26 de junio

Empecé mi día con un abrazo, que no es poco. No necesité el Novo Humoral hoy. La magia blanca parece haber funcionado porque las agresiones cesaron de momento. Es muy posible que como buenos lunáticos mis vecinos estén influidos por la luna, y las semanas de cuarto menguante y novilunio los calmen lo suficiente.

Atendí mi jardín, limpié, lavé, cociné, comí, di agua y comida a mi gato y a mi gata, encontré unos papeles que creía perdidos, me senté al sol, revisé un buen libro de poesía de cuya autora no sé aún el nombre y recobré el bienestar de vivir.

A mi cortina del ventanal del estudio se la llevó el pampero, pero tuve energías y claridad mental para subsanar el faltante con un oportuno enroque entre cortinados que de paso creo que mejora un poco el aspecto de la puerta del frente. Ahora, en vez de una blanca opacidad, van a ver unos simpáticos niñitos desteñidos. De mi lado quedó un verde manzana hermoso.

En mis oídos suena un sonido diseñado especialmente para "elevar el amor propio". Seguiré trabajando en mis proyectos y gestiones. La diferencia que hace un día sin insultos es asombrosa.

Hasta tengo fuerzas para ayudar a Sarita, la gata de G., que quedó atrapada en una situación similar a la que sufrió mi gato el año pasado. Su dueña está luchando y me reconforta saberlas fuertes a las dos.

27 de junio

Me ayuda mucho que vengan a casa a tomar mate al solcito en el jardín, y que mis vecinos me vean con alguien. Si me ven con gente amiga o familia no se van a animar a joder.

Hoy a la mañana de nuevo jodían los del 12. Tuvieron la discreción de no pasar gritando frente a mi puerta pero venían bastante cebados entre ellos. Al mediodía me puse a aceitar las bisagras de la reja (previa conversación telefónica al respecto con la vecina buena del fondo, la del primero 6) y me vio la del 10. No saludó ni nada pero al menos espero que mi imagen haya mejorado.

Lo más horrendo es la sarta de insultos no relacionados conmigo que estuvieron sonando a lo lejos toda la mañana, desde las 8 hasta bastante pasado el mediodía. Empieza una mujer y sigue un hombre, muy furioso. "Homosexual" es una de las palabras que se repiten. Se oyen gritos de terror y de dolor. Son voces de tres personas, dos mayores de ambos sexos que atacan a una segunda mujer. A la tarde, paran. Esto viene repitiéndose desde hace varios días. Suena monótono pero no es una grabación. El viernes los grabé. No sé de dónde vienen, dónde están. Quizás en algún edificio...

Soñé con un cementerio donde regalaban ropa de los muertos y verduras de la huerta del camposanto, y con un sabio entre aristocrático y democrático que enseñaba una sabiduría aprendida en sus viajes y tocaba un piano mágico.

A las 15:35 pasan ante mi puerta los del 10, completamente cebados, a las puteadas por lo bajo y con una risa de sorna que emite el tipo. Sigo oyendo las puteadas entre ellos, no agrediéndose entre ellos sino sacándole mano a alguien. Muy cebados, insisten e insisten. Espero no ser yo ese alguien.

A las 15:40 alguien sale taconeando. La reja es una seda.

A las 20:30 pasa la del 10, insultando. Hago bien en no poner ningún pronombre. ¿A quién insulta? ¿A mí, a su perra, a su hija, a sí misma, a la femineidad en general? No sé. No sé siquiera si decir que es ofensivo. Sin duda es molesto. Hoy mi cerebro artificialmente inundado de serotonina soporta mejor la incertidumbre. Nina, se llama la perra. Seroto, debería llamarse el gato, si tuvieran. Pasa un minuto y vuelve a oírse la retahíla de imprecaciones de esta mañana.

Cómo estamos con los eufemismos, ¿eh? ¿Son ellos? ¿Son otros? Ni idea. Hoy a la tarde también anduvieron a las puteadas, pero puse mucho optimismo y logré convencerme de que al problema lo tenían con otra vecina, una que vive cagándonos a pedos por la limpieza del pasillo común y lo bien que hace. En resumen, los del 10 hoy maldijeron todo el día.

 

"Todo el día", en este contexto tan confusamente ambiguo, es un circunstancial de tiempo y un objeto directo a la vez. Maldijeron el día, el día todo. "Son gente pendenciera, tienen problemas con todo el mundo", me digo para achicar el pánico. Quien sea que se encuentre en el extremo receptor de tanto odio, está bastante al horno. Espero no ser yo ese objeto. Poco a poco me voy convirtiendo en la clásica argentina del "no vimos nada". Mientras tanto hice muy buena letra con la buena del fondo: fue mi buena acción del día, aceitar la reja y que lo sepan.