A pesar de que rige un alerta roja por el intenso calor, cientos de personas hicieron cola desde las primeras horas del día en la Asociación Argentina de Amigos de la Astronomía (AAAA) del barrio porteño de Caballito para contemplar desde sus telescopios el eclipse solar parcial, que en Buenos Aires se produjo entre las 9.31 y las 12.23, registrando su punto máximo a las 10.53.
Sobre las 11, cuando el eclipse ya había tocado su punto máximo, unas 250 personas habían pagado los 40 pesos requeridos para acceder al telescopio principal, y una cantidad similar esperaba para hacerlo.
En tanto, quienes no quisieron pagar esa entrada o hacer la larga fila que aguardaba por el Gautier, pudieron observarlo de manera “doblemente indirecta” a través de dos telescopios portátiles instalados en el jardín de la institución, que no podían usarse para mirar el fenómeno desde el visor sino a través del reflejo de la imagen enfocada en un filtro, convenientemente sostenido por voluntarios.
A la misma hora, el director del Observatorio, Alejandro Blain, permanecía en el penúltimo piso de la asociación junto a otro telescopio provisto de una cámara en un extremo que tomaba una foto por minuto de lo que ocurría al disco solar, mientras una computadora iba almacenando los datos registrados.
“Después vas midiendo la distancia entre los dos cuernitos del eclipse y graficando cómo crecen o se achican en función del tiempo. Con un poco de matemática, podemos calcular cuál fue el máximo del eclipse, cuándo empezó y terminó a partir de la actividad observacional o experimental”, dijo.
En Camarones, la localidad chubutense donde se pudo ver con mayor claridad el eclipse, más de 2.000 personas, entre ellos especialistas y amantes de la astronomía, disfrutaron desde el playón costero de la localidad el eclipse que duró poco más de 150 minutos y tuvo su máxima expresión, conocida como “fase anular”, cuando por 54 segundos la Luna “tapó” al Sol.
El eclipse también pudo ser visto ver en Chile, Uruguay, Paraguay, parte del sur de Brasil, gran parte de Bolivia y sur de Perú, un sector de la Antártida, el este de los océanos Pacífico y Atlántico, además de en gran parte del continente africano.
La fase anular del eclipse, en la que se produce el llamado “anillo de fuego”, estuvo precedida en Camarones por dos minutos de silencio a pedido del astrónomo Pedro Saizar, quien fue relatando los pasos del fenómeno y exhortó a los presentes a que “piensen en sus ancestros, que habrán visto episodios como estos que hoy podemos valorar y explicar gracias al avance de la ciencia”.
“Este es un fenómeno muy interesante y apasionante para nosotros porque el eclipse anular, que viene de la palabra anillo, es cuando la luna llega a ocultar por completo al sol dejando ese anillo de sol por fuera del disco, lo que resulta muy llamativo”, explicó Saizar.
A Camarones llegaron cientos de aficionados a la astronomía desde Alemania, Estados Unidos, España, Canadá, Italia, Rusia y de países asiáticos.
La intendente de Camarones, Claudia Loyola, señaló que “todas las camas disponibles en hoteles, cabañas y residenciales quedaron cubiertas, al igual que el camping que se llenó, y sabemos de gente que llegó ayer por la tarde y pernoctó en sus vehículos particulares para ver en el lugar este fenómeno”.