En sociedad se habla de vestidos cortos, de la venta de un jugador estrella, de la infidelidad de esa pareja perfecta y de algún escándalo de corrupción. Las audiencias muchas veces tienen comportamientos sorprendentes para el sentido común que maneja el campo progresista. Lo cierto es que, como señala Pablo Boczkowski, mientras los editores de los medios más importantes arman rompecabezas con las noticias que marcan la agenda, el público organiza su propia lista de lectura con temas como “el look de Juliana Awada” –en La Nación– o “El choripanero que apostó a un acto con estilo K y no vendió nada” –en Clarín–. Pero lejos del control de calidad de este tipo de información, existen análisis muy valiosos sobre estos consumos que reflejan el ánimo de gran parte de la sociedad.
Pablo Boczkowski es profesor del Departamento de Estudios en Comunicación y director de la Maestría en Ciencia del Liderazgo para Empresas Creativas de la Universidad de Northwestern; y también codirector del Centro de Estudios de Medios y Sociedad en Argentina (MESO), una iniciativa conjunta entre la Universidad de San Andrés y la Universidad de Northwestern. Entre sus principales libros se encuentran “Digitalizar las noticias”, donde analiza el impacto de la tecnología sobre los medios de comunicación y las prácticas sociales que esto conlleva; “News at Work”, en el cual revela que el nuevo lugar privilegiado para la lectura de noticias online es el trabajo; y el más reciente “La brecha de las noticias”, en el que –junto con Eugenia Mitchelstein– analiza la distancia entre lo que los medios ofrecen y lo que los lectores clickean.
Desde Ramos Mejía hasta Durán Barba, siempre consistió una estrategia para medir la temperatura social. Al parecer existe una brecha entre lo que ofrecen los medios y lo que consumen los usuarios. Esa distancia, en muchos casos, orienta las estrategias mediáticas y la comunicación política. Lo cierto es que las audiencias, como plantea Boczkowski, sólo pueden ser pensadas en el contexto de la vida cotidiana. Su propuesta permite salir de la perplejidad intelectual frente a los consumos masivos, para comprender un poco mejor a las mayorías.