Entre risas y aplausos, gritos y festejos, Elisa Carrió encabezó un acto de campaña organizado por la Coalición Cívica con un nuevo show de stand up. Parada delante del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el vicejefe Diego Santilli, la legisladora oficialista Mariana Zuvic, la diputada nacional Paula Oliveto, el candidato a diputado Maxi Ferraro y representantes de las 15 comunas de la ciudad, Carrió fue la principal oradora de un encuentro que convocaba a asistir al Teatro Flores en nombre "de la República y la Humanidad".
"No voy a hablar de política porque si hablo de política meto la pata", empezó la diputada nacional de Juntos por el Cambio. "Meto la pata, pero digo la verdad. Soy inimputable, ya tengo más de 60 años", agregó, y un público compuesto en su mayoría por mujeres sexagenarias la aplaudió con efusividad. En grupos, solas, acompañadas por sus hijas o sus parejas, profesionales y amas de casa, la mayoritaria platea femenina que sigue a Elisa "Lilita" Carrió a cada una de sus apariciones públicas coincide en que lo que más le gusta de ella es su honestidad brutal.
Nancy es de Caracas, tiene un gran pañuelo con la bandera de Venezuela alrededor del cuello y está acompañada por un hombre alto que, sentado en primera fila, bambolea una bandera de metro y medio con un estampado del mismo país latinoamericano. "Yo sé que Cristina y Néstor estuvieron financiados por Chávez, así que Alberto Fernández nunca va a reconocer que en Venezuela hay una dictadura. Los argentinos tienen que aprender a ajustarse el cinturón, la clase media está votando por Cristina y hay que convencerlos para que voten a Macri", explica.
Durante la presentación, Carrió comenzó diciendo que iba a contenerse para no generar problemas. "Soy mala, soy bruja", repetía con un tono burlón que mantuvo a lo largo de todo el acto, mientras se movía de un lado del otro como si estuviera haciendo un monólogo de humor. "Me llaman loca porque dicen que hablo con Dios y él me contesta. ¿Saben lo que pasa? Yo un día tuve que elegir creer entre Dios y Aníbal Fernández y me pareció mas racional creer en Dios", lanzó y, a medida que la gente le festejaba los chistes, redoblaba la apuesta. "Los que cortaron boleta en la provincia de Buenos Aires son todos unos traidores", gritó, en uno de los momentos más álgidos de la noche.
Luego del ataque de enojo, Carrió recuperó el tono humorístico y volvió a ir contra el premio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel por el informe de la Comisión Provincial por la Memoria y pidió que no la "corran por izquierda" en materia de Derechos Humanos. "Soy feminista de acción, por eso armamos un partido fundado por una mujer, que además era gorda, periférica, provinciana y marginal", declaró y, nuevamente, volvió a reivindicar un "feminismo alternativo" que ya había defendido en otros actos.
Con el mismo tono, se refirió al contexto electoral. Al igual que Horacio Rodríguez Larreta - quien fue el anteúltimo en hablar, justo antes de Carrió - , la diputada insistió en la importancia de fiscalizar, de "continuar la batalla" y de "no deprimirse", porque "vamos a un triunfo definitivo". "Eso sí, nada de hacer el amor antes del 27, hay que guardar energías", agregó, ya al final del acto.
Gabriela, mientras tanto, aplaude cada palabra. Es ama de casa, tiene 40 años, dice que Carrió le gusta por "su frontalidad" y comenta que Mauricio Macri hizo bien las cosas "a pesar de todo". "La elección se perdió porque se confiaron mucho y hubo fraude, no se explica si no tanta diferencia de votos", explica y su marido, sentado a su lado, agrega: "No se pudo parar la inflación por el robo del gobierno anterior. Los argentinos tienen que aprender a pagar lo que se debe". Sentada a unos metros, Ana María, una profesional elegantemente vestida, sostiene un discurso similar: "Yo no me meto en política, pero los resultados que vimos en las PASO me hicieron hervir la sangre, estoy segura de que hubo fraude". Inquirida sobre la actual crisis económica, respondió: "Yo la pasé horrible en el 2001, me quedé sin trabajo y la plata que tenía me quedó en el corralito. Eso fue duro, esto te apretás un poquito, cambiás de marca y comés todos los días".
Informe: María Cafferata.