Desde Londres
Con cientos de miles de personas en las calles reclamando un nuevo referendo, la Cámara de los Comunes le infligió una dura derrota a Boris Johnson que pospone la aprobación del acuerdo que alcanzó con la Unión Europea para la salida británica del bloque, el Brexit. La enmienda Letwin votada por la Cámara obliga al primer ministro a solicitar antes de la medianoche una prórroga a la Unión Europea para la actual fecha de salida del 31 de octubre.
La reacción del primer ministro fue fulminante. “No voy a negociar una prórroga de la fecha de salida”, dijo Johnson. El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, le sugirió que volviera a pensárselo antes de violar la ley. Johnson siguió en la suya señalando que volverá a la Cámara en la semana para que vote sobre el acuerdo.
La Cámara, que estaba llena hasta la votación, se vació hasta dejar unos 20 diputados debatiendo cómo seguía la película. Es la primera vez desde la guerra de Malvinas que los diputados resignaban su sábado para concurrir al parlamento.
En las calles hubo celebraciones que la llovizna no alcanzó a empañar mientras que a metros de los manifestantes, en la residencia oficial del primer ministro - una casa de clase media alta separada de la avenida por una puerta de rejas, una valla y una comedida presencia policial - el departamento de prensa se negaba a confirmar si Johnson le enviaría la solicitud por carta a la UE.
El reloj no va a detenerse para el primer ministro que a las 11 de la noche debería enviar la carta o terminar en una situación similar a la de Cenicienta. En su caso particular, al estar violando la ley, le podría corresponder en teoría un arresto. En el debate previo a la votación Johnson había llegado a sugerir sutilmente que enviaría la carta en un intento de ganar los votos que finalmente le faltaron. En el medio, pasaron cosas que le cambiaron el humor.
La enmienda Letwin a la ley Benn aprobada por la Cámara en septiembre cerró un atajo legal que podían aprovechar los sectores más duros pro-brexit para demorar la aprobación del Proyecto de Ley de Salida de la Unión Europea necesario para que el acuerdo con el bloque europeo tenga vigencia. Si la enmienda no se aprobaba, el Reino Unido podía salir de la UE sin acuerdo si no se lograba aprobar la legislación para el 31 de octubre, fuera por accidente o por maniobras dilatorias.
En la Cámara la enmienda que impulsaron la oposición y disidentes conservadores obtuvo una mayoría de 16 votos que constituyó la séptima derrota consecutiva parlamentaria de Johnson en tres meses de gobierno, muestra inequívoca de la escasa confianza que genera el primer ministro por su sinuosa trayectoria política y por la gota que colmó el vaso para muchos: su decisión de “prorrogar” (cerrar) el Parlamento a fines de agosto, decisión finalmente revertida por la justicia.
¿Cómo sigue la película? En la UE señalaron que el Reino Unido tendría que “informarles cuáles serán los próximos pasos a tomar”, manera elegante de decir, que la pelota la tienen los británicos. El euroescéptico duro Jacob Rees-Mogg, líder conservador de la Cámara de los Comunes, apodado “Honorable miembro del siglo 18” por su excéntrico estilo aristocrático, señaló que el lunes se debatiría allí el acuerdo que alcanzó Johnson con la UE el jueves 17 de octubre. Sobre lo que no dijo nada es sobre la carta a la UE. Ese es el gran enigma en este momento: ¿le escribirá o no Johnson a la UE solicitando una prórroga para la fecha de salida?
Boris Johnson ha dicho que saldría de la UE el 31 de octubre “cueste lo que cueste”. La carta lo dejaría mal parado, pero tampoco quedaría en una posición cómoda si no la envía: como mínimo lo acusarían de violar la ley y desacato al parlamento. Haga lo que haga, ¿estará todavía el Reino Unido en la UE el 1 de noviembre? Si el lector quiere certezas, debería buscar noticias de otro país. Lo que sí está bastante claro es que, como están las cosas, habrá elecciones anticipadas antes de navidad para ver si un nuevo gobierno tiene un mandato claro sobre el futuro de la relación con la Unión Europea.