza y Sandleris se presentaron ante quien fue designada para reemplazar a la francesa Christine Lagarde, quien firmó el acuerdo por 57.000 millones de dólares para la Argentina, el mayor préstamo en la historia del organismo. Georgieva les dijo entonces que la Argentina está entre las prioridades del Fondo. La deuda argentina con el Fondo representa 61 por ciento de la cartera de créditos a países del organismo.
“Estaremos muy interesados en ver cuál es el marco de política que se establece y, cuando tengamos eso, podemos continuar esta conversación”, le contestó a la prensa en su primera rueda de prensa como nueva directora gerente del Fondo. Más claramente lo había expresado Lipton, al reconocer que el programa Stand By con la Argentina estaba en “pausa” hasta conocer cuáles serán los interlocutores que planteará la próxima administración a partir de octubre, cuando se conozca el resultado de la elección. Habrá que ver entonces cómo se plantea la discusión y las condicionalidades con el Fondo.
El pronóstico no es alentador para los próximos años y requerirá proteger a los sectores más vulnerables, algo que el Fondo dice priorizar pero que sus políticas terminaron perjudicando. El propio organismo proyecta que se cerrará este año con una contracción de 3,1 por ciento, una caída solo será superada por el desplome en Venezuela, Libia, Irán, Zimbabue, Nicaragua y Guinea Ecuatorial. La cifra representa una revisión a la baja de 1,8 puntos porcentuales frente a la caída de 1,3 por ciento prevista en la revisión del acuerdo que durante julio alcanzó para habilitar el último desembolso del crédito. El Fondo además estimó que durante la gestión de Cambiemos la mochila de la deuda aumentó 40,6 puntos porcentuales hasta alcanzar el 93 por ciento fin de año. La escalada registrada desde el acuerdo con los fondos buitre, la desregulación financiera, las corridas cambiarias y el préstamo del FMI representa un incremento de 70 por ciento desde diciembre de 2015.