Con 11 bailarines y un músico en escena, la obra propone una oscilación entre diferentes intensidades de movimiento. Por un lado, el de un mundo industrializado y por el otro, un movimiento vinculado a un espacio ritual en el que los cuerpos se encuentran en una danza única en contacto con la tierra y sus orígenes. La fuerza del hacer juntos se muestra a partir de elementos de la danzas contemporánea y afrolatinoamericana. Bajo la idea y dirección de Virginia Brauchli, el colectivo de intérpretes está compuesto por profesionales de distintas disciplinas (A las 21, en La Sonrisa de Beckett.)